El cine asiático de acción nos ha regalado incontables joyas cinematográficas a cargo de extraordinarios representantes de las artes marciales que van desde el legendario Bruce Lee en los años 70's hasta Donnie Yen con la saga de ‘Ip Man’ en la actualidad. En esta línea hoy quisiera rescatar lo que yo considero es una de las mejores películas de acción de los últimos años. Hablo de ‘The Raid’ (2011) o ‘La Redada’, por su título en español, película indonesia escrita y dirigida por Gareth Evans, realizador galés y protagonizada por Iko Uwais, artista marcial de silat convertido en actor.

La película cuenta la historia de Rama (Iko Uwais) un novato polícia del escuadrón SWAT liderados por el sargento Jaka (Joe Taslim) y el teniente Wahyu (Pierre Gruno) que se infiltran en el complejo de departamentos del jefe narcotraficante Tama Riyadi (Ray Sahetapy) para desmantelar sus operaciones. Tama está protegido por sus guardaespaldas Andi (Donny Alamsyah), el cerebro de la operación y Mad Dog (Yayan Ruhian) el encargado de ejercer la fuerza bruta a base de golpes y patadas, negándose a usar armas porque “le quita la emoción”. A este personaje volveremos pronto así que no lo olviden. En medio de la operación, son emboscados por Tama que ordena a todos los residentes de los departamentos acabar con todos los policías a cambio de no cobrarles el alquiler ni las drogas.

En perspectiva, es una trama simple, los buenos tienes que escapar con vida de los malos. Lo que hace interesante a esta película es la construcción a su alrededor.
Para empezar, el ambiente claustrofóbico en el cual nuestros personajes están sometidos: un edificio sucio y despintado donde todas las puertas son iguales y escapar de allí parece un laberinto sin salida. Esta ambientación sumada a sudoración, sangre y suciedad de todos los personajes y la elección estética del film al tener una paleta de colores grises y colores lavados, nos sumergen inmediatamente en un ambiente hostil que nos colocan en los zapatos de Rama y compañía que no nos dejará descansar hasta llegar al final de la película.

Las coreografías realizadas por Yayan Ruhian y Uwais, son un despliegue de habilidades y preparación que no había visto desde las películas hongkonesas de Jackie Chan en los años 80's; pero a diferencia de estas, en 'The Raid' cada golpe, cada patada, cada intento de cortar a Rama se siente genuino, con odio, con ganas de hacer daño.
Después de una balacera que elimina a la mitad del escuadrón, Rama y algunos sobrevivientes escapan hacia los departamentos. Separado de su escuadrón y sin municiones, Rama se ve acorralado por una banda de delincuentes armados con machetes por lo que se queda sin otra alternativa más que pelear por su vida desplegando todas sus habilidades de pelea.
Y es aquí donde la película empieza a brillar, no solo por las coreografías de peleas perfectamente ejecutadas, sino también por el trabajo de cámara y montaje a cargo de Evans. Alejándose de los planos cortos y cortes rápidos que nos acostumbramos en las películas hollywoodenses, estas peleas son rodadas con una steady cam que le dan mayor dinamismo, además del uso de planos generales y amplios, permiten observar en plenitud las peleas para que no nos perdamos ningún detalle, algo más común en el cine de acción oriental, haciendo cortes y primeros planos solo a momentos que son necesarios; como cuando nuestro héroe es desarmado o para aumentar la visceralidad de las heridas y muertes.
Otro de los factores que hacen estas peleas más realistas es que los peleadores entienden la tarea, no están ahí para atacar a nuestro protagonista uno por uno a esperar su turno y dejarse caer después de un golpe en la nariz. Aquí atacan dos o hasta tres al mismo tiempo y cuando caen, caen por que fueron deshabilitados por la pelea o porque cayeron muertos, ahí el peso importante de la sangre usada no simplemente para impresionar al espectador, sino para darle la gravedad necesaria en una pelea a muerte. Gran parte de este mérito se debe a que la mayoría de estos actores son artistas marciales convertidos en actores, con lo que ya tienen mejor manejado el ritmo de una pelea real. Entrenados en el arte desde pequeños, las piruetas y acciones no son algo que les cueste ejecutar a diferencia que lo haría un actor que pasó dos meses ensayando la coreografía y que no sentiría la misma adrenalina de una pelea que un artista marcial.

Y aunque el protagonista de esta película es Rama, el que se lleva las palmas es Mad Dog, uno de los mejores villanos del cine de acción. Que no te deje engañar su 1.57 m de estatura, pues estamos hablando de uno de los mejores artistas marciales de los últimos años. Tiene dos peleas y ambas son increíbles. La primera pelea es contra el sargento Jaka en la cual nos presenta a Mad Dog como un peleador de cuidado, altamente habilidoso que disfruta de pelear.

La segunda pelea llega en el clímax de la película, cuando Rama tiene que rescatar a su hermano y juntos pelean contra Mad Dog dentro de una habitación vacía, por lo que la pelea será a puño limpio. La pelea dura 10 minutos de acción trepidante donde en ningún momento te deja descansar. Rodillas, codos y puños vuelan por los aires que hacen sentir cada golpe real, cada patada dolorosa y es que incluso cuando fallan los golpes, ya sea porque se logró esquivar o fue bloqueado, hay una fuerza tácita que siente el espectador.

Me guardo el derecho de contarles el final de la película para que experimenten la misma emoción que yo sentí la primera vez que vi tal despliegue de talento en pantalla.
Obviamente el éxito de esta película trajo una secuela el 2014 que expande la historia de Rama que aunque dura más y tiene más escenas de acción, en mi opinión, carece de todo lo que hizo la primera una película única. Al parecer también se viene un remake americano a cargo de Netflix que ojalá esté a la altura de la original.
La película y su secuela se encuentran disponible en Prime Video para que puedas llenarte de adrenalina en estos días.
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