undefined_peliplat

La monstruosa metáfora de 'Leviathan', el mejor drama socio-religioso de los últimos 20 años

POR JERÓNIMO CASCO

23 de MAYO del 2024, 12.55 PM | UTC-GMT -3

Leviatán: Bestia marina gigante narrada en la Biblia. Su creación por Dio s se encuentra en el Génesis y Job describe su aspecto físico con semejanzas a un dragón.

Muchos son los significados que se le pueden dar al nombre de la criatura marina que sirve como título de la obra maestra del realizador ruso Andrei Zvyagintsev, Leviathan, película estrenada un día como hoy hace diez años en el Festival de Cannes. Propio de los relatos fantásticos, la monstruosidad que representa este ser divino y/o mitológico se presenta en este drama con tintes de crítica social, política y religiosa abordado como si fuera la versión mas desalmada, despiadada, ambiciosa, codiciosa y vil del ser humano. En ella se nos narra la lucha de Kolya, un hombre de mediana edad que, junto a su hijo, su pareja y su amigo de toda la vida (que ejerce como abogado a su lado) tratan de encontrar la manera de detener al alcalde de una ciudad costera que en su afán de arrebatarle el hogar de este hombre para poder construir un palacio cristiano termina destruyéndolo todo.

La simbología se encuentra instalada desde los primeros segundos: mientras el majestuoso Akhnaten del compositor Philip Glass suena de fondo, las imágenes de las olas rompiendo con igual intensidad contra los riscos de un desolado pueblo costero nos dicen de cierta manera (y con algo de sutileza inicial) donde nos encontramos situados. No existe tal esperanza y la soledad nos irá destruyendo mientras así lo permitamos. El monstruo como tal no es visible emergiendo de las profundidades del mar, pero se siente alrededor. No tiene rostro por el momento, pero lo va a tener y es (por decirlo con algo de ingenuidad) menos intimidante que aquel que podamos crear en nuestras mentes. Hace exactamente una década se estrenaba en Cannes una de las películas más necesarias de los últimos tiempos.

Cortesía de Anna Matveeva

Existen películas que nos tocan por motivos y razones que jamás podríamos imaginar. En Leviathan no existen figuras positivas ni un mensaje inspirador. Nos encontramos ante una mirada realista y pesimista sobre cómo el dinero mueve el poder, sobre cómo la religión puede disfrazar la ambición con optimismo, pero sobre todo estamos ante un relato universal que nos habla sobre la destrucción de la moral, algo que se ve reflejado por medio de varias aristas. ¿Cómo se vence a un sistema podrido por dentro, corrupto e inhumano? Se nos establece la idea de que Kolya es un hombre de familia responsable y cálido pero que también está dispuesto a quebrar cada uno de los cimientos que conforman el estatuto de su pueblo con tal de poder permanecer en el hogar “que él construyó con sus propias manos”, tal como cita en el primer acto de la película.

La llegada de su amigo Dmitry desde Moscú se convierte en un faro de esperanza que sirve para reconectar con su hijo adolescente Roma, con Lilya que es su pareja que parece ser esa figura tranquila que lo neutraliza, y también creando conexión entre ambos, pero poco a poco no sólo el hecho de la inevitable demolición de su casa sino también algunos secretos escondidos en el corazón de su propio hogar comienzan a desestabilizar severamente al desahuciado hombre. ¿Cómo vamos a confiar en las autoridades cuando las personas más allegadas a nuestro círculo nos ocultan verdades trascendentales? ¿Debería haber aceptado el protagonista la derrota desde un primer momento y no tener que atravesar por un infierno en vida?

¿Quién es el Leviatán entonces? Primero para poner en contexto, es necesario hacer una breve reflexión sobre el libro homónimo del filósofo inglés Thomas Hobbes publicado en 1651 en donde se hace una mirada analítica a la relación entre el individualismo del ser humano y las consecuencias que acarrean las acciones y decisiones de este en un marco más colectivo. Hobbes propuso mirar primero al individuo como el principal motor de los choques más significativos que se dan en las sociedades, en pocas palabras: es imposible culpar a todo un sistema por un hecho en particular cuando existen distintos intereses que pueden surgir de diversas situaciones. El caos es inevitable y debemos vivir con la angustia de su propia existencia.

En la película de Zvyagintsev el Leviathan puede ser traducido tanto como la figura del alcalde como la de la Iglesia misma. Ambos trabajan con todas las herramientas disponibles para acabar con los diferentes obstáculos que se puedan presentar, siendo uno de ellos nuestro protagonista, que al parecer es ateo o puede que no esté firmemente relacionado al cristianismo, algo que lo reemplaza invocando al alcohol como único remedio a medida que las desgracias se suman en su día a día. Es importante destacar el uso del lenguaje visual también, siendo la soledad un elemento que se repite constantemente: pocos planos sugieren compañerismo, y cuando hay varios individuos en uno mismo, se sienten como perdidas en un mundo vacío de empatía y fe. La única excepción se da con sutileza al principio, en donde Lilya y Dmitry se encuentran cercanos sugeridos por el enfoque y el desenfoque (es el único casiSPOILER que puedo lanzar) y en el final, en donde la comunidad cristiana se reúne para celebrar y bendecir la inauguración del nuevo palacio. ¿Pero a que precio se puede celebrar la llegada de un Dios que todo lo ve y no hace nada al respecto?

EXTRACTO DEL FINAL

"Probablemente ni siquiera sepamos aun lo que realmente está sucediendo. Es un nuevo despertar del alma del pueblo ruso. Como el gran Príncipe San Alexander Nevsky maravillosamente lo expresó… Dios no mora en fuerza, sino en verdad… Y él tuvo razón: no con la fuerza, sino más bien con el amor; no con astucia, sino con la sabiduría de Dios; no con ira y odio, pero si con coraje hemos superado a los muchos enemigos de nuestra fe y de nuestra patria. Pero lo más importante hoy en día, es que debemos defender la fe Ortodoxia, nunca traicionar la Ortodoxia y hablar siempre la verdad. La verdad es el legado de Dios. La verdad refleja el mundo verdaderamente de la manera en que es, sin distorsión. Pero solo el que conoce la verdad de Dios puede conocer la verdad. Y la verdad de Dios es Cristo mismo. Por eso cuando el Apóstol Pablo dijo: “No soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mi”, él quiso decir que cuando un hombre deja entrar a Cristo en su alma, en otras palabras, comienza a pensar como Cristo, a ver como Cristo, y finalmente actúa como el Señor ha mandado. Solo en ese momento el hombre llega a poseer la verdad. Y eso significar que puede considerar los sucesos, ver su verdadero significado y distinguir entre lo bueno y lo malo. Y esa es la esencia de la verdad. Cuando la gente destruye cruces, rompe íconos, deshonra el Crucifijo y blasfema llamando oración a ritos demoníacos, cuando la gente trata de convencer a otros de que lo hacen con buenas intenciones, están transmitiendo mentiras, como si fueran la verdad. ¿Como puede uno predicar la verdad mientras destruye los fundamentos de la moral? Libertad es encontrar la verdad de Dios."


LEE MÁS RELACIONADO:


Si te gustó este artículo recordar darle 👉 ME GUSTA, ponerlo en tus FAVORITOS, COMENTAR 🗣️ , y SEGUIRNOS para más contenido de cine y series 📽️

Más recientes
Más populares

No hay comentarios,

¡sé la primera persona en comentar!

9
0
0