Todos sabemos que la primera regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha. También sabemos que la segunda regla del club de la lucha es que no se habla del club de la lucha. Pero ¿conocemos cual es la tercera regla? La mayoría seguramente tendría que ver nuevamente la película para poder recordarlo. Pues así de desapercibido ha pasado el verdadero mensaje que acecha detrás del personaje de Tyler Durden.
Es normal en estos tiempos idealizar a los anti-héroes. Pasamos de Superman o John Wayne a The Punisher y Clint Eastwood. Del héroe con fuertes valores morales al anti-héroe sin escrúpulos y atormentado. Dentro de esta categoría encontramos a Tyler Durden, personaje que en su día de estreno en el Festival de Venecia asqueó al gran público, agitó las aguas de la critica e hizo levantar una ceja a la industria de cine. Años después, estas detracciones se comenzaron a convertir en señales de admiración, un ferviente entusiasmo devenido a un personaje que, no solo le gusta resolver todo con sarcasmo y violencia, sino que se caracteriza por un carisma y magnetismo digno del mismo Brad Pitt.

Por esto mismo, usaremos al famoso e idealizado personaje de Tyler para ahondar en las razones por las que a nosotros, el gran público moderno, nos fascinan tanto estos personajes que son cuanto menos problemáticos. Y como, a pesar de los enormes intentos de los escritores, se nos pasa completamente de largo su significado real.
El Perfecto Espejo de una Sociedad Rota
En la antigua Grecia se admiraban a los héroes perfectos y se usaban a los imperfectos para meditar sobre los advenimientos de la moral y la justicia. Pero no estamos en la antigua Grecia. Hoy en día no nos interesa tanto las figuras de Heracles, Ulises o Aquiles. Desviamos las miradas desde reyes y guerreros hacia mafiosos y narcotraficantes. Nos interesa mucho mas un Tony Soprano o Walter White, porque en realidad, al final del día se nos hace mucho mas entretenido.
Después de todo no vivimos en la idílica sociedad de la Grecia clásica, que recordemos amaban tanto el conocimiento y las leyes como amaban a los esclavos y las guerras. Muy por el contrario, vivimos en “una sociedad”, como dicen los innumerables memes de Joker que hay por Twitter. Una sociedad marcada por contradicciones sociales, económicas y políticas. Una sociedad muy parecida a la sociedad presentada en el Club de la Lucha. Y nosotros no somos mas que ciudadanos, meros personajes secundarios que pasan la vida trabajando, endeudándose y sobreviviendo a las mareas diarias con solo un salario mínimo. Tal como el protagonista de la película.
Esta sería la primera gran razón por la que sentimos tal fascinación hacia este tipo de personajes. Entonces, estos anti-héroes son presentados como producto directo de las injusticias y contradicciones que existen en nuestra sociedad. Y podemos distinguir al menos tres clases.
En primer lugar pensemos en los empresarios individualistas, quienes no les tiembla el pulso para poner en riesgo la vida de una familia entera con el fin de cumplir el objetivo final que nos dicta el sistema: ganar plata. Personajes tan emblemáticos como Charles Foster Kane (ciudadano Kane), Daniel Plainview (There Will Be Blood) o Jordan Belfort (El Lobo de Wall Street) son grandes ejemplos de este arquetipo tan seductor como problemático. También tenemos al mismo Mark Zuckerberg en la famosa adaptación de David Fincher, personaje que se aprovecha de los mecanismos del sistema para cumplir su ambicioso objetivo individual a costa de todo y de todos, incluyendo, su única amistad real en el mundo. Es interesante como todos estos personajes están casualmente inspirados (de forma directa o indirecta) en magnates multimillonarios de la historia de Estados Unidos ¿coincidencia?.
Por otro lado, tenemos a los personajes alienados y violentos. Personajes que no tuvieron tanto éxito en la trepidante y sangrienta carrera del sueño americano. Existen una serie de anti-héroes que han sido pisoteados por el sistema de forma tan violenta que no han tenido otra opción mas que alienarse en su propio vacío existencial, y devolver la misma cantidad de violencia a la sociedad. En esta categoría podemos encontrar a Alex DeLarge de la Naranja Mecánica, o a Travis Bickle de Taxi Driver. Personajes marcados por tal cantidad de frustración social y de soledad, que no nos extraña que caigan en una debacle psicótica de violencia y sangre al final de sus películas.
Al final, tenemos al personaje que, por un lado no tiene realmente éxito dentro de la sociedad, pero tampoco puede considerarse un perfecto fracasado. Personajes que están justo en el limbo, en la zona de confort, en el punto medio donde nos encontramos la mayoría de los espectadores. Si bien la mayoría de estos personajes se encuentran suspendidos en una clase media, y clase media acomodada como el mismo Walter White o Dexter, existen casos como los de Patrick Bateman. Todos estos personajes han vivido una vida donde se supieron adaptar al sistema, y por esto mismo, comenzaron un lento proceso de alienación que los quebró profundamente. Dentro de estos desvalidos (des)adaptados se encuentra nuestro querido Tyler Durden.
Como ya hemos visto, los anti-héroes, así como muchas de las figuras del villano moderno, se basan en la relación que tienen con la sociedad, o mejor dicho, con las contradicciones de su sociedad. Por esto mismo, podemos empatizar (mas no simpatizar, cuidadito con eso) con el desarrollo de estos personajes. Entendemos sus frustraciones, y su deseo por hacer prevalecer su visión de la justicia, por mas distorsionada que pueda ser esta. En este sentido, no se hace de extrañar que un personaje tan carismático, rebelde y anti-sistema como lo es Tyler llegue a calar tan profundo en en corazón de la cultura pop.
Lo Bueno, lo Malo y lo ¿Gay?
Al principio de la película se nos presenta el personaje de El Narrador, interpretado por Edward Norton. Estas primeras escenas nos sirven para posicionar al personaje en un estado profundo de alienación. Una desconexión total con el trabajo, con su mundo social, y una especie de escape castrado a través del acto de consumir frenéticamente mercancías para el hogar.
Aquí se nos presenta el primer problema de la película; para El Narrador, la vida es una serie consecutiva de lo mismo, una copia de una copia de una copia. Y su único modo de recuperar un ápice de control, aunque sea ilusorio, es en el acto del consumo, que al final del día, no le llena de ninguna forma.
En este sentido, y durante esta degradación profunda del personaje, es que aparece por arte de magia Tyler. Un sexy, carismático y misterioso sujeto que muestra especial interés en nuestro protagonista. Y en principio es fácil entender la fascinación que adquiere El Narrador hacia este personaje, después de todo tiene la cara de Brad Pitt de los años 90s, pero además, comienza a cuestionar con énfasis el modo de vida consumista que tiene nuestro protagonista. Revelando que esa búsqueda de sentido se infértil y degradante. Y desarmando completamente al personaje principal, mostrándole el hueco en el que se encuentra atrapado. Y al sentirnos tan identificados con el personaje principal, estas cachetadas existenciales que le proporciona Tyler, también la recibimos nosotros como espectadores.
Hasta ahora, todo parece ir por buen camino. Después de todo una critica al consumismo desenfrenado no puede ser vista como algo negativo ¿cierto? Pues, es justo aquí cuando Tyler comienza a presentarnos sus alternativas un tanto extremas. Proponiendo una nueva dinámica de consumo basada en los atributos socialmente masculinos.

Volviendo al inicio de la película, se nos presenta una escena de lo mas interesante. El personaje principal conocido como El Narrador asiste a una reunión para sobrevivientes del cáncer de testículo. En esta reunión podemos ver a un variopinto numero de personajes literalmente castrados. Entre ellos se encuentra Bob, un hombre tan castrado que es incapaz de producir testosterona, trayendo como resultado el crecimiento de glándulas mamarias.
Este personaje se encuentra tan frustrado por su (des)masculinización que termina uniéndose al club de la lucha a que forman nuestros protagonistas. Lugar que enaltece las nociones sociales de la hiper-masculinidad. Bob, al igual que muchos otros personajes castrados, deciden dejar a tras al club donde se sientan a hablar de sus sentimientos, y deciden unirse a uno donde expresen sus frustraciones a través de la violencia. Como si, la única manera de relacionarse masculinamente sea a través de los puñetazos y la auto-destrucción.
Tyler se presenta como una especie de mesías moderno, o la figura de un segundo padre que pueda guiar a estos personajes a una suerte de redención, o, lo que es lo mismo en este película, una venganza. Desvalorizando las ideales de consumo frenético de objetos inanimados, y sustituyéndolos con un nuevo ideal de consumo, basado enteramente en la destrucción de dichos objetos. Tyler ya no es un líder, se ha convertido en un ideal en contra del sistema que ha castrado el espíritu de estos hombres. Que por alguna razón, deciden que agarrarse en el piso semi desnudos es una actividad mucho mas masculino (y por lo tanto menos gay) que sentarse a hablar de sus frustraciones.
El Marketing de la Rebeldía Vacía
Ahora bien, basta con ver una vez la película para entender que se trata de una película violenta. Sin embargo, no es tan fácil entender las razones de dicha violencia. Si bien algunos podrían argumentar que es solo violencia sin sentido, como muchas películas espectaculares de Hollywood nos han presentado, en el Club de la Lucha esta violencia sirve a un sentido muy particular. Y es que contrario a las campañas publicitarias sobre el consumo tradicional, construir tu casa, como quería el Narrador al principio, el club de la lucha se enmarca en una campaña publicitaria, muy efectiva deberíamos decir, que se basa en la violencia como vehículo para el sentido y auto-superación.
Cada personaje miembro del Club se presenta como un hombre, joven o mayor, que siente una profunda carencia en su vida. El Club de la Lucha se presenta no menos que un producto a consumir, una marca y mas adelante incluso una franquicia, al mas estilo del mercado capitalista posible. De este modo, Tyler realmente esta abrazando el medio que le ocasionó a todos estos hombres su castración existencial, y se los esta vendiendo de vuelta. Como una coca-cola con un nuevo sabor, pero una coca-cola al fin y al cabo. Y es este medio lo que hace que la operación de Tyler resulte tan exitosa al final de la historia.
Si bien se puede definir a Tyler como un Anarquista, pues su plan no es otro que destruir las compañías de bancos del país, para que la liquidez de la economía se vaya por los suelos y se pierda la organización social tal como la conocemos. También es verdad que el personaje es la máxima expresión de los mismos medios de opresión que quiere destruir. No solo utiliza estos mismos medios para explotar a sus adeptos, sino que ocasiona el mismo resultado que en la sociedad. Sus seguidores se despojan completamente de toda personalidad e identidad. Se rapan el pelo y visten iguales, se convierten en sujetos alienados, ya no para la sociedad, sino para los ideales de Tyler. Repitiendo el ciclo de explotación solamente que ahora no están dentro de corporaciones y ministerios, sino que se encuentran dentro del club.
Y así como sus seguidores en la película se alienan en estos ideales de destrucción hiper-masculina, los adeptos en la vida real se convirtieron en una versión mas light y descafeinada de esos mismos seguidores. En el mundo real existen personas que idealizan y enaltecen los valores de Tyler porque se encuentran igual de castrados que los miembros del Club. Y he aquí lo realmente peligroso de no entender a este personaje.
La industria del entretenimiento funciona como una empresa, dicho de otro modo, buscarán por sobre todas las cosas el profit o la ganancia. Si estrenan una película y venden figuras de sus personajes no es para incitar a una revolución contra el sistema, sino, por el contrario, para explotar las castraciones de los consumidores que los lleva a admirar a un personaje anti-sistema, y sacar un buen redito de esto.
Los ideales de personajes como Tyler, con moral ambigua y abiertamente anti-sistema, puede resultar refrescante, y hasta cierto punto, ayuda a enmarcar una critica necesaria hacia el sistema en el que vivimos. Pero, y a pesar de todo esto, tanto los valores impresos en el personaje como su representación en la cultura popular resultan totalmente antitéticas a las intenciones de su mismo creador. Ya que el escritor Chuck Palahniuk creó a Tyler con la intención de criticar la cultura consumista de la masculinidad toxica, de las búsqueda de respuesta por medio de la violencia sin sentido, y el peligro inminente que existe en el acto de adorar e idealizar personajes que abrazan la cultura extremista de la auto-destrucción.

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