Oscars 2025: menos espectadores, más devoción por los nominados

Otra edición de los Oscars, otro año repleto de expectativas. Excepto que, este 2025, dichos anhelos con respecto a la principal ceremonia del cine parecen más sólidos que de costumbre. Y no se trata de la cantidad de espectadores que compraron entradas para ver a las nominadas en la pantalla grande. De hecho, si ese fuese el parámetro, nos encontraríamos realizando un análisis bastante deprimente. En realidad, tiene que ver con las pasiones que los principales filmes en carrera por el premio gordo despertaron en las audiencias. Cada uno tiene su propia cosa, su brillo que agitó los corazones del público. En palabras simples, podemos decir que el evento del domingo 2 de marzo podría o no tener mayor rating que en años anteriores, pero seguro tendrá mayor cantidad de televidentes mordiéndose las uñas al borde del sillón.

De las diez nominadas a Mejor Película, hay siete que tienen verdaderas chances de salir airosas. A partir de ahí, los pronósticos comienzan a empañarse. Un enorme porcentaje de la crítica especializada afirma que la batalla se disputa entre Conclave y The Brutalist. Inicialmente, la última tenía todas las de ganar, pero los recientes escándalos que sufrió por la utilización de inteligencia artificial ponen a La Academia en una posición complicada. Premiar al filme protagonizado por Adrien Brody significaría decir “sí” al uso masificado de dicha tecnología. Un mensaje al estilo de “¡Miren! Las cintas que utilizan inteligencia artificial también pueden llevarse la gloria”. Hace un par de años, la grieta de los votantes se centraba en la decisión de nominar y condecorar a los estudios de streaming por producir su propio contenido. Hoy, es este el tema divisor de aguas.

A pesar de tales controversias, es difícil que The Brutalist no gane la estatuilla más codiciada. No es novedad que los Oscars tienen una gran predilección por los filmes acerca de las peores tragedias de la historia, y el holocausto probó ser un tema destacado. No por nada varios críticos elevaron sus quejas acerca de la sola existencia del título, clamando que el exceso de tratamientos al estilo Hollywoodense de la tragedia la están banalizando al extremo. Ahí vuelven a aparecer los comentarios sobre la IA en los acentos de Adrien Brody y Felicity Jones. En lugar de volverlos húngaros con un software ¿Por qué no contrataron a un actor húngaro? ¿O es qué Brody era necesario para atraer la mirada de los peces gordos de La Academia? Mejor dicho, ¿Es esta una cinta creada para La Academia? ¿Para ser premiada?

Los cuestionamientos de índole social se ven absolutamente opacados por la calidad de la producción. De principio a fin, The Brutalist es tan grandilocuente como el impacto de su título al pronunciarlo, y no hay una sola escena de su extensión total que no esté dedicada a narrar la historia de László Tóth a la manera de una épica. Las actuaciones son espectaculares, la cinematografía es exquisita y el score es, sin exagerar, una creación de otro mundo. La elección de expandir el concepto de la arquitectura a partir de su arista sociopolítica es interesantísima, y ese ganchito de innovación seguro enamoró a un gran porcentaje de los votantes.

De todas formas, no hay que olvidar que Conclave le pisa los talones. Incluso, podría argumentarse que se encuentran a la misma distancia del primer puesto, pero, otra vez, el anuncio del ganador depende del mensaje que los Oscars quieran dar. Otorgarle los laureles a la película liderada por Ralph Fiennes significaría darle la espalda a la creatividad impulsada por la inteligencia artificial y abrazar los valores tradicionales del cine contemporáneo. Porque la obra maestra del director Edward Berger es eso: un proyecto encarnado por las grandes estrellas de ayer y hoy, guiado por una narrativa clásica que se apoya en tropos y lugares comunes en el aspecto técnico para innovar en el aspecto diegético. Nueva historia, mismos modos.

Además, Conclave también ostenta conceptos e ideas que coinciden con las preocupaciones de La Academia en la actualidad. Específicamente, los últimos minutos de la cinta son altamente relevantes hoy, días en los que Donald Trump extrema su rechazo a todas las orientaciones sexuales, identidades de género, características de sexo y sexualidades que no son heterosexuales, heterorrománticas o cisgénero. En síntesis, parece ser que la ceremonia entera bascula entre las historias de László Tóth y el Cardenal Lawrence, ambas no solo impecables sino también socialmente significativas.

En la segunda línea de nominados se pone aún más difícil vaticinar ganadores y perdedores. Su pertenencia al grupo con menores chances radica en el tamaño mediano o pequeño de sus tramas; o en su alejamiento de la realidad. Por ejemplo, Wicked ostenta el mismo carácter monumental que Conclave y The Brutalist, pero no la ayuda la longevidad de su propuesta. Sin embargo, la innegable calidad de su producción y la predilección de los miembros de La Academia por los musicales podría serle de ayuda. El problema es que no triunfó en casi ninguna ceremonia de awards en la que fue nominada a la terna mayor. Al contrario, la temporada de premios entera le fue difícil de llevar, ya que rara vez prosperó en los rubros principales con constancia.

El futuro de Anora también es incierto. Otra incursión de Sean Baker en las vidas de los marginados estadounidenses, la cinta tocó algunas de las teclas claves en las premiaciones de los últimos meses, pero no las suficientes para asegurar su dominancia el 2 de marzo. De todas formas, el título comparte con Conclave su anclaje en las herramientas temáticas y técnicas del cine clásico y, de igual manera, consigue un resultado excepcional. Desde Cinderella hasta Pretty Woman, la fábula encarnada por Mikey Madison fue consumida infinitas veces. En Baker, se renueva por completo.

Lamentablemente, y tal cual refleja la flick, todo cuenta de hadas tiene su final: desde un punto de vista objetivo, es claro que Anora no va a poder ganarle la pulseada a Conclave, su principal competencia. ¡Ah! Y no hay que olvidar la controversia sobre la contratación de un coordinador de intimidad. No es tan significativa como la de otras competidoras, pero no pasó desapercibida.

En este último sentido, no podemos evitar hablar de Emilia Pérez, cuyo equipo alguna vez celebró la creación del proyecto más nominado en la edición 2025 de los Oscars, y hoy sabe que dejará el Dolby Theatre con las manos prácticamente vacías. Al principio, el largometraje recibía los aplausos de la crítica y los abucheos del público en partes iguales, cosa que le venía como anillo al dedo a la ceremonia en lo que a rating respecta. Las audiencias sintonizarían el evento para ver si Jacques Audiard y equipo triunfaban o fracasaban, el desenlace sería repudiado o aplaudido durante un par de días, y luego pasaría a ser parte del ayer. Ahora no es lo mismo.

El director revelando su nula trabajo de investigación acerca de México y sus problemáticas, los tweets de Karla Sofía Gascón, Selena Gómez respondiendo a los comentarios en contra del filme, y el uso de IA para mejorar las voces de las actrices, son solo algunos de los factores que le quitaron al título cualquier posibilidad de ser respetado. Zoe Saldaña es el único miembro en pie de la que supo ser la obra esencial del 2025, y ni un par de premios consuelo hacia su persona podrán borrar la gravedad de lo hecho por sus compañeros.

¿Que decir The Substance y de A Complete Unknown? Ambas son impecables, y seguro se llevarán algunas estatuillas pertenecientes al famoso Big Five. No hay duda de que Timothée Chalamet es un más que probable ganador de la terna Best Actor, y lo mismo sucede con Demi Moore y su respectiva categoría. Aun así, el mundo tiene los ojos puestos en los galardones que reconocen a las películas como un todo integral. El mundo tiene los ojos puestos en Conclave y The Brutalist.