Hackers, el estilismo que marco al Cyberpunk

Nacida en Japón en la década de los 80s aparece una ciencia ficción contracultural: El cyberpunk.

Mezclando elementos postapocalípticos y futuristas logra una crítica social en la cual la innovación tecnológica equivale al declive social.

Si hablamos de representaciones fieles y conceptuales a este género probablemente se nos vengan a la cabeza films como “Blade runner” (1982) o la violenta y atrapante “A clockwork orange” (1971) hasta quizá pensemos en “Terminator ” (1984) pero hoy no venimos a discutir estos grandes clásicos, sino que nos metemos en las entrañas de la ecléctica, por momentos absurda y sin duda icónicamente estilosa "Hackers” (Ian Softley).

Dade (Johnny Lee Miller) acaba de mudarse con su madre a la ciudad de Nueva York. En su primer día de escuela conoce a un grupo de chicos cuya afición es piratear sistemas informáticos por diversión. Dade se une a ellos, pero todo se complica cuando descubren que están siendo vigilados por las autoridades. Cuando el grupo se entera de la existencia de un plan para liberar un peligroso virus, todos deberán utilizar sus habilidades para conseguir pruebas del delito mientras el Servicio Secreto les pisa los talones.

¿Pero qué es lo que tiene de diferente esta película para hacerse distintiva y hasta para lograr su usual exclusión de este género tan abarcativo?

Una de las tantas respuestas es: Los 90s, más específicamente la mitad de esta década y el cada vez más cercano fin del siglo XX, dando lugar a la llegada masiva de las nuevas tecnologías.

EL CAOS ORDENADO

La reacción de la sociedad frente a estas novedades fue principalmente de incertidumbre ante lo desconocido y misterioso de este nuevo mundo cibernético, recordemos que la mayoría de la gente recién estaba experimentando tener su propia computadora en sus hogares y Windows 95 acababa de llegar al mercado.

Estas ansias de diversión, positivismo y ambigüedad ante el bien y el mal que presentó como estandarte la película y que tanto incomodó al público, es un reflejo de la otra cara de la década donde la ilusión por un mundo mejor aún estaba a la orden del día.

Desde la perspectiva del film el futuro todavía es bueno y el Internet es una herramienta que se puede utilizar contra el poder, el caos es divertido por que está del lado correcto, nuestros personajes se comportan de manera amoral pero por una causa justa, casi un Robin Hood cibernético.

Por eso, no es de sorprender, que el público no haya tomado bien esta película en donde la tecnología era capaz de cualquier cosa y los protagonistas iban vestidos como punks recién salidos de una Rave, muy lejano al concepto preestablecido de “Hacker” y la mirada fatalista que se tenía de la tecnología.

ABANDONO DE LA FIGURA INDIVIDUALISTA Y EL VESTUARIO COMO RESIGNIFICACIÓN

Las principales discordancias con la idea de una sociedad venida a menos en la cual el caos es total y hay una gran pérdida de la individualidad, dando como resultado un ser humano mucho más cercano a las máquinas, que plantea el movimiento Cyberpunk, se ven a través del fabuloso vestuario de la película, obra del gran Roger Burton.

Alejado del arquetipo de Hacker, persona asocial, con ropa desgastada, sudaderas y buzos anchos con capucha. La película nos muestran un universo donde un grupo de adolescentes lucen prendas que fusionan a la perfección una estética casi futurista de “lo que está por venir”, con prendas de neopreno, kimono con corte simetrico, pantalones anchos de colores vibrantes; y la nostalgia por el pasado con, ropa de segunda mano, prendas militares y elementos de reminiscencia Punk, con piezas de la mismísima Vivienne Westwood. Todos estos elementos no sólo no están a la moda sino que reflejan su rechazo a las normas y su burla a las autoridades a través de la moda.

Hackers nos muestra una visión idealizada de este nuevo mundo cibernético, con personajes histriónicos y algo absurdos que se agrupan contra el mal, personificado en empresas multinacionales e instituciones de control, como el FBI, pero para demostrar esto no solo usan sus acciones sino que un gran elemento de protesta se encuentra en sus prendas. Estas van desde remeras customizadas, reparadas o modificadas negándose a comprar , mandado un mensaje claramente anticapitalista o antisistema, hasta literalmente trajes de la USAF (fuerzas aéreas de los estados unidos) que personajes como el iconico Cereal (Matthew Lillard) combina con remeras de bandas y artistas underground que marcaron el punk, tales como Lou Reed y The clash.

NY Y SU FANTASÍA CASI LISÉRGICA

Un dato no menor es que Roger contó con la ayuda de Patricia Field, quien abrió por primera vez una boutique en Nueva York en 1966. (Su línea House of Field luego se hizo famosa por vestir al personaje de Carrie Bradshaw de Sarah Jessica Parker en “Sex and the City” (1999), en lo que la revista New York llamó:

"una brillante mezcla de alta y baja moda" término que encontramos muy oportuno para esta película por la excelente combinación de marcas de alta costura, con prendas de segunda mano y hasta ítems del propio armario del vestuarista.

Al igual que en Sex in the City, Nueva York es una especie de personaje secundario en Hackers.

La mezcla de una ciudad que te devora con sus inmensos rascacielos y sus luces de neón que enceguecen y al mismo tiempo te hacen entrar en un viaje mágico al que se le contrapone una cierta nostalgia, tomando inspo del Film Noir de los 40s, con contrastes cómo la neblina y edificios industriales venidos a menos.

También cabe mencionar la parte psicodélica que aportan las imágenes evocando el mundo digital.

ANGELINA, LA PRIMERA CHICA HACKER

Kate Libby (Angelina Jolie) o Acid Burn, su alter ego de Internet, sembraron lo que más tarde sería el arquetipo de chica Hacker. Su personalidad ruda y sarcástica, sumando a una estética bien marcada con su icónico corte Pixie, camisetas estampadas de Vivienne Westwood, tops de surf de Quiksilver y camperas motociclistas, conformaron un estilo androgino pero elevado y novedoso para la epoca.

Acid Burn a pesar de que en un principio se presenta como una potencia infranqueable, a lo largo de la película la vemos evolucionar en un personaje más divertido que, al igual que su grupo de amigos, mantiene esta esperanza de un futuro cibernético próspero en el cual el Internet es una herramienta revolucionaria y no una de control.

El personaje de Jolie marcó el camino para nuestras futuras Hacker cinematográficas como, por ejemplo, Trinity en “The Matrix” (1999) o Lisbeth Salander en “La chica del dragón tatuado” (2012), que a pesar de reemplazar la estética ecléctica de Acid Burn por una mucho más sombrío, marcada por la decepción de un mundo moderno crudo y avasallante, la huella de Kate sigue estando ahí a pesar de que su visión del mundo ya no sea posible.

AL DÍA DE HOY, UNA MIRADA NOSTÁLGICA…

Los 90s nos deja con la ilusión de que había tiempo para solucionar el caos en el futuro.

Hackers nos dio un vestigio de lo que pudo ser el Internet, un futuro utópico que jamás llegó. Cinco años más tarde el siglo XXI se inaugura con el Y2K y la histeria colectiva de una posible falla mundial en los sistemas informáticos, marcando un nuevo comienzo que se caracterizaría por un sube y baja de emociones que irían del deslumbre por la innovación y el pánico por algo que claramente es más grande que nosotros.

Luego de “Hackers” la moda cyberpunk adquiere una nueva capa, las personas que empezaron a aparecer con el pelo teñido y monopatines eran post-Hackers. Miles de jóvenes vieron la película y decidieron adentrarse a este mundo, tomando el estilismo de la película como referencia, dando lugar a toda una nueva subcultura.

Con el pasar de los años la película adquirió el título de culto, ya sea gracias a su excéntrico vestuario o a la ola nostálgica que genera en quien la ve, mostrando el bosquejo del Internet que nos fue prometido pero a última instancia reemplazado por uno abrumante con las mismas reglas sistematizadas del mundo real.

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