Mountainhead

Una de las películas más inquietantemente proféticas de los últimos tiempos es *Mountainhead* (2025), una sátira oscura que, más que predecir el futuro, parece haberlo diseccionado con escalofriante precisión.

Dirigida por Jesse Armstrong, creador de *Succession*, *Mountainhead* retrata a cuatro multimillonarios tecnológicos que se retiran a una mansión en las montañas mientras el mundo se desmorona por culpa de las herramientas de inteligencia artificial que ellos mismos crearon. Cada personaje representa un arquetipo del poder moderno: uno controla una red social con miles de millones de usuarios, otro busca la inmortalidad digital tras un diagnóstico terminal, el tercero desarrolla IA “para el bien de la humanidad” y el cuarto, el “más pobre”, tiene una app de meditación y solo 521 millones de dólares.

Lo perturbador no es solo la premisa, sino cómo la película refleja dinámicas reales. En una escena, los personajes discuten sobre países en crisis como si fueran acciones en la bolsa: “Argentina es un caos, se está hundiendo, el banco central se volvió loco”, dice uno. Otro sugiere “comprar” Venezuela o Cuba. La película no se limita a la crítica social: muestra cómo la desinformación, los deepfakes y la manipulación algorítmica ya no son amenazas futuras, sino herramientas cotidianas de poder.

*Mountainhead* no se ambienta en un futuro lejano ni presenta tecnología imposible. Su fuerza está en lo reconocible: la mansión con servidores privados, las videollamadas con traducción automática, los asistentes virtuales que filtran la realidad. Todo eso ya existe. Lo que Armstrong hace es conectar los puntos y mostrarnos el panorama completo: un mundo donde la democracia es frágil, y el destino de millones puede decidirse en una partida de póker entre cuatro hombres con demasiado dinero y muy poca empatía.

La película también juega con el humor negro. Hay momentos absurdos, como cuando uno de los magnates intenta contactar con Buenos Aires diciendo: “¿Quién es quién en el golpe?”. Pero la risa se congela rápido, porque lo que parece exageración es apenas una versión estilizada de titulares reales.

En resumen, *Mountainhead* no solo predice el futuro: lo describe. Es una radiografía del presente disfrazada de ficción. Y eso es lo que la hace tan poderosa. No nos advierte sobre lo que podría pasar, sino que nos obliga a mirar lo que ya está ocurriendo, con una crudeza que incomoda y una lucidez que asombra. Está película hace ver al planeta de una manera superior a lo que las demás personas las ven la película es nueva se lanzo este mismo año 2025 dos mil veinte y cinco y retrata la manera de sobrevivir ante el mundo extenso Una de las películas más inquietantemente proféticas de los últimos tiempos es *Mountainhead* (2025), una sátira oscura que, más que predecir el futuro, parece haberlo diseccionado con escalofriante precisión.

Dirigida por Jesse Armstrong, creador de *Succession*, *Mountainhead* retrata a cuatro multimillonarios tecnológicos que se retiran a una mansión en las montañas mientras el mundo se desmorona por culpa de las herramientas de inteligencia artificial que ellos mismos crearon. Cada personaje representa un arquetipo del poder moderno: uno controla una red social con miles de millones de usuarios, otro busca la inmortalidad digital tras un diagnóstico terminal, el tercero desarrolla IA “para el bien de la humanidad” y el cuarto, el “más pobre”, tiene una app de meditación y solo 521 millones de dólares.

Lo perturbador no es solo la premisa, sino cómo la película refleja dinámicas reales. En una escena, los personajes discuten sobre países en crisis como si fueran acciones en la bolsa: “Argentina es un caos, se está hundiendo, el banco central se volvió loco”, dice uno. Otro sugiere “comprar” Venezuela o Cuba. La película no se limita a la crítica social: muestra cómo la desinformación, los deepfakes y la manipulación algorítmica ya no son amenazas futuras, sino herramientas cotidianas de poder.

*Mountainhead* no se ambienta en un futuro lejano ni presenta tecnología imposible. Su fuerza está en lo reconocible: la mansión con servidores privados, las videollamadas con traducción automática, los asistentes virtuales que filtran la realidad. Todo eso ya existe. Lo que Armstrong hace es conectar los puntos y mostrarnos el panorama completo: un mundo donde la democracia es frágil, y el destino de millones puede decidirse en una partida de póker entre cuatro hombres con demasiado dinero y muy poca empatía.

La película también juega con el humor negro. Hay momentos absurdos, como cuando uno de los magnates intenta contactar con Buenos Aires diciendo: “¿Quién es quién en el golpe?”. Pero la risa se congela rápido, porque lo que parece exageración es apenas una versión estilizada de titulares reales.

En resumen, *Mountainhead* no solo predice el futuro: lo describe. Es una radiografía del presente disfrazada de ficción. Y eso es lo que la hace tan poderosa. No nos advierte sobre lo que podría pasar.

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Miguel Dávila - Filósofo perro
Gracias a tu artículo voy confirmando que los 4 pillos más grandes del presente son Trump (pillería política obscenizada), Elon Musk (pillería cientificista obscenizada), Bill Gates (pillería tecnológica obscenizada) y Mark Zuckerberg (pillería comunicacional obscenizada)...

Dos cosas, más que formales, técnicas. Pusiste el Desafío equivocado (pusiste el de "Películas que entendí al crecer"). Y te habrás dado cuenta lo de la edición repetida del texto.

Saludos.
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