The Wicker Man: la fundación de un género 

En vísperas de Halloween, vi por primera vez el clásico de folk horror aprovechando que se estrenó en Mubi. Una obra pionera del subgénero, cuyos algunos de sus últimos y más reconocidos frutos fueron Midsommar de Ari Aster o The Witch de Robert Eggers.

En The Wicker Man, la policía recibe una carta anónima de un pueblo de Inglaterra, demandando que una niña llamada Rowan Morrison desapareció. Un oficial llega a Summerisle buscando a la chica. En su recorrido se encuentra con una población cuyas costumbres están muy alejadas de un pueblo tradicional inglés.

El oficial Howie llega a Summerisle en busca de una chica supuestamente desaparecida.

Se dice que esta obra fue la fundadora del folk horror en el cine, junto con The Blood on Satan's Claw (1971) y Witchfinder General (1968). Una película que mediante la puesta en escena y el guion se configura la idiosincrasia verosímil de un pueblo perdido cuyas creencias son hacia dioses que no se corresponden con la Iglesia de Inglaterra, sino con las celtas y demás culturas que existieron previamente en el territorio.

Me vienen a la mente aquellos cuentos que engendraron el terror moderno como lo conocemos, aquellas historias de Arthur Machen, Algernon Blackwood o William Hope Hodgson que más tarde inspiraron a Lovecraft. “El gran dios Pan” o “El Wendigo”, cuentos en la que las creencias de religiones politeístas y paganas impactan en la actualidad fría y racionalizada, desencajándola. Ese mismo espíritu desemboca en The Wicked Man, tal vez sin ningún tipo de elemento sobrenatural explícito, pero sí con el extrañamiento propio de lo desconocido.

The Wicker Man” (1973) still burns as brightly as ever… – Musings of a  Middle-Aged Geek
A medida que el oficial se sumerge más en el pueblo, la extrañeza va in crescendo.

Los bailes con letras macabras y provocadoras, los jóvenes teniendo sexo al aire libre, chicas saltando por el fuego desnudas o un cordón umbilical colgado en una tumba. Mediante el diálogo, la puesta en escena y las interpretaciones de personas cuya cotidianidad está conformada por ritos, se construye un enrarecimiento que va cubriendo cada vez más al sargento de policía Neil Howie.

En ese sentido, desde el principio, la estructura de la película basada en la novela Ritual de David Pinner, está elaborada de forma inteligente. El hombre externo que se sumerge en aquella extraña cultura es uno no solo devotamente cristiano, sino un policía, alguien que representa la ley de todo un país y que busca imponerla en un lugar en donde no existe como tal.

La puesta en escena y el guion configuran la idiosincrasia del pueblo pagano.

Así, y como de alguna forma también lo haría una película de terror del mismo año, El exorcista, se juega con la idea de las religiones. La película desarma secuencia por secuencia las ideas normalizadas por la cristiandad de vida y muerte y se las pone en duda: “Él mismo fue el hijo de una virgen fecundada por un fantasma”, le dice Lord Summerisle a Howie refiriéndose a Jesús.

También se podría decir que la obra es una respuesta al ocaso del movimiento hippie. Los crímenes de la Familia Manson, la fallida Guerra de Vietnam y el Caso Watergate harían cada vez más mella en el espíritu optimista de los años sesenta, sumiendo a la sociedad en un clima de mayor pesimismo y cinismo. En la película, gente que se asimila estéticamente al hippismo es mostrada de manera decadente y hasta criminal.

En la película se ven representados distintos ritos como aquelarres.

Lo que tal vez envejeció algo mal es el exceso de canciones que puebla la película. Pero se podría argumentar que hasta eso contribuye a la atmósfera de creciente extrañeza. Los temas casi folk, casi pop, bien propios de la época de esta obra, son un elemento más de esta cultura dedicada a lo más ancestral.

Las interpretaciones de los protagonistas se adecúan más que bien a la historia que se cuenta. Edward Woodward, más conocido por producciones para la televisión, encarna muy bien a un hombre devoto y hasta ingenuo, mientras que la siempre imponente presencia de Christopher Lee se luce como el carismático líder de esta cultura.

El final quedó como uno icónico en la historia del cine de terror.

A la vez, es notoria la influencia que tuvo esta obra para la película de Ari Aster, Midsommar. Es tan notoria que hasta se podría decir que este habría querido rehacerla con su propio sello y traspolarla a los tiempos actuales. La idea de las Reinas de Mayo, sus vestimentas blancas y floridas, los sacrificios y la existencia de un pueblo que sigue teniendo ritos propios de otras épocas y culturas ya están presentes en esta obra.

Ese es tan solo un ejemplo de la influencia de una película que sentó las bases de un subgénero del terror, y que permanece como un clásico y una obra maestra más de 50 años después.


Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Peliplat y Erramundos.


Publicado el 8 de octubre del 2024, 2.26 PM | UTC-GMT -3.


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