Sobre Red Rocket (2021) de Sean Baker 

Mikey Saber, el protagonista de Red Rocket, aparece en la película como si fuera el hombre que viene de ninguna parte del western, pero con jeans chupines. Llega en colectivo y sin nada a Texas City, una ciudad en el Sureste de Texas, golpeando la puerta de Lexi y su madre Lil. La película rápido nos va dando trazos del pasado del tipo, que tuvo que salir eyectado con urgencia de Los Ángeles (el relato de MIkey de cómo llegó a eso es atropellado y no se entiende mucho), que Texas City es su ciudad natal, que alguna vez estuvo casado con Lexi, que en Los Ángeles fue estrella porno. Es muy bueno cómo la película le da al espectador este último dato clave sobre Mikey, dentro de un montaje paralelo de entrevistas de trabajo frustradas (Mikey llega a Texas City con apenas 22 dólares y sale a buscar trabajo de cualquier cosa para intentar ponerse nuevamente en pie), que llegan a un callejón sin salida cuando, en un último manotazo por conseguir cada uno de esos trabajos, Mikey decide sincerarse contándole a la persona que lo está entrevistando sobre quién era, los invita a Googlear su nombre artístico que conduce inevitablemente a PornHub, suponemos que buscando que así alguien termine de comprender que es alguien que está empezando de nuevo de cero y se anime a darle trabajo. En todos los casos, el sinceramiento solamente agrava y termina de liquidar sus posibilidades de que le den el trabajo.

Así la película establece que en Texas City, para un tipo como Mikey, pasados los cuarenta, con un pasado en el porno y la condena social que eso arrastra, no hay chances de conseguir un trabajo de 9 a 5 así sea en el puesto más básico de la industria de servicios. Entonces Mikey decide ir a ver a Leondria, una dealer y vieja conocida suya, y ella sí se arriesga a darle un trabajo como dealer minorista de marihuana. Nadie tiene mucha fe en Mikey, tampoco Leondria, que cree que él mismo se va a terminar fumando el puñado de porro que le da para hacerse de abajo. Pero Mikey sin embargo hace pie como dealer y establece unas primeras bases, con lo cual la película también puede pasar a otro tiempo que ya no es el de la urgencia, sosteniéndose en una serie de talentos tanto de Mikey, como del actor, Simon Rex, como de su director, Sean Baker.

Una de esas virtudes es el movimiento. Red Rocket es una película que se mueve constantemente en el espacio. Incluso los medios de transporte adquieren un papel importante: empezando por el colectivo en el que llega Mikey, el auto por el que se acerca a su vecino más joven, Lonnie, la camioneta sin ruedas de otro ex esposo que duerme en el jardín de la casa de Lexi y de Lil, la bicicleta en la que se termina transportando Mikey, la camioneta en la que lo lleva Strawberry, la chica del negocio de donas y que es un espacio clave en el desarrollo de su relación. Con este movimiento la película también se va abriendo a un cuadro más amplio formado por estos personajes secundarios a los que se va pegando Mikey, y de hecho es como si por un trecho la narración funcionara creciendo hacia los costados, a base de repeticiones de encuentros en los que Baker logra escenas que condensan una pequeña partícula de relato sin permitir por eso que el guión apure las situaciones y los actores a ir a un punto que quisiera señalar, dedicándose en definitiva a filmar escenas, escenas en los que el avance dramático sucede en secreto, sin coartar la gracia o las cualidades particulares del momento.

Uno hasta podría decir que en este trecho, cuando Mikey establece sus bases, tiene algo de plata y hasta puede aportar dinero a la muy precaria economía de Lil y Lexi, cuando entonces empieza a moverse para ampliar mínimamente su comunidad en esta ciudad a la que volvió sin nada, la película entra en una etapa luminosa. Hay un tercer elemento que entra en juego y que me parece uno de los puntos claves de la película, que es el carisma de Mikey. El carisma siempre fue uno de los elementos distintivos del cine americano, el extraordinario carisma de sus actores y actrices y su capacidad para delegarlo en los personajes que representan, que hace que entre otras cosas cuando hablamos de una película tantas veces, al referirnos a un personaje, digamos el nombre del actor o la actriz que lo encarna (“la escena en la que muere Al Pacino…”, etcétera). Lo interesante, curioso en Red Rocket es que estamos ante un personaje de un carisma ambiguo, ambivalente. Es como si el actor le aportara su carisma a un personaje que no lo es tanto. O porque esta es una película en la que el carisma está puesto en cuestión. Mikey es más bien una puesta en performance constante de ese carisma que a cambio le permite obtener ciertos beneficios. En la larga primera escena cuando llega a la casa de Lexi, la película de hecho lo presenta en torno a esa habilidad para el habla persuasiva con la que al final rompe las barreras de ella y logra que lo dejen acovacharse un tiempo con ellas. Con su vecino Lonnie, se gana su amistad para aprovechar la movilidad de los viajes en auto que cada tanto Lonnie encara para el centro, y de paso tener alguien a quien hablarle torrencialmente de sí mismo. Claro que el clímax de esta ambigüedad sobre Mikey aparece cuando conoce a Strawberry, la colorada que atiende el local de donas y que lo deja tecleando con su belleza. Mikey queda loco con la chica y la seduce con una tenacidad total, mientras de paso aprovecha el local como una locación muy favorable para venderle droga a los obreros que paran a desayunar ahí antes de ir a trabajar por la zona. Cuando al fin se enganchan y empiezan a coger, Mikey no tarda un segundo en concebir el plan de volverse con ella a Los Ángeles y reactivar juntos una carrera en el porno.

La pregunta, o quizá, mejor dicho, lo que parece ser la pregunta para una película americana contemporánea, es qué hacer con este personaje, en qué medida la película se permite seguir aferrada a la soberanía de Mikey, o se dedica en cambio a tomar con pinzas su ética y emprender algún tipo de distanciamiento, juicio o castigo. Hay varios diálogos en los que Mikey le cuenta a Lonnie, mientras le habla de cómo coge con Strawberry, de ciertos tips o secretos que se revelan al coger, en parlamentos en los que se refiere a esto que para él, con su experiencia, es “toda una técnica”. Claro que esta otra industria que lo retrata, la del cine, también tiene sus técnicas y sus trucos, y a mí me parece que Baker es un tipo astuto que advierte que va por una vía incómoda, y necesita decir que no es lo mismo un pícaro que un tipo que sueña con volverse a Los Ángeles a explotar la chica de 18 años que se enamoró de él. Y entonces despliega una serie de escenas para afirmar la oscuridad de Mikey. La primera es una escena que parece solamente fabricada para esto, en la que Mikey y Lonnie van al mall y la película los separa por unos minutos para que luego Mikey pueda espiar cómo Lonnie se hace pasar por veterano de guerra para vender no sé qué. Mikey lo ve de lejos mientras unos tipos lo deschavan y atosigan y decide abandonar el mall sin intervenir en el conflicto. Baker lo deja contemplar la situación un rato, y estos segundos le sirven para subrayar que Mikey toma la decisión de no ayudar a Lonnie.

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