Colin Farrell está en el punto más alto de su carrera. Desde Los espíritus de la isla (2022), que le valió una nominación al Oscar, hasta el éxito de taquilla Batman ese mismo año y, ahora, con series aclamadas como Sugar y El Pingüino en 2024, Farrell acumuló tantos éxitos que la gente lo considera uno de los mejores actores de la actualidad, si no el mejor.
Sin embargo, este proceso no fue un éxito de la noche a la mañana. Si retrocedes 20 años, verás un Farrell muy diferente. Escándalos, alcohol, drogas, videos sexuales: estas eran las palabras clave que lo definían. Era furor en los tabloides, pero por todas las razones equivocadas. Sus películas eran en su mayoría fracasos de taquilla y de crítica, ya fuera Alejandro Magno, Pregúntale al polvo o Miami Vice.
En esa etapa, Farrell era visto más como una celebridad que como un actor capaz. A los 27 años, interpretó a Alejandro Magno, pero fue ridiculizado por los medios debido a su llamativo cabello rubio, su persistente acento irlandés y una actuación sin pulir. Intentó interpretar a un escritor, pero el público no lo compró como un intelectual. Intentó ser un detective duro, pero su aspecto desaliñado solo hizo que su falta de experiencia fuera más evidente. Con el peso de los escándalos y la controversia sobre sus hombros, Farrell parecía alejarse cada vez más de las expectativas iniciales que Hollywood tenía de él: convertirse en el próximo Brad Pitt. Parecía que estaba destinado a ser otra estrella joven y guapa consumida por la fama.
Lo que nadie esperaba es que Farrell estaba planeando su transformación en silencio.
El año 2008 marcó un punto de inflexión en cómo el público lo percibía. Ese año, se unió al renombrado dramaturgo irlandés Martin McDonagh en la comedia negra Escondidos en Brujas. Fue aquí donde el público descubrió su verdadero talento: su don para la comedia, su habilidad para hacer reír con gestos peculiares y ritmos inusuales. Al mismo tiempo, su intensidad como actor no quitaba la sensación de peligro necesaria al interpretar a un asesino, todo envuelto en su personalidad naturalmente encantadora. La gente no olvidaba que era un asesino por su torpeza, ni perdía el afecto por él a pesar de su brutalidad.
Escondidos en Brujas inició una fructífera colaboración: los dos irlandeses volverían a trabajar juntos en Sie7e psicópatas y Los espíritus de la isla, que muestra más los dotes actorales de Farrell, más allá de su don cómico. No es suficiente decir que McDonagh simplemente ayudó a Farrell a reinventarse. McDonagh se siente profundamente agradecido con Farrell, al manisfestar que lo que más aprecia de él es su brillantez en pantalla y su amabilidad fuera de ella.
Farrell no dependió solo de McDonagh. Durante un período más tranquilo, no tenía prisa por hacer dinero, sino que trabajó con una serie de grandes directores para mejorar discretamente su oficio. Desde Terrence Malick (El nuevo mundo) hasta Michael Mann (Miami Vice), Woody Allen (El sueño de Cassandra), Terry Gilliam (El imaginario mundo del Doctor Parnassus), Peter Weir (El camino de regreso), Guy Ritchie (Los caballeros: criminales con clase) y Sofia Coppola (El seductor), Farrell no estaba demasiado preocupado por el pago o tiempo en pantalla. Le importaba más la calidad de los directores y las películas, con la esperanza de transformarse. Y esa transformación llegó gradualmente. Aunque no fue tan repentina como la de Matthew McConaughey, si estudias el trabajo de Farrell a lo largo de los años, puedes ver claramente los frutos de su paciente esfuerzo.
Yorgos Lanthimos, director de Langosta y El sacrificio del ciervo sagrado, podría considerarse otro de los mentores de Farrell. Lo eligió para Langosta como un hombre sin atractivo sexual, quizás para subvertir las expectativas del público, pero se sorprendió de lo excepcionalmente bien que Farrell manejó el papel:
Lo que distingue a Colin es su inteligencia. Es un hombre increíblemente brillante, muy reflexivo y una persona extremadamente discreta, lo cual a veces desmiente la reputación que tenía cuando era más joven.
Farrell también sobresalió en la entrega de los diálogos altamente estilizados y no realistas de Lanthimos. Así, lo que llamó su "interpretación más aburrida jamás filmada" le valió numerosas nominaciones, incluidas una nominación a Mejor Actor en los Premios de Cine Europeo.
Así que, para el año 2022, todo estaba en su lugar. Farrell brilló en Los espíritus de la isla, no por su atractivo sexual, sino por su compleja interpretación que provocaba simpatía, frustración, empatía y risas. Su interpretación del Pingüino en Batman reflejaba la transformación que había experimentado en las últimas dos décadas: hace 20 años, podría haber sido un candidato para el papel de Bruce Wayne, pero ahora estaba dispuesto a tomar un papel menos glamoroso pero más rico en personalidad, y por lo tanto, más desafiante de llevar a cabo. Al alejarse del centro de atención hacia los márgenes, Farrell permitió que el mundo finalmente viera su inmenso talento como nunca antes.
Quizás las experiencias personales de Farrell han profundizado su entendimiento de la actuación. Su hijo James nació con el síndrome de Angelman, lo que resulta en un desarrollo tardío, problemas de habla y equilibrio, además de discapacidad intelectual. Esta experiencia como padre puede haberlo hecho madurar. En agosto de este año, fundó la Colin Farrell Foundation, con el objetivo de brindar apoyo a las personas y familias que enfrentan discapacidades intelectuales.
En definitiva, lo que impulsa el renacimiento de Colin Farrell no es otra cosa que su respeto por el oficio de la actuación. Hollywood ha consumido a innumerables jóvenes que persiguen la fama, y si a Farrell le hubiera faltado compromiso con la actuación, probablemente habría sido descartado por la despiadada industria del entretenimiento hace mucho tiempo. Su persistencia y dedicación a la actuación lo han llevado a donde está hoy, transformándose paso a paso, convirtiéndose tanto en el mejor actor de personajes como en el mejor protagonista de nuestro tiempo. Esta no es solo una historia de revelación, sino también de inspiración: si te importa lo suficiente algo y te niegas a renunciar, un día te convertirás en la persona que quieres ser.
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