Del director de El abrazo de la serpiente y Pájaros de verano llega Los viajes del viento. una obra ambientada en la Costa Caribe colombiana. La historia sigue a un juglar que emprende un largo viaje para devolver su acordeón a su antiguo maestro. Pero más que el relato de Ignacio y Fermín recorriendo la sabana, la sierra y el desierto, la película es una radiografía del alma vallenata y caribe. Este viaje no solo es geográfico, sino también espiritual y cultural: un retorno a las raíces, a la tradición oral, a la herencia de un pueblo que canta sus penas y alegrías.
Dentro de esas raíces se encuentra un ritmo autóctono del caribe colombiano. El vallenato es más que música: es historia, es memoria, es sentimiento. En cada nota de acordeón resuena el dolor de los amores perdidos, la melancolía de la distancia, la alegría de las fiestas populares. Es un género que encarna la voz de los campesinos, los pescadores, los viajeros que van de pueblo en pueblo contando historias. En "Los viajes del viento", se encarna el vallenato siendo que cada nota de acordeón tiene un significado mayor dentro de la historia.
La película es, en esencia, un homenaje visual y sonoro a la tradición vallenata, una muestra de que la música no solo entretiene, sino que también sostiene la identidad de un pueblo. En un mundo donde la se diluyen las costumbres, el vallenato persiste como un testimonio vivo de lo que somos. Sin él, sin su poesía, sin sus juglares, sin su alma, la Costa Caribe y su gente quedarían huérfanas de su propia historia. "Los viajes del viento" no es solo una película; es un recordatorio de que la música, como el viento, no se detiene. Sopla a través del tiempo y del espacio, llevando consigo los suspiros de un pueblo que sigue cantando su verdad, una verdad que, al final, es la de todos nosotros.
Por lo que alguien como yo, que tiene sus raíces en esta hermosa tierra es imposible no emocionarse con todos esos pequeños detalles que denotan su idiosincrasia, con cada pase de Acordeón y con esa calidez propia de nuestra amada costa. Y es que el Caribe es el bastión de nuestra cultura, por lo que alegra verlo reflejado en una de las grandes películas colombianas. Por lo que no puedo dejar de pensar:
¿Qué sería de Colombia, de mi querida Costa y de mí sin vallenato? ¿Qué sería de las historias sin los juglares, de las leyendas sin Francisco el Hombre, del relato si no pasa entre generaciones? ¿Qué sería de la vida sin sentimientos, de la tierra sin las lágrimas derramadas, del amor sin expresarse? ¿Cómo se expresa el amor sin intensidad? ¿Qué sería de nosotros sin escuchar el lamento de un acordeón? ¿Qué sería de nuestra literatura sin el realismo mágico de Gabo? ¿Cómo sería bailar sin el ritmo de la caja y la guacharaca? ¿Qué haríamos sin ese eco sonoro de nuestros sentimientos? ¿Cómo haríamos un espejo a nuestro pueblo?
¿Qué sería de la Colombia sin lo que se ha creado al norte de ella?
Para los que estén en el país se puede ver en RTVCplay de forma gratuita.
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