Memoir of a Snail: la esperanza nace del sufrimiento

Spoilers

Desde Australia llegó este 2024 una de las películas que más me impactaron a nivel emocional y visual: Adam Elliot creó con su característico stop motion “Memoir of a Snail”, una historia contada con flashbacks sobre la vida de Grace, una mujer que no la tuvo para nada fácil, y explora en ella temas tan diversos como reales como la depresión, la sexualidad, el vegetarianismo y los tabúes. Lo hace con una profundidad única y gracias a la animación se da el lujo de tener una libertad creativa muchísimo más amplia de lo que ofrece el live action. ¿Si terminarás llorando con la historia de una persona obsesionada con los caracoles? Definitivamente sí.

“La vida sólo se puede entender hacia atrás, pero hay que vivirla hacia adelante”, es una de las frases más enriquecedoras que he escuchado y es del filósofo Soren Kierkegaard, y es una de las que se mencionan en “Memoir of a Snail” y la ilustra muy bien: esta es la esencia de la película. ¿Podemos dejar que todo nuestro pasado nos ate? ¿que nos paralice ante la vida y no nos permita seguir?. Es, sin dudas, una de las cuestiones más complicadas que tenemos como seres humanos, porque el pasado nos define, nos hace quiénes somos en el presente, pero a veces puede ser tan traumático y malo que no nos deja avanzar en la vida. Esto es lo que le sucede a Grace, nuestra protagonista (con la voz de la maravillosa Sarah Snook), quien comienza a contar todo lo que vivió en el funeral de una anciana, quien no sabemos quién es, pero se lo cuenta a su única amiga: un caracol llamado Sylvia.

En este inicio que se muestra tan desolador y depresivo comienza la película y vamos desde el presente al pasado con flashbacks para saber cómo llegó ella a esa situación. Comienza desde su gestación con su hermano gemelo Gilbert (con la voz de Kodi Smit-McPhee) y desde el momento en que nace, la vida ya la puso contra las cuerdas: fue una bebé prematura y con labio leporino. En el parto, la tragedia también se hizo presente y los hermanos pierden a su madre. Quedan solamente con su padre, que a causa de la depresión por estar en silla de ruedas, es un alcohólico y sufre apnea del sueño. Sin embargo, él intenta todo por sus hijos aunque no sea lo mejor, los incentiva, les cuenta historias de su pasado como director de cine en stop-motion (algo que marcará el destino de Grace) y como malabarista en las calles de París (algo que marcará a Gilbert). Cuando todo marchaba relativamente bien, su padre muere súbitamente y los hermanos son separados para ser enviados con diferentes familias adoptivas. Ella, quien tuvo mejor suerte que él, terminó con una familia de Canberra que, a pesar de su bondad, sus actividades como pareja swinger rozaban con la negligencia de abandonar seguido a su hija. Gilbert terminó en Perth con una numerosa familia, adicta a la religión y al trabajo infantil.

Aquí se nos muestra cómo en poco tiempo y siendo una niña, Grace queda sola: sin madre, ni padre ni su hermano, quien era su única conexión con el mundo. A pesar de las buenas intenciones de sus padres adoptivos, ella no se encontraba cómoda y no pertenecía a ese mundo. Se comenzó a refugiar en sí misma y aislarse del mundo y de ahí, su adicción a los caracoles: la metáfora de la película es esta. Su personaje comienza a formar su propio caparazón, apartándose de todo ser humano. Comienza a caer lentamente en la depresión, en el auto-desprecio. Hasta conociendo el amor verdadero con un vecino, termina decepcionándose un día antes de casarse y es un golpe en su vida durísimo. Para esta altura, la obsesión con quedarse encerrada, con la mala alimentación mezclada con su cleptomanía y la acumulación de cosas se habían vuelto su vida. Grace parece no tener salida y las estocadas finales llegan cuando se entera que su hermano había muerto en un incendio y al poco tiempo lo hace Pinky, la única persona que le había llevado alegría a su vida además de Gilbert (es la anciana que aparece al inicio de la película y donde arranca a contar su historia).

Como uno puede imaginar a esta altura, nos hacemos preguntas y la que yo me hice fue: ¿cuánto dolor puede soportar un ser humano?. “Memoir of a Snail” nos da la respuesta en el acto final y nos regala a una heroína que no esperábamos encontrar, la propia Grace, quien a pesar de todos sus miedos, sus enfermedades y los golpes, decide no abandonar la lucha por vivir. Cumple su sueño de hacer una película stop-motion como su padre y recrea su propia vida, presentándola en un festival de cine local. Aprende que, a pesar de que no sea tan buena y que poca gente la viera, ella está feliz de hacer algo por su propia vida. Y que, como Pinky le había dicho, estuvo encerrada en una jaula por muchos años, pero una que se hizo ella misma y nunca tuvo llave. Estos recuerdos que le traen dolor al contárselo al caracol, son como puñales que vuelven a clavarse en su alma, pero desde ese punto en el que expresa todo, la vida comienza a sonreírle. Sylvia, quien durante toda la película parecía estar escapando de ella, en realidad le estaba intentando mostrar algo y encuentra una carta de su difunta amiga. Un hilo de esperanza renace en ella, una semilla plantada en un cuerpo y una mente que parecían no tener más ganas de seguir, ahora parece ilusionarse con un nuevo mañana.

Todo este recorrido hace que esta película sea tan perfecta y preciosa, que por si no quedó claro, aunque sea animada no está hecha para niños. Adam Elliot (quien además de dirigir, también produjo y escribió la cinta), nos regala una historia que, además de todo lo antes mencionado, atraviesa la sexualidad, los derechos animales, el fanatismo religioso, las debilidades del humano y los límites de la mente. Cada tema es profundizado con cada personaje que crea y que interviene con otro, y está muy lejos de hacerlo desde el prejuicio, no pretende juzgar a nadie con este relato. Como dije antes, la animación da la libertad de dar un discurso narrativo muchísimo más amplio y con él, nos sentimos más conectados con otra parte de nuestro placer, quizás conectada a la nostalgia de los dibujos animados que habremos visto de niños. También añado a esta parte que la voz de Sarah Snook (protagonista de Succession), me parece una de las mejores decisiones, porque a pesar de que su personaje esté sumergido en una depresión gravísima, su cadencia de voz transmite esperanza todo el tiempo. Las expresiones que quizás la animación no puede dar físicamente, ella lo hace con las palabras y se sienten tan reales que asustan.

A modo de conclusión, “Memoir of a Snail” se posiciona como una de mis películas favoritas de todo 2024 y sin dudas, la mejor animada. Si bien todas las temáticas tratadas en la película la hemos visto cientos de veces, en ella se reúnen de una forma tan natural y, a pesar del desastre, con muchísimo carisma y comedia que no deja ajeno a nadie. Y como aprendizaje, entendemos que la esperanza muchas veces nace del dolor y el sufrimiento, y no tanto de los buenos recuerdos.


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