Taxi Driver: La Nueva york oscura en los años 70 

Cuando revisaba los artículos que se publicaron en este desafío, noté que se repetí mucho Media noche en Paris, una delictiva muestra y comparativa de la ciudad entre el presente y el pasado, una hermosa ciudad y un excelente trabajo en la dirección de fotografía sin duda. Eso me hizo pensar en cuál podría ser un contraste ideal para llegar a bordar mejor el desafío.

Un resultado me llegó a la mente. En lugar de una película como el ejemplo mencionado, que abarca la sublime belleza de un lugar y la esencia de su gente; también puedo enumerar a Los puentes de Madison, Un lugar llamado Notting Hill y Amélie. Pensé más en la oscuridad de una época proyectada en la ciudad, y ningún proyecto me pareció más acorde que Taxi driver.

Estrenada en 1976 por el emperador de los directores, Martin Scorsese y protagonizada por el titán de los protagonistas en toda esa década y las que le siguieron, Robert De Niro. La historia nos muestra el camino que sigue Travis Bickle, un taxista de Nueva York que sobrelleva el insomnio generado por su regreso de Vietnam. Un análisis intenso en la soledad generada en la gran manzana durante una época de caos.

Muchos recuerdan esta película, y los que aún no la han visto también, por la icónica escena de De Niro “¿Me hablas a mí?" en su departamento, un ícono del estilo neoyorkino de la época, nos revela grandes cosas de nuestro protagonista y sus aspiraciones.

No obstante, también podemos apreciar la áspera belleza del lugar a lo largo de todo su trabajo como taxista por Nueva York de noche. Porque tal y como se mencionó en la película, es donde surgen los animales. Nuestro sobreviniente intercambia duelo constantemente con todos los leprosos, prostitutas y criaturas de la noche que reflejaban una ciudad corrompida. La manzana envenenada, por así decirlo.

Vemos apartamentos destartalados con sus típicos tendederos con la pintura corroída, autos americanos llenos de una nube de gas por toda la ciudad, restaurantes y cafeterías con tonos de color (truco publicitario inconsciente jajaja), que contrasta con la ciudad en tonos grises.

Scorsese nos transporta a una jaula que poco a poco va sofocando alrededor de nuestro taxista, creyéndose invencible y rudo. Pero en realidad es igual que con el Joker, un grito de ayuda de alguien que no nació así, la sociedad lo formó. Para nuestro protagonista, lo único que realmente le da cabida es el poder generado por empuñar un arma y la dicha de la luz, proyectada desde todos los anuncios de neón por toda Nueva York.

Es brutal sin ninguna duda. También es interesante como no importa la ubicación en la que esté nuestro pistolero de Vietnam, siempre hay suciedad en algún lado de la ciudad, en su horrible apartamento, las calles, su taxi, el cine, es como si no hubiera un solo momento de claridad en todo su viaje. Incluso con ese brutal final, nunca dejó de ensuciarse las manos, aun cuando uno creía que hacía algo moralmente debatible.

Creo que el ambiente, las luces, la oscuridad que la ciudad emula, se vuelve el mejor compañero y personaje secundario en esta obra del cine. No solo es su indicador emocional, también es un trasportador a la época que nos recalca la fuerza que tenía sobre él.

No queda otra conclusión más que analizar más afondo esta película, siendo una referencia cultural para lo que se ha vuelto el cine hoy en día. Su coherencia estética y la brutalidad del personaje es la mezcla perfecta que retrata a la Nueva York de los años 70, y si cualquier película quiere expresar un paisaje de la misma forma, es importante hacerlo como esta, dando suma importancia a cada detalle para crear el ambiente deseado.