
Uno diría que cualquier tipo de prensa es buena prensa, y que no importa que tan agresivos sean los comentarios hacia una película mientras genere conversaciones que lleven nuevos espectadores a los cines. Pero la grieta suscitada por los debates sobre la calidad de Joker 2: Folie à Deux está adoptando un carácter insoportable, donde tanto los defensores como los detractores del filme se dedican a resaltar los aciertos o las fallas del mismo como si sus vidas dependiesen de ello ¿Valen la pena tantas discusiones acaloradas al respecto?
La secuela sigue a Arthur Fleck y sus días en la cárcel luego de haber cometido los crímenes que dejaron a Gotham estupefacta. Cada semana es más monótona que la anterior, hasta que su existencia es abruptamente movilizada por dos hechos mayores: la aparición de Lee, con quien entabla una conexión romántica en cuestión de segundos, y la intención por parte del fiscal Harvey Dent de derrotarlo en un juicio televisado y condenarlo a la pena de muerte.
Cuando el título comenzó su recorrido en festivales, los críticos del mundo entero llegaron a la conclusión casi unánime de que la creación de Todd Phillips se encuentra repleta de fallas, desde la constante equivocación de llamar Nueva York a Ciudad Gótica hasta algunos errores más notorios y preocupantes con respecto a las reglas básicas del quehacer cinematográfico.
Ahora que llegó a las salas, un gran número de espectadores la defiende bajo argumentos como “ustedes querían al Joker, y la segunda parte les dio a Arthur Fleck”. Declaran que la recepción negativa por parte de los periodistas de cine más respetados, las bajas calificaciones en sitios de autoridad e incluso el estridente fracaso en la taquilla doméstica, fueron parte de un plan maquiavélico por parte del director que estaría cumpliéndose a la perfección. Como si las equivocaciones objetivas de la cinta no fuesen suficiente para contradecirlos, el silencio de Joaquin Phoenix y Lady Gaga cuando les preguntaron si les gustó el producto final lo dicen todo. Desglosemos Joker 2 parte por parte para rastrear aquellos desaciertos que algunos califican como correctos y dirigidos hacia el gusto de unos pocos.

La construcción del segundo Arthur Fleck
Si tuviésemos que enumerar los logros de Joker con respecto a la construcción de Arthur Fleck, elaboraríamos una lista bastante amplia. Pero, para ser breves, podemos decir que cada uno de esos triunfos singulares se conjugan en la consecución de un lazo inquebrantable entre el espectador y el antihéroe. Es un acontecimiento mayor que la típica empatía por el villano o la humanización del antagonista, y tiene mucho que ver con la actuación impecable de Phoenix, pero también con los hallazgos brillantes de Phillips. Aunque ahora lo tomemos como un hecho, el cineasta consiguió arrancar al criminal central de DC de sus tropos inamovibles para convertirlo en un paria, ignorado por su diégesis y abrazado por un público que quiere verlo triunfar.
¿Y qué tipo de resolución indicaría que ganó? Bueno, esa es la discusión central en estos momentos. Como mencionamos anteriormente, aquellos que encontraron en Joker 2 una historia igual o mejor que la de la primera parte concluyen que el recibimiento negativo de su continuación se debe a las expectativas incorrectas del público. Creen que todos estaban esperando una secuela de proporciones épicas, enfocada en la espectacularidad del Joker antes que en Arthur Fleck, repleta de explosiones, sangre, disparos y una catarsis a gran escala.
En realidad, es lo contrario. Queríamos más de la complejísima construcción intimista que Phillips llevó a cabo en la primera entrega, y solo conseguimos un Fleck alejado, vacío de profundidad y devorado por cada uno de los estímulos externos que lo rodean, desde Lee hasta la explosión que destruye el palacio de justicia. Y no, tal falta de individualidad no es un carácter buscado por el director, sino un desacierto en el armado del segundo universo.
En otras palabras, se está alabando a Joker 2 por una profundidad que no ostenta. Arthur Fleck fuma en poses extravagantes, los personajes le explicitan que se encuentra fragmentado entre dos personalidades; y esas dos recurrencias narrativas, que se reiteran hasta extremos insoportables, resumen el filme entero. A diferencia de Joker, que supo traducir la caótica psiquis del protagonista en múltiples metáforas y alegorías, la secuela no posee motivos subyacentes ni esboza algún motivo entre líneas. Es lo que vemos en pantalla, y nada más.

El factor musical y Lady Gaga
Con respecto al factor musical de Joker 2, aparece la misma afirmación equívoca sobre los deseos del público que explicamos en el apartado anterior. Se proclama que la segunda razón por la que la cinta recibe tantos pulgares abajo es el hecho de ser consumida por personas a las que no les gustan los musicales, como si no estuviesen informados de ello de antemano y hubiesen comprado sus entradas sin saberlo. Desde el primer minuto, Warner Bros anunció a todas voces que la película estaría sólidamente emparentada con el género del teatro musical, y ello vuelve aún más decepcionante el tratamiento incorrecto del elemento dentro de la diégesis.
En varias entrevistas de prensa, Phillips se atajó de las críticas sobre dicho aspecto, declarando que había buscado alejarse de las normas tradicionales de los números musicales para crear algo errático, correspondiente con el tono de su filme. Lo cierto es que la diferencia entre el logro de lo irregular y la caída en lo defectuoso puede parecer ínfima, pero existe, y la musicalidad de Joker 2 corresponde al segundo casillero.
El proyecto se vendió como un musical, y la norma mínima del género obliga al establecimiento de un tono regular para todas las intervenciones de baile o canto. En cambio, la producción piensa como musical al infinito que cabe entre una llamada telefónica y un fragmento de la imaginación, el escape de una cárcel o una entrevista para la TV. Ciertamente, es interesante, entretenido, y deja ver los múltiples talentos de Phoenix y Gaga. Pero no es un musical. Entonces, el problema no tiene tanto que ver con el inexistente público detractor de musicales que fue a ver Joker 2, sino con aquellos que aman el género y se encontraron con una promesa incumplida. Además, ciertas canciones se reiteran una y otra vez, como si correspondiesen a diversos motivos complejos de los personajes, cuando, de nuevo, cada uno de ellos carece de profundización.
Por último, cabe destacar la performance de Lady Gaga, que sacó agua de las piedras con lo poquísimo que le dieron. No es novedad que la composición basal de Harley Quinn es la superficialidad y la dependencia, y Phillips fue aplaudido al comunicar su deseo de quitarla de esos espacios banales para explorar sus complejidades. Sin embargo, tal teoría nunca llegó a la práctica. La Lee de Gaga podrá ser más enigmática, cínica, impredecible y cambiante que las Harleys anteriores, pero nada de ello posee mayor atractivo que su interpretación musical, y eso es un problema. Sin duda alguna, la decisión de modificar la dinámica de poder arquetípica entre Joker y Harley es de lo mejor de Joker 2, pero su relación está repleta de lugares comunes, diálogos aclaratorios, conversaciones simplistas y escenas fumando que fallan en explotar las habilidades actorales de Gaga.



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