“No tengo tiempo”. Con esta frase comienza la película, las personas están diseñadas mediante ingeniería genética para vivir jóvenes hasta los veinticinco y luego solo pueden vivir un año más. A menos que consigan más tiempo, el tiempo se gana y se gasta. Esta es la razón por la cual la narrativa de esta película, a pesar de ser ciencia ficción, se siente muy parecida a la realidad, lo que la hace más perceptible a cómo vivimos y después de verla, comienzas a apreciar más tu tiempo. El pago se realiza con tiempo, todo, desde los gastos básicos hasta la vida.
La película empieza con Will Salas (Justin Timberlake), un joven que saluda a su madre (Olivia Wilde) por su cumpleaños número cincuenta; le quedan tres días de vida, después se marcha a trabajar. Al salir de su trabajo, conoce a un hombre que tiene un siglo de vida y llama la atención por despilfarrar su tiempo invitando tragos. De pronto llega un hombre llamado Fortis ( Alex Pettyfer) que llega a robarle sus años, Will le ayuda a escapar, se presenta; el hombre es Henry Hamilton (Matt Bomer). Will se enfada con él, ya que parece no valorar su vida, pero Henry le explica que ya tiene 105 años, y que para ser inmortal, muchos deben morir. Aquí llega otro punto de comparación con la vida real, con otra pregunta existencial, si todos viviéramos para siempre, ¿dónde cabríamos?, y le realiza preguntas de tipo económicas, por qué cree que los precios e impuestos suben el mismo día en el gueto, el costo de la vida sube para que las personas sigan muriendo, ¿acaso no es así en la vida real?, se nota su aflicción por la desigualdad, quiere ayudarlo, así que mientras duerme le da casi todo su tiempo, y le escribe en la ventana que no desperdicie su tiempo, para posteriormente lanzarse desde un puente con el tiempo que le queda de vida. Imagínatelo, no sé cómo se sentirán los demás, pero es abrumador pensar en el tiempo de vida, ese planteamiento de hasta dónde quieres vivir, por qué y en qué condiciones.
Will decide regalarle 10 años a su mejor amigo, y paralelamente su madre, se queda sin tiempo, solo una hora y media para poder llegar a su casa, le pregunta al chofer y él le dice que la tarifa subió, ahora son dos horas de vida. Así que solo le queda correr, nadie le ayuda. Corre desesperada, tratando de alcanzar a Will, que también corre a su encuentro, pero no logra llegar, Will la recibe muerta en sus brazos. Decide irse de ahí, a otra zona horaria, llama a alguien para que lo pase a buscar y le dice, que se perdió, ya que el chofer no entiende por qué estaba en esa zona, se dirige a New Greenwich, busca venganza contra la gente más privilegiada. Lo que él no sabe es que lo investigan, por la fuga de tiempo de Henry hacia otra zona, hay vigilantes del tiempo. El tiempo tiene un mayor valor en esta nueva zona horaria, el primer lugar al que se dirige es un lujoso casino, donde conoce a un rico hombre llamado Phillipe Weis ( Vincent Kartheiser), quien lo inspecciona, ya que le parece fuera de lo cotidiano, y de pronto llega su hija Sylvia (Amanda Seyfried). Phillipe, cataloga a la injusticia de la economía como capitalismo darwiniano, ya que el sistema económico es selectivo, están jugando a apostar años, al principio Phillipe apuesta 50 años y luego sube la apuesta a otros dos siglos. Will lo apuesta todo, quedándole segundos de vida, y gana. Sylvia, su hija lo felicita, por quitarle años de su vida. Lo invitan a una fiesta en la mansión Weis, ahí conoce a la familia de Sylvia, su madre y abuela lucen de la misma edad que ella, mientras bailan le dice a Will lo vacía que es la vida de las personas que viven ahí, que ella nunca hace tonterías, es la manera que tienen los ricos de vivir por siempre.

De pronto llega a la fiesta un guardián del tiempo, Raymond Leon (Cilian Murphy). Will le explica que parte del tiempo fue regalado por Henry Hamilton, pero el guardián del tiempo le dice que Henry Hamilton valía miles de años, y que podría haber vivido una eternidad, así que no podía creerle o no quería creerle su versión de la historia, por lo que decide retenerle su tiempo, mientras investiga, Will dice que él no robó el tiempo, y no entiende por qué investigan un suicidio, mientras matan a muchos en el gueto a diario y el hombre le responde, que hace muchos años no escuchaba a alguien hablar así, hace más de veinte años, refiriéndose al padre de Will. Sylvia lo observa desde la entrada, donde interrogan a Will, su padre le dice que se mueva con sus escoltas, y ella hastiada de tanta protección no le hace caso, en ese momento Will corre y la secuestra, amenazando a todos con matarla. Empieza la persecución por parte del guardián del tiempo, quien los sigue, ya que es un protector del sistema, para que el status quo se mantenga. ¿Acaso no es así también en la vida real?
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