Wicker Park (2004): El amor, la obsesión y esa canción que todavía me persigue
No suelo escribir sobre películas, pero hay algunas que se te quedan grabadas por algo más que la historia. Wicker Park es una de esas. La vi hace varios años y todavía me acuerdo exactamente cómo me hizo sentir. Es de esas películas que te atrapan sin que te des cuenta y te obligan a prestar atención a cada detalle, porque sabes que algo no está del todo bien… y al final todo encaja.
La historia va sobre Matthew, un joven exitoso que está a punto de viajar por trabajo. Todo parece estar en orden en su vida, hasta que, de la nada, cree ver a Lisa, el amor de su vida, a quien no ha visto en dos años desde que desapareció sin explicación. A partir de ahí, abandona todo —literalmente todo— para buscarla. Lo que sigue es un viaje lleno de dudas, recuerdos confusos y verdades incómodas.
Lo que más me gustó de Wicker Park es que no es una película que te lo da todo en bandeja. La narrativa es como un rompecabezas: está contada en distintos tiempos, con flashbacks y cambios de perspectiva que te obligan a estar atento. Cada escena tiene sentido más adelante, y cuando empiezas a juntar las piezas, te das cuenta de que nada fue casual. Eso me mantuvo pegado a la pantalla todo el tiempo.
Pero hay algo que me marcó más que la historia en sí: la música. En especial, una escena donde suena “The Scientist” de Coldplay. Fue como si esa canción hubiera sido escrita solo para esa parte de la película. Las emociones estaban a flor de piel, y de repente escuchas: “Nobody said it was easy / No one ever said it would be this hard / Oh, take me back to the start…”. Y es justo lo que siente el protagonista. Querer volver. Empezar otra vez. Corregir lo que salió mal.
Desde ese momento, esa canción ya no es la misma para mí. Cada vez que la escucho, recuerdo esa escena, ese sentimiento. Es impresionante cómo una canción puede potenciar tanto una película, cómo puede decir lo que los personajes no pueden expresar con palabras. Esa escena me hizo entender que no se trata solo de contar una historia, sino de hacerla sentir.
Wicker Park no es una historia de amor típica. Es una historia sobre obsesión, sobre decisiones impulsivas, sobre lo que uno está dispuesto a hacer por amor… incluso cuando ya no hay certezas. No todos estarán de acuerdo con las decisiones de los personajes, pero esa es precisamente la riqueza de la película: te hace cuestionarte, pensar en lo que harías tú en su lugar.
Si te gustan las películas que te dejan pensando, que te remueven algo por dentro y que tienen una banda sonora impecable, te recomiendo que la veas. O que la vuelvas a ver, esta vez con más atención. Vale la pena.
Gracias por leer, espero les guste mi aporte
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