Para ser honesta, de pequeña no era muy fanática de los mitos griegos. No es que las historias me parecieran malas ni nada, solo que me resultaban tal vez un poco aburridas. Supongo que era culpa de mis maestros. ¿Pero hoy en día? No sé qué lo provocó, lo que sí sé es que estoy obsesionada. Estatuas de mármol, quitones, filosofía estoica, poesía de Safo y el resurgimiento del helenismo... hay mucho que explorar.
No hace falta decir, entonces, que KAOS pasó a la cima de mi lista de cosas por ver tan pronto como apareció en Netflix. Por suerte para mí, no me decepcionó en lo más mínimo (elegir a Jeff Goldblum como Zeus fue un golpe de genialidad). Pero por mucho que disfruté la serie, también me dejó pensando: ¿por qué estamos tan obsesionados con la mitología griega incluso miles de años después?
La respuesta que he visto con mayor frecuencia es la del poder. Básicamente, hemos construido una visión cultural específica de la antigua Grecia como un gran imperio, cuna de la democracia, la filosofía y el arte. Es una imagen atractiva, por lo que los gobiernos quieren presentarse como herederos de ese legado. Como resultado, lo incorporan a la sociedad (especialmente en la arquitectura y la educación) para reforzar y asociarse con esa versión de Grecia.
Hay una ironía agridulce en el hecho de que las mujeres y los esclavos no estuvieran incluidos en la democracia de la antigua Grecia, pero eso es otro tema. Mientras sigamos pensando en un imperio floreciente y dejemos de lado los detalles con la excusa de que “era otra época”, incluso los peores gobiernos adquieren un poco de legitimidad. Un efecto secundario de todo esto es que los mitos de la antigua Grecia son idolatrados por todos, y están por todas partes: es natural que a la gente le encante.

Sin embargo, no creo que eso sea todo. Cuando pienso específicamente en la mitología griega, pienso en cómo retrata a la humanidad y la divinidad, y en particular, en que los dioses son imperfectos y los humanos pueden llegar a ser como dioses. No es una idea exclusiva de la mitología griega, por supuesto, pero las historias griegas antiguas han sobrevivido mucho mejor que otras mitologías. Eso significa que la mitología griega está en una posición única para ofrecer una visión alternativa del mundo en una sociedad dominada por el cristianismo y su versión en blanco y negro de la pureza y el pecado.
La distinción más borrosa entre dioses y humanos es perfecta para contar historias. No solo puedes identificarte con cada personaje de una forma negativa (Zeus podría ser fácilmente tu abuelo narcisista o Hera, tu tía manipuladora), sino también de una forma positiva: son poderosos, sabios, hermosos, etc. Pero esta relación también muestra algo más profundo: que el blanco y negro del cristianismo no refleja nuestro mundo real; porque aquí ya reina el caos.

Lo que nos lleva a la razón por la cual los mitos griegos siguen fascinándonos hoy en día: porque en realidad reflejan el desorden y la gloria del mundo real. Vivimos en un mundo alienante de edificios grises, injusticia, inestabilidad y caos general. Tampoco podemos hacer mucho al respecto. Escuchamos todo el tiempo que así es el mundo, o peor aún, que “todo está en el plan de Dios”. No hay lugar para la ira o el dolor, sólo una amarga aceptación.
Pero en la mitología griega todo es diferente.
Esta mitología no teme admitir que estamos a merced de un universo lleno de caprichos crueles y destinos ineludibles. Es deprimente, claro, pero cuando vemos esa verdad reflejada incluso en historias de hace miles de años, al menos nos sentimos un poco menos solos. Más importante aún, esas antiguas historias nos dicen que podemos defendernos. Podemos canalizar nuestro dolor y nuestra ira en resistencia. Orfeo puede intentar salvar a Eurídice. Ariadna puede amar al monstruoso Minotauro. Puede que no siempre tengamos éxito, pero si muchos de nosotros lo intentamos, tal vez uno de nosotros finalmente sea un héroe.
Después de todo, a pesar de todo ese caos que juega en nuestra contra, también es lo que hace que ocurran los milagros.

KAOS es sólo otra interpretación de todas las historias antiguas. Lo que la hace especial, sin embargo, es que resalta la humanidad de los mitos, no su gloria. Está llena de dioses corruptos y mortales torpes que los desafían (ya sea intencionalmente o no). Es ingeniosa, apasionante, reflexiva y divertida de una manera que enorgullecería a Homero. Realmente, no hay mejor serie para recordarle al público moderno por qué la mitología antigua sigue fascinándonos y por qué los mitos griegos nos siguen importando.
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