Fabiana y Manuel-dos argentinos residentes en California- se cruzan por casualidad en una cafetería. Y lo que sigue a partir de ese momento es un diálogo. Un diálogo que dura 90 minutos. Porque ese encuentro casual entre dos seres que no se conocían, se transforma sin querer en una cita. O en una clase de Filosofía de la Vida. O en un compendio digno de publicarse en un libro titulado "Cien cosas que jamás dirías cuando recién conocés a alguien". O en un capítulo de La dimensión desconocida. O en todo eso a la vez.
Un buen día excede toda categoría. Es tan mala que es querible. Una de esas malas inolvidables. Un film que gana lugar en tu corazón a fuerza de pasajes imposibles y frases que quedarán grabadas a fuego en la historia del cine argentino ("El tiempo es todo el tiempo, piba", "Hacer el amor es un orgasmo del alma").
Se trata del primer film de Nicolas Del Boca, que pasó su vida dirigiendo telenovelas (y se nota, porque cada palabra que se dice aquí parece el gancho final de un capítulo del teleteatro de la tarde).
Manuel y Fabiana son dos seres que hablan. Por eso mismo es atrapante. Porque uno quiere seguir el hilo de una charla que no es natural, que es absurda, pero que no es tediosa. El guión de Enrique Torres está muy pendiente de que el intercambio no decaiga en ningún momento ¿cómo lo consigue? Haciendo jugar a Fabiana y Manuel al Cadáver exquisito ¿recuerdan cómo es? Simple: un jugador escribe una frase y la tapa con un doblez de la hoja. Luego el siguiente jugador escribe otra frase y al final leen el texto-por lo general surrealista- que resulta.
Un buen día es algo paralelo a la realidad, como si, por una jornada, esa pareja casual hubiese alquilado Long Beach para caminar juntos. En ese lapso se ríen, discuten, se desean, ella corre sin rumbo, él siempre la reencuentra. Se tienen bronca, se besan, hablan de Amor, de sexo, de sus vidas pasadas, de sus tragedias personales, de sus planes a futuro. Van al parque, al puerto, a un barco, a un restaurante. Se prueban pelucas. Hablan de Maradona. Ah, también cantan Hola Don Pepito, Hola Don José. Y van al departamento de ella, donde… se prueban más pelucas. Pero eso no es todo Amigos, porque además tenemos un final acorde con el delirio hermoso que es este film.
Un buen día -que en su estreno fue bastardeada por la crítica- es hoy considerada de culto. Incluso ha cosechado un fiel club de legionarios (el Grupo de Apreciación de Un buen día) que no sólo crece cada vez más, sino que alquila salas para proyectarla y que, incluso, ha producido una versión alternativa del film, tan sorprendente como la original. Por otro lado, Néstor Frenkel realizó un documental sobre el fenómeno -titulado Después de Un buen día- que se estrenó este año. Por favor, si quieren tener Un buen día...no dejen de ver ninguna de las tres
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