“Jojo Rabbit” de Taika Waititi: el triunfo de la inocencia sobre el odio  

Jojo Rabbit (2019) es la sexta película del director, guionista y actor neozelandés Taika Waititi (What We Do in the Shadows, Hunt for the Wilderpeople), una adaptación libre de la novela Caging Skies de Christine Leunens. Definida como una sátira anti-odio por el propio director, el filme combina de manera arriesgada pero brillante el humor negro con una profunda reflexión sobre el fanatismo y la guerra.

Jojo Betzler (Roman Griffin Davis) es un niño alemán de 10 años, miembro de las Juventudes Hitlerianas. Un día descubre que su madre estaba ocultando una joven judía en su propia casa, lo que le hará cuestionar sus creencias acompañado de su peculiar amigo imaginario, una versión caricaturesca de Adolf Hitler (Taika Waititi).

Taika Waititi y Roman Griffin Davis en Jojo Rabbit (2019) | Fox Searchlight Pictures

Si hay algo que caracteriza a Waititi, es su capacidad para mezclar temas sumamente oscuros con el humor, creando un contraste impactante pero efectivo. Además, sabe explorar la inocencia infantil frente a esas situaciones, algo que logra no sólo en esta película, sino también en Boy (2010) y Hunt for the Wilderpeople (2016).

En Jojo Rabbit, Taika nos presenta una versión muy distinta de la Alemania Nazi que estamos acostumbrados a ver en la pantalla. A diferencia de las representaciones tradicionales de este período, las cuales suelen ser con tonos grises, oscuros y fríos, Waititi optó por una estética vibrante y colorida. Según contó el director, su investigación sobre la época había demostrado que la Alemania Nazi era inesperadamente colorida, en dónde el fervor patriótico ocultaba la realidad sombría del país. Esta visión también se puede interpretar como el adoctrinamiento del régimen, con la nación alemana vista desde los ojos de un niño.

Otro elemento que refleja ese optimismo e inocencia en Jojo es la representación de Adolf Hitler que hace el mismo director, en este caso, no como el dictador histórico, sino como su amigo imaginario. Este Hitler caricaturesco y desmesurado personifica la propaganda que el niño ha internalizado: una figura amigable y heroica que lo alienta a seguir los ideales nazis. Con cada aparición, Taika combina gestos y frases exageradas, junto con elementos visuales como la ropa demasiado grande, el exceso de gel en el pelo y los lentes de contacto notablemente falsos, para ridiculizar tanto al personaje como a su ideología.

Taika Waititi y Roman Griffin Davis en Jojo Rabbit (2019) | Fox Searchlight Pictures

Por otro lado, la madre de Jojo, Rosie (Scarlett Johansson), esconde a Elsa (Thomasin McKenzie), una joven judía, en un compartimento oculto detrás de una pared de su casa. Rosie es un personaje lleno de amor y compasión, lo que contrasta claramente con las creencias nazis que su hijo ha adoptado. A lo largo de la película, la hermosa relación entre Jojo y su madre, junto con el acercamiento que el niño va teniendo con Elsa —que al principio nace de la curiosidad y el temor, pero que pronto se transforma en empatía—, comienzan a desmantelar las creencias nazis del niño, así como su idealización de Hitler como amigo imaginario.

Scarlett Johansson y Roman Griffin Davis en Jojo Rabbit (2019) | Fox Searchlight Pictures

Con el tiempo, Jojo empieza a cuestionar lo que antes consideraba incuestionable, y la idea que tenía sobre Adolf Hitler también comienza a desmoronarse. Lo que al principio era una representación heroica y cómica se desintegra en una figura patética y desesperada, perdiendo su poder e influencia sobre Jojo. Este cambio culmina en un acto de rechazo definitivo, cuando Jojo finalmente se libera de la influencia de Hitler y de las creencias que él manifestaba.

Thomasin McKenzie, Roman Griffin Davis y Taika Waititi en Jojo Rabbit (2019) | Fox Searchlight Pictures

El baile hacia la libertad: un final lleno de esperanza

Si bien la película comienza como una comedia negra, va evolucionando hacia algo mucho más profundo. A medida que la trama avanza, el humor ácido da paso a momentos de inmensa carga emocional, como la muerte de Rosie o el bombardeo que arrasa la ciudad de Jojo. Estas escenas no solo nos muestran la brutalidad de la guerra, sino que también marcan puntos de quiebre en la vida del protagonista.

Como en un coming of age, vemos la transformación y crecimiento de Jojo, quién luego del dolor, la confusión y la pérdida, comprende que las ideas que había internalizado sobre los judíos no eran más que mentiras propagandísticas. La relación fraternal que desarrolla con Elsa lo obliga a enfrentar la realidad de lo que significa ser verdaderamente humano, más allá de las etiquetas impuestas por el odio, encontrando en ella un refugio de comprensión y humanidad. Asimismo, Elsa encuentra en Jojo una chispa de inocencia en medio de tanta oscuridad.

El punto emocional mas alto se alcanza en la escena final, cuando ambos personajes, después de soportar el peso del odio y la guerra, bailan al ritmo de "Heroes" de David Bowie. Este momento no es solo un respiro después del caos, sino una celebración de la vida, un renacimiento simbólico y una expresión de libertad para ambos.

Roman Griffin Davis y Thomasin McKenzie en la escena final de Jojo Rabbit (2019) | Fox Searchlight Pictures

Deja que todo te pase, la belleza y el terror. Solo sigue adelante. Ningún sentimiento es final.

Con esta cita del poeta Rainer Maria Milke, el director finaliza la película. Estas palabras encapsulan el mensaje que Taika Waititi nos ha regalado. Nos recuerdan que la vida, en su complejidad, está llena de altibajos, de belleza y sufrimiento. Y que, al final, lo importante es seguir adelante, encontrar luz en medio de la oscuridad y nunca dejarse vencer por el odio.

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