"The beast within": No es lobo todo lo que te ruge

Spoilers

Hay mitos que dificilmente mueren. Ni siquiera aunque los rematen a bocajarro con varios disparos de plata. Este es el caso del mito del hombre lobo, que lejos de estar olvidado tras varias adaptaciones que lo sepultaron a la categoría de pantomima infantil, últimamente parece más vivo que nunca. Tras la ya envejecida adaptación que Joe Johnston realizara en 2010 con Benicio del Toro como protagonista y Anthony Hopkins haciendo las veces de su diabólico padre y algunas aproximaciones televisivas al mito como la que hizo el siempre interesante John Logan en “Penny Dreadful”, este querido monstruo se encontraba cogiendo polvo en alguna jaula .

Lejos quedan los tiempos de los famosos monstruos de la Universal, donde con “El hombre lobo” (1941), Lon Chaney brillo con fuerza propia y unas buenas dosis del encantador componente naif de la época. Poco después, grandes cineastas como Neil Jordan, con su imprescindible “En compañia de lobos” o Mike Nichols con su más dudosa actualización de este engendro en “Wolf”(1994), demostraron que había infinitas formas de acercarse a esta historia tan primaria y antigua como el mundo, debido a las grandes implicaciones instintivas, primarias y animales que implica.

Noah con su hija Willow, auténtica protagonista del film

No obstante, el propio concepto del mito, es tan ancestral que parecía no tener cabida en una sociedad como la nuestra. Descreídos ante la progresiva globalización tecnológico que nos engulle, parece que los estudios han creído que era un buen momento para intentar asustarnos volviendo a los orígenes, y mostrándonos que lo más horrible que puede pasarle a un ser humano, es ser incapaz de controlar sus impulsos.


De esta forma, nos van a llegar en los próximos meses dos nuevas versiones de este personaje. Una de ellas, todavía no ha visto la luz, pero supondrá la apuesta de la Universal por resucitar al mito después del fiasco de “La momia”(2017), que pretendía formar parte de la franquicia “Dark Universe” que finalmente se fue al traste.

Pero de ese “The wolf man”, que dirige el estimable Leigh Whannell (“El hombre invisible”, “Upgrade”), hablaremos cuando toque. Ahora, nos ocupa un acercamiento mucho más intimista y peculiar, el que ha llevado a cabo el - hasta ahora documentalista - Alexander J. Farrell, titulado “The beast within”.

En el film, nada es lo que realmente parece…

Farrell nos cuenta la historia de la pequeña Willow, quien vive con sus padres y su abuelo en una fortificada finca en lo profundo de un bosque. Aquejada por graves problemas respiratorios, la niña pasa sus días observando el extraño comportamiento de su padre Noah (Keit Harington), quien parece protagonizar extraños sucesos nocturnos en las inmediaciones de la finca. Tras intentar en vano acceder a la verdad a través de su sometida madre, la niña seguirá a sus padres en una ruta nocturna para acabar descubriendo que, a la luz de la luna llena, Noah se transforma en bestia. Esto acabará trayendo consigo una grave amenaza para su propia familia, que dudará en todo momento si seguir ayudando al patriarca con su maldición, o acabar huyendo para siempre por el bien de todos.

Pero para hablar correctamente de esta película, es indispensable contar varios detalles de su trama, incluyendo el final, ya que como otros films tales como “Fight club” o “The sixth sense” esta “The beast within” viene con un final sorpresa que te hace replantearte toda la cinta...aunque no tan bien elaborado como los de Fincher o Shyamalan.

Kit Harington tras una de sus salidas noctunas

En este caso, la mayor apuesta del film es su elaborado punto de vista. En todo momento asistimos a lo que Willow puede presenciar e intuir con sus propios ojos, lo cual da muchisimo juego con la vuelta de tuerca final y sus intenciones metafóricas. La pequeña, puede ver a través de la ventana como su madre transporta animales en su camioneta en plena noche, en algo que se intuye como un sacrificio una vez que descubrimos que Noah es un hombre lobo. Su esposa, le pone unos grilletes alrededor del cuello para poder contener su extrema violencia animal y espera tener controlada a la bestia. Más tarde, el propio Noah explicará a su hija la maldición que padece, algo que tiene que ver con la luna llena y que ha sido heredado de generación en generación. Este hecho le hace sufrir profundamente debido a su incapacidad de control y el peligro que le puede afligir a su propia familia. Es decir, Noah presenta su “maldición” como algo externo a él, que no puede controlar, lo cual refuerza la imaginación de su hija.

Y sí, digo imaginación ya que en la última secuencia de la película, una vez el monstruo ha sido vencido por la propia Willow, se nos insinúa a través de unos escasos flashbacks que Noah, no era realmente un hombre lobo, sino una bestia – al fin y al cabo – pero completamente humana. Maltrataba indiscriminadamente a su mujer, de la cual sospechaba que tenía un affaire, y se comportaba como un auténtico cafre, pero no existía ninguna maldición externa, sino que era algo que estaba dentro de él, algo que el propio título del film ya insinúa.

Imogen (Ashley Cummings), intenta controlar la ira de su esposo.

Esto, podría haber sido una vuelta de tuerca realmente brillante por sus profundas implicaciones psicológicas. Una niña aislada que va uniendo las piezas de su traumático descubrimiento y recurre a la fantasía para sobrellevarlo, parece más que plausible sobre el papel, pero el resultado en pantalla hace ver las costuras del producto final. Muchas de las pistas que el director va desplegando a lo largo de la cinta, encajan, pero otras muchas hacen aguas. El hecho de que el trasporte de animales para un sacrificio sea el detonante de la imaginación de la niña, es demasiado confuso, ya que no se puede aplicar al conflicto real de un padre maltratador. Esto, nos hace pensar que sencillamente la niña se lo ha inventado todo de cabo a rabo, poniendo de manifiesto que quizá en el guión original no existía tal ambigüedad y se ha recurrido a ella en el último momento para dotar al film de mayor profundidad y carácter social.

A esto, se suman varios detalles del epílogo – como que la niña esté leyendo “Colmillo blanco” – que hubiesen funcionado de maravilla si se hubiesen diseminado a lo largo de la historia desde el principio como pistas parciales, y no en el último momento, como pura justificación de la “sorpresa”.

Aún así, la película es mucho más interesante que su final, y hubiese funcionado perfectamente en su conjunto sin la necesidad de intentar ser original en el último momento. Posee una fuerte personalidad en la puesta en escena, y salvo algunas anacronías injustificadas, es más que disfrutable e inmersiva. Aunque el mítico Jon Snow de “Game of Thrones” nunca acabe de despegar como gran hombre de la función – al fin y al cabo, no es realmente el protagonista de la historia – y los efectos especiales no estén a la altura, “The beast within” es una muy buena ópera prima en el terreno de la ficción, para Alexander J. Farrell, siendo una lástima los pequeños errores narrativos que impiden que sea todo lo impactante que intenta ser.

Faltará ver como trata el tiempo a esta humilde revisión del hombre lobo, y lo que las nuevas aproximaciones nos tienen preparado. Contra todo pronóstico, hay algo en este personaje que hace que hoy en día, ruja más fuerte que nunca.

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