Eres un guerrero que ha estado viajando sin rumbo hace un tiempo. Cansado de vagar te quedas unos días en una pequeña aldea al borde de un cañón. Los residentes parecen ser muy amables y te reciben con calidez, aunque notas un semblante triste y de terror en ellos. De repente, un enorme dragón rojo ataca la pequeña aldea, este era el mal que mantenía al pueblo en un constante miedo. Todos huyen despavoridos, los más valientes solo llegan a abrazar a los niños, con la esperanza de poder salvarlos de un fuego abrazador.
Como si fuera un reflejo de tu cuerpo, corres y te plantas frente al terrible dragón. Sus ojos se posicionan en ti, sientes la ráfaga de su ardiente respiración golpearte la cara, pero luego de unos eternos segundos, se da la vuelta y se va.
Los aldeanos vitorean, al fin, luego de quien sabe cuanto tiempo, alguien se enfrentó al dragón y pueden vivir en paz. Te toman como su héroe, te dan alojamiento y comida, los adultos te admiran y los niños quieren ser tan fueres y valientes como tú cuando crezcan. Han pasado 3 años desde entonces, el pueblo crece de manera próspera y los aldeanos aún no saben… que en realidad te paralizaste de miedo aquel día… y que la sola idea de que el dragón vuelva a atacar y descubran tu farsa, te carcome en culpa y terror.
Ahora dos hechiceras han llegado al pueblo y te exigen que derrotes al dragón de una vez para poder acompañarlas. Puedes aceptar, enfrentarte al dragón, liberar al pueblo de su amenaza o morir en el intento. O podrías negarte y huir, pero eso confirmaría tu mayor miedo, que eres un impostor, que no mereces tu título de héroe y que, además, no puedes proteger a esa buena gente que tanto te ha cuidado y a la que tanto le debes.
Esto le sucedió a Stark, un personaje del anime de fantasía medieval llamado Sousou No Frieren pero, ¿Alguna vez te pasó algo similar? Quizás una mezcla de tus decisiones y el azar te pusieron en una situación parecida. Entrenaste y trabajaste duro por mucho tiempo para desarrollar una habilidad, ahora debes ponerla a prueba, habrá gente que juzgará tu desempeño y entonces se te cruza la pregunta… ¿estoy listo?
El miedo te paraliza, comienzas a pensar en todo lo que podría salir mal. No importa que tus manos estén llenas de callos de tanto practicar, o las noches que pasaste en vela estudiando, podrías equivocarte. Entonces todos descubrirían que no mereces estar ahí, que tu talento es una farsa.
Este sentimiento tiene un nombre, es el Síndrome del Impostor, un fenómeno psicológico en donde un sujeto duda constantemente de sus capacidades incluso cuando hay evidencia objetiva de su competencia. Esto puede llevar a alguien a sobre pensar mucho cada una de sus decisiones, incluso sabotear su carrera o pasatiempo por no creerse suficiente y así perder oportunidades valiosas.
Siguiendo con Stark, entrenó con Eizen, el mejor guerrero del mundo y además, su poder es tal que puede abrir una grieta en una montaña a golpes, indudablemente es poderoso y puede enfrentar al dragón, pero algo por dentro lo paraliza y le dice que no es suficiente. Y más que el miedo a morir, lo que más lo atormenta es que otros sufran por su incompetencia.
Pero ¿por qué pasa esto? ¿quizás algún trauma del pasado? En el caso de Stark, así es. Nació en un pueblo de grandes guerreros que con orgullo se dedicaban a luchar con monstruos. Él particularmente, no contaba con mucho talento, su padre se lo remarcaba constantemente, lo cual dejó una herida por dentro y probablemente se lo dice a sí mismo antes de cada pelea… y por eso duda.
Su hermano mayor era distinto, creía en él y en que su perseverancia podía compensar alguna falta de talento natural. Pero un trágico día, muchos monstruos atacaron la aldea. Todos los guerreros se prepararon para dar sus vidas en batalla, hasta Stark, temblando y con su pequeña espada de madera, estaba dispuesto. Pero en un último acto de amor, su hermano le dijo que corra, que huya de ahí y que viva. Desgraciadamente, nadie además de él logró sobrevivir aquel suceso. Es probable que, desde entonces, Stark sienta culpa de haber huido, se percibe a sí mismo como un cobarde que abandonó a su gente y además, teme volver a huir.
Obviamente, era un niño, las cosas no hubieran cambiado mucho si él se quedaba a luchar, seguramente también habría muerto. Podemos analizarlo con lógica y no debería haber razones para que él cargue con este gran peso, pero sabemos que no funciona así. A muchos quizás nos ha sucedido, a lo mejor, no de una manera tan trágica, pero un mal día, un gran fallo, burlas crueles o las palabras hirientes de alguien que respetamos y admiramos, pueden ser más que suficiente para que dudemos de nosotros mismos por mucho tiempo.
¿Y cómo superarlo? El dragón ya está frente tuyo, imponente, terrible, implacable y majestuoso. ¿qué vas a hacer?
Creo que el dragón representa esas grandes oportunidades de probarnos a nosotros mismos. Quizás un torneo, un examen, una propuesta de trabajo en el puesto que tanto deseamos. En mi caso, es el hecho de hacer este análisis. Soy profesor en letras, amo analizar obras de ficción desde que tengo memoria, siempre estudio más de forma autodidacta y aún así hay una voz por dentro que se cuestiona si tengo algo interesante que decir, si vale la pena hacerlo o si siquiera hay posibilidades de que mis palabras lleguen a alguien. Pero decidí enfrentar al dragón, todos deberíamos hacerlo.
Antes de que Stark comience la batalla, Frieren nota que está temblando de miedo, entonces recuerda que su antiguo compañero Eizen, maestro de Stark, temblaba de igual manera antes de cada enfrentamiento, pero él una vez le respondió: No es algo malo tener miedo, mis miedos me trajeron hasta aquí. Y así con miedo, enfrentó cada una de sus batallas, ahora era el turno de Stark de dar el primer paso.
En una épica y emocionante escena vemos que contrario a todas las dudas del guerrero, el dragón cayó al primer golpe certero de su hacha. El entrenamiento excesivo, impulsado por las dudas y el temor a no ser suficiente terminaron con la bestia como si fuera una lagartija y además se nos revela que el dragón no atacó la aldea todos estos años porque sabía que no tenía oportunidad contra Stark. En ese momento, Stark comprendío algo: el miedo nunca se iría, pero eso no significaba que fuera un impostor. Con un solo golpe derribó al dragón… y también a sus dudas.
Este maravilloso personaje nos enseña una valiosa lección. Enfrenta a tu dragón, aunque tengas miedo, da el paso al frente, no dejes que el miedo te paralice. Quizás hay algo que tienes pendiente, hay algo que amas, y desearías dedicarle más tiempo o hacerlo con más seguridad. Tal vez se te presentó una oportunidad en ese trabajo que tanto deseas, pero dudas si eres suficiente, así que procrastinas o inventas excusas para no avanzar. Ese dragón seguirá ahí hasta que decidas enfrentarlo.
Está muy bien prepararse, entrenar o estudiar para dominar un área, pero hay que tener cuidado en que no sea una forma de evitar dar ese paso definitivo. Me ha pasado, mucho tiempo sostuve que no estaba listo para hacer este tipo de análisis, que me faltaba saber más o escribir mejor, que no era bueno expresando mis pensamientos o que cualquier cosa que diga sería redundante.
Pero debemos aprender de Eizen y de Stark, usemos ese miedo para impulsarnos, ese mismo miedo puede llevarnos muy lejos y quien sabe, quizás nuestro dragón caiga al primer golpe.




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