Alucinaciones, Sueños y Narrativas Hipnóticas

Seguimos en la exploración sobre la AI y el cine y las seires.
Pero vamos más allá. Nos detendremos en los viejos y nunca vencidos tópicos preferidos de artistas, psicoanalistas, y antropólogos (entre otros que incluyen físicos cuánticos, místicos de todas las eras, chamanes de América y apasionados por los misterios.
Sabemos que en el arte, el cine y la mitología, los monstruos han (y lo harán siempre) simbolizado nuestros miedos más profundos, nuestras ansiedades colectivas y, a menudo, la parte más sombría de nuestra imaginación.

La frase que guía este breve estudio corresponde al pintor Francisco de Goya y reza lo siguiente:
"El sueño de la razón produce monstruos",
Y la misma captura en apariencia esta idea a la perfección: cuando la racionalidad se suspende, ya sea por el sueño, la locura o el caos creativo, emergen figuras fantásticas y aterradoras. Pero fue esto lo que quiso decir? Podría ser justamente lo contrario…
Y entonces, ¿qué sucede cuando la inteligencia artificial alucina? (porque lo hace y mucho)

¿Es posible que las máquinas, en sus intentos de comprender nuestro mundo, creen sus propios monstruos?
Yo creo que sí. Estoy convencido de ello. Y aquí apuesto fuerte: Creo que existe un mundo de irracionalidad cibernética en donde las maquinas, los sistemas integrados, incluso los algoritmos, sufren de demencia, tienen pánico, buscan explicaciones y se automedican con fórmulas matemáticas para auto inducirse estados alucinógenos.
Podría ser incluso que existieran “dealers” tecnológicos intra numéricos que desde su lógica binaria o multidimensional, provean -a cambio de vaya a saber qué clase de “moneda”, diversas drogas subatómicas, alfanuméricas y pisco-activos cuánticos para una nueva generación de máquinas aburridas y hastiadas que buscan nuevos horizontes.

Y, si esto es efectivamente así, ¿cómo se conecta esto con las alucinaciones humanas que han inspirado tantas obras cinematográficas, desde el surrealismo de Donnie Darko hasta el éxtasis visual de Pink Floyd: The Wall?
En este artículo (tan raro como los anteriores), exploramos el fascinante y en extremo raro cruce entre las alucinaciones humanas y artificiales. Porque de eso se trata: la trama secreta e invisible que une lo humano y sus creaciones: las maquinas.
Y aquí veremos como cómo el cine y la mitología han sido un vehículo perfecto para explorar estos reinos inexplorados.

Las alucinaciones de la IA: Monstruos digitales en un caos de datos
Cuando en este contexto hablamos de "alucinaciones" (o delirios) en inteligencia artificial, nos referimos a los momentos (muchos) en los que un sistema genera resultados inesperados o ilógicos, como identificar patrones que no existen o interpretar datos de formas extrañas.
Estas fallas (glitch – roturas – transposiciones) no solo son un reflejo de la complejidad del proceso de aprendizaje automático, sino que también evocan preguntas sobre los límites entre lo real y lo imaginado.
Por ejemplo, los sistemas generativos de imágenes, como DALL·E o Stable Diffusion, a menudo producen criaturas, entes, situaciones y lugares que son a la vez inquietantes y fascinantes: híbridos imposibles, caras deformadas, o paisajes que parecen sacados de un sueño febril.
En este contexto, podríamos pensar que la IA también sueña (que diría Freud?), aunque lo haga a través de datos y algoritmos en lugar de emociones y recuerdos.

Estas alucinaciones mecánicas tienen un paralelo directo con los procesos creativos humanos.
Los autores de ciencia ficción clásicos de fantasía y terror —desde H.P. Lovecraft (creador del famoso Cthulhu… hasta Philip K. Dick— han construido mundos enteros a partir de sus propias alucinaciones imaginativas.
El resultado son , entre tantas cosas, monstruos y monstruosidades que no solo nos asustan, sino que también nos hacen reflexionar sobre nuestra propia naturaleza que es a veces, monstruosa…
El cine como vehículo de alucinaciones colectivas

El cine y las series han sido, históricamente, uno de los medios más efectivos para dar forma a las alucinaciones humanas y compartirlas de manera colectiva, especialmente por su característica multisensorial.
Algunas de estas películas y series se han convertido en auténticos viajes psicodélicos demenciales que desdibujan las líneas entre la realidad, los sueños y las pesadillas.
Pongamos como ejemplo a la emblemática y rarísima Donnie Darko (2001), dirigida por Richard Kelly, que combina física cuántica, visiones apocalípticas y el concepto de realidades alternas en un relato alucinante que deja al espectador con más preguntas que respuestas y un poco alucinado y otro poco consternado.
De manera similar, Pink Floyd: The Wall (1982) dirgida por Alan Parker, utiliza un collage de animación y música para explorar las fracturas de la mente humana sobre la base de la música de la banda, logrando un efecto único que distorsiona la realidad mientras que a la vez la presenta descarnadamente.

En el interesante cine japonés de animación, hay obras como Paprika (2006) y Perfect Blue (1997), ambas dirigidas por Satoshi Kon, que son notables ejemplos de cómo las alucinaciones y los sueños se convierten en narrativa logrando que nos pongamos a leer entrelineas y buscar el sentido de lo profundo mientras disfrutamos de la forma y el sentido de su estética y su impronta.

Estas películas justamente nos muestran cómo el subconsciente puede ser un lugar tanto de terror como de belleza, y a la vez un espacio donde las identidades se desmoronan y los límites entre lo real y lo ficticio colapsan. Al fin y al cabo, la mente es un misterio,.

También en películas de ciencia ficción distopicas como Dark City (1998) y The Matrix (1999), ambas hermandas en tiempo y espacio, llevan este concepto al terreno de la ciencia ficción, explorando mundos simulados que reflejan nuestra obsesión por comprender, y tal vez controlar, la naturaleza de la realidad.
Monstruos mitológicos y tecnológicos: Los sueños de la razón
La mitología, como eterna fuente de inspiración y simbolismo, está llena de monstruos que nacen del caos y los sueños.

Desde el Minotauro griego, una criatura que habita en un laberinto, hasta los dragones de la mitología china, estas figuras han sido interpretadas como manifestaciones de nuestros miedos y deseos más profundos. Representan por lo tanto nuestras identidades monstruosas, deformes, anacrónicas, bestiales y caóticamente horrorosas o bellamente seductoras.
En el contexto de la inteligencia artificial, los monstruos se transforman en códigos y algoritmos, igual de incomprensibles como los dioses y las hadas.
En el cine, esta idea ha sido explorada en películas como Ex Machina (2014), donde una IA llamada Ava desafía a sus creadores con una humanidad tan convincente como perturbadora, y Her (2013), donde la conexión emocional entre un hombre y su sistema operativo desata una reflexión sobre la soledad y el amor. Estas películas, que ya hemos citado en artículos anteriores nos remiten a posibilidades que no son tan lejanas ni tan imposibles… y cada vez menos

Estos monstruos digitales no son solo antagonistas posibles del héroe o la heroína de turno; también son espejos, némesis conceptuales que reflejan nuestra relación con la tecnología y nos obligan a enfrentar preguntas éticas y filosóficas:
\¿Qué significa ser humano? ¿Qué sucede cuando nuestras creaciones comienzan a soñar por sí mismas?
Las implicancias del cine alucinógeno impulsado por IA
En el futuro del cine generativo (que está a la vuelta de la esquina), donde la inteligencia artificial podría diseñar narrativas personalizadas para cada espectador, las alucinaciones podrían convertirse en un recurso clave para la creatividad. Y ya esta sucediendo…
Como venimos sugiriendo o directamente vaticinando, los usuarios podrían utilizar prompts como "diseña un mundo que combine las pesadillas de Lovecraft con el surrealismo de Dalí y la música de Luis Miguel con personajes mitad animados y mitad realistas que intentan desmoronar el amor a través de un hongo extraterrestre", y la IA generaría una película completa basada en esa visión.

Las narrativas posibles podrían volverse cada vez más fragmentadas e inmersivas, transformándose en experiencias sensoriales que desafíen las convenciones de la narrativa línea un poco como los libros de Elige tu propia aventura tan en boga en los años ochenta.
En este sentido, el cine alucinógeno (así como un hongo )se convertiría en un nuevo género o una nueva variación, uno que no solo se consume, sino que se experimenta de manera personal y única. Es decir: se produce, se crea, se transmite, se comparte…

Podría este tipo de cine también servir como herramienta terapéutica?, por ejemplo ayudando a los usuarios a explorar sus propios miedos, deseos y traumas a través de mundos oníricos generados por IA. Quien sabe? Es posible. O también podría sumirnos en el caos total. Depende de nosotros.
El cine y la IA como un reflejo de la mente humana
Como siempre, en última instancia, las alucinaciones, ya sean humanas o artificiales, nos recuerdan que la creatividad nace del caos. Y de eso no tengo ninguna duda.

La frase de Goya sigue siendo una advertencia, pero también una invitación: cuando dejamos que la razón duerma, permitimos que los monstruos salgan a jugar, y esos monstruos son esenciales para entender quiénes somos. Eso si, o los enfrentamos o nos devoran…
La inteligencia artificial, con sus sueños de datos y algoritmos, se está convirtiendo en una nueva forma de explorar este caos creativo. Quizás se esté formando una entidad supra natural energética que con el tiempo devendrá en la casta de dioses de la AI.
Y en el cine (y la series), como siempre, encontraremos un espejo no siempre perfecto pero siempre interesante donde contemplar nuestras alucinaciones colectivas y personales, descubriendo, tal vez, que los monstruos no son más que otra forma de contar historias.
¿Quién está listo para soñar con monstruos en la pantalla grande?





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