Travis Bickle: El héroe de Taxi Driver que no rescató a nadie 

Travis Bickle no llegó a ser un salvador. No obstante, su figura se mantiene grabada en la memoria popular como una marca imborrable. Maneja su taxi amarillo por las oscuras noches de Nueva York, transitando calladamente las calles, convencido de que hay algo que necesita ser purificado en algún lugar.
Robert De Niro le prestó su rostro en 1976, pero el espíritu de Travis sobrevive en cada mirada desencantada, en cada puño cerrado contra la propia desesperación.

Martin Scorsese construyó en “Taxi Driver” (1976) una ciudad que es un abismo de neón y sombras, un lugar donde las almas flotan sin rumbo, buscando una razón para no desaparecer. Y Travis, con su corte de cabello que anticipa la catástrofe, con sus ojos hundidos en el insomnio, se convirtió en el reflejo de esa angustia. Su destino, como el de tantos otros que creen que la violencia puede traer el orden, es el del fracaso. Pero no cualquier fracaso: uno que deja huella, que nos obliga a mirar el vacío en el que caminamos todos los días.

Cuando habla con Betsy, la mujer que él cree pura, su lenguaje es torpe, casi infantil. Se aferra a ella como quien ve en una idea la última oportunidad de redención. Pero cuando ella lo rechaza, cuando le devuelve su propia locura en forma de silencio, algo se quiebra. No en ella, sino en él. Porque Travis no entiende el rechazo, no concibe que el mundo no se acomode a su necesidad de sentido. Así, su misión cambia. Ahora debe rescatar a Iris, la niña atrapada en el tráfico humano, la niña a la que él imagina inocente, la niña que debe ser salvada porque él necesita salvar algo, lo que sea.

Pero Travis no es un salvador. Nunca lo fue. Su obsesión con la violencia lo consume hasta que la única salida que encuentra es la de las balas. Su meticulosa preparación, su transformación física, su mantra repetido frente al espejo (Are you talkin' to me?), todo lo lleva a un clímax de sangre y desesperación. Se enfrenta a los proxenetas, dispara, cae herido, levanta su mano en un gesto ambiguo. ¿Victoria? ¿Derrota? ¿Una súplica? No importa. El eco de sus acciones resuena mucho después de que la sangre se haya secado en el suelo de esa habitación infectada.

El final de “Taxi Driver” es un espejismo. Travis sobrevive, es llamado héroe por los periódicos, vuelve a conducir su taxi. Pero hay algo en su mirada que nos dice que nada ha cambiado. O peor aún, que todo ha cambiado sin que él lo entienda. La urbe continúa inalterada, el desvelo se mantiene, y en un oscuro recoveco de su cerebro, se está formando una nueva misión. Otra obsesión por el poder, otro fracaso por intentar purgar el mundo a través de la fuerza.

No alcanzó su meta. No hizo justicia. No rescató su espíritu. Sin embargo, dejó en el público una inquietud persistente, una interrogante que se adhiere a los límites de la reflexión: ¿Cuántos Travis Bickle deambulan a nuestro alrededor, aguardando su oportunidad para actuar?

Are you talkin' to me?

Ficha Técnica de Taxi Driver

  • Título original: Taxi Driver
  • Director: Martin Scorsese
  • Guion: Paul Schrader
  • Producción: Julia Phillips, Michael Phillips
  • Música: Bernard Herrmann
  • Fotografía: Michael Chapman
  • Montaje: Marcia Lucas, Tom Rolf, Melvin Shapiro
  • Protagonistas: Robert De Niro, Jodie Foster, Cybill Shepherd, Harvey Keitel, Albert Brooks, Peter Boyle
  • Año de estreno: 1976
  • País: Estados Unidos
  • Género: Drama, Thriller psicológico
  • Duración: 114 minutos
  • Idioma: Inglés
  • Premios: Palma de Oro en el Festival de Cannes 1976, cuatro nominaciones al Premio Óscar

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