En un mundo lleno de paisajes y lugares inhóspitos aun por descubrir, donde la naturaleza se mantiene soberana, me encontraba solitario (como me he acostumbrado a estar en mis últimos viajes, desde que decidí aventurarme sin tener un lugar fijo y decidiendo que mi hogar seria el mundo entero), explorando territorios inexplorados y buscando una conexión mas profunda con el entorno. pues para mi la vida siempre ha sido un viaje sin fin hacia lo desconocido, siguiendo el llamado del viento y del susurro de la tierra, ese llamado del universo a seguir mi instinto y a expandir mi ser sin miedo a que va a suceder, sino a que voy a aprender y que voy a experimentar e integrar en mi ser.
En fin. Había llegado a una vasta llanura, hermosa y majestuosa, rodeada por montañas que dibujaban sombras al amanecer, un lugar hipnótico. Éste parecía intacto por el paso del tiempo, un santuario olvidado donde la naturaleza tejía su propia historia. Aquí, cada piedra, cada rincón y cada brisa contaban cuentos de épocas pasadas, aunque ninguno de estos evocaba alguna historia o leyenda de antepasados conocida, cada una de ellas era una invitación a imaginar como todo lo allí presente de manera tácita contaba su propia vivencia. Intentar adivinar como todas estas se relacionaban entre si y creaban un relato único y te hacia sentir "como si fueras parte de un legado ancestral"
Mientras recorría un antiguo desfiladero, sentí bajo mis pies un temblor inesperado, todo mi cuerpo se estremeció. Al principio, pensé que formaba parte del paisaje sonoro de la tierra, que simplemente estaba respirando y mostrándome su propia existencia, pero pronto comprendí que algo monumental estaba a punto de revelarse. Ante mis ojos, emergió una figura colosal que instantáneamente cubrió con su enorme sombra ese lugar lleno de luz, eclipsando todo a su alrededor, y ¿Quién era?, no lo podía creer pero estaba allí tan imponente, tan poderoso, no podía quitar la vista de tan solemne criatura, “Godzilla” me dije a mi mismo, irradiando una energía impetuosa que no se comparaba con ese destructor de las leyendas, sino como un majestuoso guardián ancestral, era un protector, “El protector”, ese espacio tan mágico era su territorio y yo era un invasor y posiblemente su presencia se debía a la mía en tan maravilloso lugar, yo estaba fuera de lugar, no pertenecía allí.
Frente a mí, Godzilla no era una criatura de temor, sino una presencia imponente pero serena. Su tamaño colosal no inspiraba miedo, sino un profundo respeto y asombro. Las historias que había escuchado sobre él no hacían justicia a la nobleza que irradiaba su figura. En ese instante, sentí que la verdadera amenaza no provenía de esta majestuosa criatura, sino de la humanidad que había olvidado cómo vivir en armonía con la naturaleza, la amenaza era yo, allí con mi presencia inesperada; y Él se acerco a mi y quede paralizado pero a la vez maravillado cuando poso su rostro frente a mi, y logre ver en sus ojos mi reflejo, me sentí tan minúsculo, tan vulnerable, sentí que me obligaría a salir de allí pues estaba en su hogar, pero contrario a eso se dio media vuelta, me miro de reojo y siguió su camino, y yo suspire no se si por tranquilidad de no haber sido atacado aunque sabia en el fondo que no lo haría o por el simple hecho de que había sentido que tenia su permiso para estar allí y eso me llenaba de paz y alimentaba una ilusión infantil de que algo mágico sucedería pronto.
Durante días, observé a Godzilla desde la distancia, maravillándome de cómo interactuaba con su entorno. Dondequiera que pisaba, el suelo renacía con vida, como si él mismo fuera portador de la esencia vital de la tierra. En su vigilancia, comprendí que era un protector, un ser cuyo único propósito era restaurar el equilibrio perdido por la codicia y la negligencia humana, y junto con su entorno algo dentro de mi también florecía.
En uno de esos días tranquilos en los cuales se respiraba aire puro y se sentía un ambiente de paz y sublime tranquilidad, una tormenta imprevista se desató, trayendo consigo una furia que amenazaba con arrastrarme, no era una tormenta normal, grandes cuerpos de agua empezaron a brotar y con una fuerza abrumadora se iban acercando y yo me quede paralizado sin saber como reaccionar. En ese momento de peligro, Godzilla me ofreció protección, colocándose entre mí y la vorágine. En ese instante, una conexión indescriptible se formó entre nosotros, una alianza silenciosa basada en el respeto mutuo y el entendimiento, un lazo irrompible que en ese momento entendí no flaquearía por nada ni por nadie.
A través de gestos y miradas, comenzamos a comunicarnos de una manera que trascendía las palabras. Godzilla reconoció en mí un espíritu afín, alguien que respetaba la tierra y comprendía su importancia. A cambio, yo vi en él no solo un coloso, sino un símbolo de esperanza y renovación, y esto continuo durante el tiempo que me mantuve a su lado en tan maravilloso lugar, no tenía afán de irme sentía que ese ahora también era mi hogar; pero como todo viaje que comenzaba este tenia que acabar pues la energía no se podía quedar estancada, debía seguir fluyendo pues mas allá me esperaban mas aventuras y experiencias únicas, y sabía que dejar a mi amigo en este lugar de nuevo solo sería dejar un espacio vacío pero que a la larga habría valido la pena para los dos, pues posiblemente al partir de este mundo el aún estaría allí y yo solo seria para Él un recuerdo lejano, aunque para mi fuese una experiencia trascendental.
Cuando finalmente partí para continuar mi viaje, lo hice con un nuevo propósito: contar la verdadera historia de Godzilla, no como un monstruo, sino como un aliado en la lucha para preservar nuestro mundo. En mi corazón, sabía que nuestro encuentro había sido más que un simple accidente, había sido un llamado a la acción. Esta experiencia tenía que compartirla y revivir esa magia cada vez que la narrase y despertar ese asombro y admiración en todos aquellos que la escuchasen.
Y así lo he hecho desde entonces y hoy te lo cuento a ti que tienes la oportunidad de leer mi historia, mi maravilloso encuentro con tan especial amigo y protector, con el que a veces sueño y en mis sueños me veo siendo Él observándome a mi mismo , y que al despertar aún sigo pensando que ambos somos un solo ser con un fin en común, siendo para mí este fin reconectar con la fuente del todo y ser uno solo y protegernos sin mediar palabras, solo haciéndolo porque somos un solo ser, una sola conciencia. De eso trata mi viaje y así seguirá, aún falta mucho camino por recorrer.

¿Qué pensamientos surgen en ti al considerar la posibilidad de que lo que percibimos como amenazas en la naturaleza podrían, en realidad, ser protectores incomprendidos? Espero tus reflexiones en los comentarios.
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