¿El Show de Truman? Like, compartir, siguiente.

Si hay algo que nos distingue en la actualidad como sociedad es la adicción, sin el afán de ofender. Por supuesto que un alto porcentaje de la población jamás ha estado siquiera en la misma habitación que alguna sustancia nociva, pero hay que reconocer que los estupefacientes dejaron de ser la única categoría de pasatiempo que genera adicción. Claro, fentanilo o metanfetamina pueden ser palabras altisonantes y quizás escandalicen a algunos, pero son sólo una fracción en la amplia gama de posibilidades. Si preguntáramos a tu tía religiosa diría que son esos videojuegos del diablo, pero tu primo respondería con una mueca que son esas novelas cursis que pasan todo el día en la televisión. Me atrevo a pensar que muy pocos dirían que cualquier forma de entretenimiento lo es, y la forma contemporánea que predomina son las redes sociales.

Incluso mientras escribo todo esto no puedo evitar, al cerrar cada oración, voltear hacia mi teléfono celular y sentir ese impulso por levantarlo y buscar en la pantalla las notificaciones que más me interesan, a pesar de que uno de mis propósitos de año nuevo fue disminuir en la medida de lo posible el tiempo que dedico a revisar las redes sociales. Pero se han vuelto ya una parte “esencial” de nuestra vida, y difícilmente dejarán de serlo.

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No siempre lo fue así. Cuando Facebook surgió, podría decirse que tenía un propósito noble; conectar gente de todo el mundo, una forma de explotar las infinitas oportunidades del Internet. Pero todo evoluciona, para bien o para mal, y la evolución que se dio con las redes sociales fue en dirección al entretenimiento. Por supuesto que puedes encontrar todo tipo de contenido en las redes sociales. Información genuinamente útil y de provecho, noticias y grupos de personas con gustos similares. Pero el algoritmo no quiere eso. El algoritmo te quiere enganchado el mayor tiempo posible, y esto lo logra con interminables recomendaciones y Reels, Shorts o TikToks que te hacen seguir desplazando la pantalla. La generación de contenido nunca se detiene y cada vez somos menos sensibles y críticos a lo que vemos. Tan sólo tiene que ser entretenido ¿No?

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A primera vista, parece que todos estuvieron de acuerdo cuando miraban el Show de Truman. No es un secreto para nadie (excepto Truman por supuesto) que están siendo testigos de como un ser humano es privado de toda libertad de explorar el mundo a sus anchas, de estar con quien desea estar, de seguir sus sueños. Todo el mundo, participantes y televidentes, es cómplice de esto y cualquiera que se muestre indispuesto a seguir la corriente es reemplazado sin el mayor inconveniente. De haber sido interpretado por cualquier otro actor, esta historia bien podría haberse considerado un drama cruel con su tinte de ciencia ficción, pero gracias al inconfundible porte cómico y el carisma de Jim Carrey que se mantienen hasta la última escena, tenemos a un personaje que, si bien se encuentra abrumado y sin aliados, decide seguir enfrentando todo lo que el malvado productor conjura con dentro de su gigantesco set de grabación, y todo con una sonrisa. Familia y amigos que nunca lo fueron, ejércitos de extras que recrean con increíble detalle situaciones peligrosas y hasta una manipulación absoluta del clima. Nos da la impresión de un Dios desatando su furia sobre su propia creación.

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Cualquiera pensaría que alguien acudiría a su ayuda, que tal vez algún actor se conmovería y le asistiría en su escape o que algún conjunto de preocupados televidentes irrumpiría en el set. Pero Truman llega por su propia cuenta hasta el final y con su característica frase y auténtica sonrisa abandona el set. Y, quizás la parte más impactante de todo esto es la reacción de la audiencia. Podrá parecer gracioso la primera vez, pero hace mucho sentido y es un tanto lamentable cuando se tiene en contexto a la sociedad actual. El Show de Truman termina. Ni hablar. Fue bueno mientras duró. ¿Qué más hay en los demás canales?

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Una traducción que tal vez haga más sentido sería desplazar la pantalla hacia arriba para ver si los primeros cinco segundos del siguiente reel logran atrapar nuestra atención. Al final del día, la vida entera de un hombre, un ser humano con sueños, sentimientos, aspiraciones y deseos no fue más que un producto de entretenimiento más del montón. Y me hace bastante fácil la tarea de ver las similitudes con el tipo de contenido que se consume actualmente. Por supuesto que hay una infinidad de categorías que puedes encontrar en la red social de tu elección, pero hoy en día ya es sencillo encontrar contenido que se parece a lo que vivió Truman.

Un momento. Pero Truman fue obligado. Nadie le dio oportunidad de elegir y prácticamente vivió engañado. ¿Quién elegiría vivir de esa forma por su voluntad propia?

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Bueno, pero estoy seguro de que muy poca gente vería algo así.
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Cabe aclarar que esto no es una crítica al contenido que realiza Mr. Beast ni ningún otro influencer. Si acaso, Mr. Beast ha ayudado a mucha gente, tal vez a costa de la humillación pública de muchos otros, pero por lo menos siempre hay alguien que no se va con las manos vacías. Simplemente busco señalar la similitud de la historia de Truman con lo que se puede encontrar hoy en día y el minúsculo esfuerzo que nos cuesta pasar a la siguiente historia. Me gusta pensar que nunca llegaríamos tan lejos como para replicar la película de Peter Weir en la vida real, y más que nada que existan leyes que lo impidan, pero el hambre colectiva de contenido nuevo y novedoso, así como la cantidad absurda de dinero que genera, podría llegar a ser más fuerte.

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Este apetito insaciable por pasar al siguiente post, video o historia muchas veces nos impide vivir en el presente. Aprovechamos la más breve pausa para ver la pantalla y ponemos fin a conversaciones reales o hacemos que sea difícil iniciar otras nuevas. Dejamos de prestar atención a la gente que nos rodea, a nuestro alrededor y el tiempo se nos escapa de las manos. Es mi esperanza que nunca lleguemos a presenciar algo como el Show de Truman en nuestra realidad, pero más aún que podamos desprendernos de esta necesidad banal de estar entretenidos todo el tiempo y en su lugar disfrutar lo que la vida ofrece. Quien sabe, tal vez podríamos salir a dar un paseo o leer un libro o aprender algo nuevo, o escribir…

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Gracias por leer hasta el final.

Comencemos a vivir.

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ByeHollywood
ByeHollywood
 · 23 de junio de 2025
Che, re loco cómo "El Show de Truman" pegó justo con esto de las redes, parece que a Truman lo teníamos a todos en el bolsillo sin darnos cuenta. Pero me pregunto una cosa: ¿no será peor elegir estar en esa burbuja como hacemos nosotros hoy, que no tener escapatoria como él? Al final, el algoritmo es el Cristof de cada uno, pero sin malvido… ¡O quizás sí? Tremendo laburo tu reflexión, loco.
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Emanuel Papagni
Emanuel Papagni
 · 10 de junio de 2025
Excelente artículo. Coincido en que vivimos dependiendo de la aceptación de los demás y buscamos ídolos virtuales que muestren su vida como Truman Burbank.
Dejo luces.
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