Easy Rider: Buscando un símbolo de paz

I.

Una película de confort es, para mí, un lugar donde descansar a gusto. Hay películas para todos y todas, cada quien sabrá con cuál disfrutar. Entre las muchas que puedo elegir, brilla Busco mi destino (Easy Rider, 1969).

Hay varias cuestiones que la justifican; entre ellas, su comienzo dealer: con el tanque de combustible de la moto de Peter Fonda, pintado con los colores de la bandera norteamericana, escondite perfecto para el dinero de la cocaína. Inmediatamente después, el inicio rockero con Steppenwolf (“Born to Be Wilde”) y las motos rugiendo por la ruta. El encanto es irresistible, invita a viajar. ¡Y en el doble sentido! En este punto, vale recordar esa otra película de confort, melliza en más de un sentido, que es The Trip (1967, Roger Corman), también con Peter Fonda y Jack Nicholson (en el guion).

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II.

También elijo Easy Rider porque es parte de un cine genial. Está en el umbral de los años ’70, y durante esa década Hollywood conocerá la etapa más autoral de su historia. El film de Dennis Hopper se codea también con otras películas preciosas, surgidas en ese mismo momento irrepetible: Bonnie and Clyde (1967, Arthur Penn), Targets (1967, Peter Bogdanovich), Greetings (1968, Brian De Palma), The Night of the Living Dead (1968, George Romero), Faces (1968, John Cassavetes), Who’s That Knocking at My Door (1968, Martin Scorsese), entre otras.

Otra cuestión ligada es la del cine independiente y de bajo presupuesto. Lo que supuso una transgresión al modo de hacer tradicional: sin grandes estrellas y por fuera del verosímil clásico; con otras temáticas, más realistas, y un despliegue estético acorde a esta premisa. Incluso Jack Nicholson se volvió más conocido para el público a partir de este film (al que accedió luego de que el protagonista original (Rip Torn) se negara a intervenir).

Por otra parte, Easy Rider es una de las primeras películas en basar su temática en el viajero y la ruta, y en instaurar, así, el género de las road-movies (que tiene en figuras como Wim Wenders a uno de sus máximos exponentes).

Y la elijo también porque Steppenwolf es apenas el comienzo de una nómina musical bellamente rockera: Jimmy Hendrix, The Band, Roger McGuinn, The Byrds, entre otros.

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III.

A grandes rasgos, el film es la historia de Wyatt (Peter Fonda) y Billy (Dennis Hopper), dos motoqueros que, con el dinero obtenido tras una venta de cocaína, se dedican a recorrer Estados Unidos con la intención de llegar al Mardi Gras, la fiesta de carnaval que se celebra en Nueva Orleans. Sus nombres remiten a los legendarios Wyatt Earp y Billy the Kid, a la manera de cowboys que ahora montan motos y reemplazan el suelo polvoriento por el del pavimento.

El viaje de Wyatt y Billy es metáfora del espíritu rebelde de la época, identificado en las conductas marginales, en la amistad con los campesinos mexicanos, la comunidad hippie, las prostitutas, y un abogado joven y descarriado. Éste, George (Jack Nicholson), personifica la traición a su familia y a los valores de los que ha tenido que formar parte: su viejo casco de jugador de “football”, de colegio privado, le protege ahora la cabeza con otros fines: acompañar a sus amigos en motocicleta.

IV.

Pero no todo es risueño. El montaje de Easy Rider presagia algo raro, a través de flash-forwards y un devenir argumental angustiante. El arribo a Mardi Gras, en este sentido, es irónico, hasta tal punto que solo el LSD se presenta como escapatoria, salida o respuesta, en una de las secuencias más fascinantes del cine de los ’60: en un cementerio, con prostitutas, y un montaje inconexo.

La alusión a las drogas es cierta en más de un sentido, habida cuenta del consumo que durante el rodaje Hopper y equipo practicaron. Lo que obligó a aguzar el ingenio durante la etapa del montaje y encontrar estructura a un relato que desvariaba. Alabanzas, por eso, al guionista Terry Southern y al montajista Donn Cambern. ¡Y al gran Dennis Hopper!

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V.

Easy Rider es fiel al tan mentado slogan -que pocas películas asumieron- de “Sexo, Drogas & Rock”.

Eso sí, una vez sucedido el final, quedamos sumidos en el silencio.

Ante un fuego llameante.

Que promete virtud para determinados ideales.

Leandro Arteaga

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Agus in films
Agus in films
 · 17 de noviembre de 2024
Hermoso escrito Leandro, siempre es un gusto leerte y escucharte, con tanta fascinación por las imágenes
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