Wolfs: una cuestión de principios

Spoilers

La actitud, según la Real Academia Española, se define por “la disposición de ánimo o postura del cuerpo que expresa un estado mental o intención. Dicho de otro modo, es la forma en que una persona se manifiesta, tanto en su comportamiento como en su expresión corporal, mostrando cómo se siente o cómo percibe algo.”

En “Wolfs” (2024) - a la que llamaré por su título original porque resignifica mucho la trama y, especialmente, reflexiona sobre la actitud - hay tanto de esta manera de ser como lo hay también sobre los “principios”.

Volvamos a abrir el diccionario:

Principios: "el momento en que algo empieza, el punto de inicio de algo, la base o fundamento de algo, o la norma o idea fundamental que rige el pensamiento o la conducta."

Sin dar más vueltas, vamos al comienzo. ¿Cómo arranca “Wolfs”?

Viejos lobos.

Con un plano general grande, bien alejado, de Nueva York por la noche. Los edificios, todos iluminados, y reina el silencio de una ciudad que nunca se detiene. De pronto, oímos unos cristales rompiéndose al mismo tiempo que una mujer grita. Próxima escena, vemos lo sucedido.

La trama comienza.

No pasarán muchos minutos hasta que entre en juego el personaje de George Clooney, un clásico “solucionador de problemas”, de esos que limpian todo tipo de desastres sin dejar rastro (cadáver de por medio, por supuesto), y tranquilice a la pobre mujer (una importante fiscal) con su templanza y, claro, actitud de que él “es el mejor porque es el único que lo hace”. Poco después, resulta que otro profesional de misma índole ingresa a la habitación de hotel, Brad Pitt, desfilando los mismos tipos de aptitudes y principios.

Aquí tenemos el conflicto y el inicio de una gran comedia de enredos y violencia. De esas que, contradiciendo mis palabras, “ya no se hacen” en el Hollywood actual.

Una de tiros y risas.

Y ahora podría ponerme a hablar de mi propia actitud a la hora de escribir artículos (o en definitiva, mis principios), porque suelo no hablar de asuntos por fuera de la película. Yo me inspiro y deseo reflexionar sobre la obra, de adentro hacia afuera, y no traer el barullo exterior pero acá merece la excepción.

¿Acaso oyeron hablaron de “Wolfs”? ¿La vieron en cine? ¡¿Al menos vieron los afiches?! No, porque por decisión del estudio Apple, quien la financió, solamente tuvo exhibición en salas por una semana y luego fue lanzada directamente a su propia plataforma de streaming. Una decisión algo ridículo teniendo en cuenta el peso de sus protagonistas, lo atractiva de su trama y el gran potencial del boca en boca que tiene.

Pero no es un comportamiento tan ilógico si analizamos la actitud de los estudios de cine en la actualidad y menos después de ver la película.

Entonces, volvamos a ella.

¿Y ahora qué hacemos?

Como habrán notado, no mencioné nombres de personajes porque no los hay. Ambos protagonistas son “hombres de alguien”. Clooney es un contacto de un conocido de la fiscal en apuros y Pitt representa los intereses de la dueña del hotel donde sucede la “cuestión” a limpiar. Pero nunca sabremos sus nombres. Esta muy interesante decisión le agrega una interesante capa de autoconciencia a la película: sabemos muy bien quiénes son Clooney y Pitt porque su fama los precede y aquí interpretan dos personajes que se jactan del éxito de sus servicios.

No es el único y divertido guiño que “Wolfs” hace con sus protagonistas. Se hará hincapié varias veces (quizás demasiadas, pero sin arruinar la gracia) en la edad de ellos. Son tipos que quieren aparentar estar en forma y con intacta destreza, pero a cada rato les cuesta agacharse, les duele la cintura, pierden el aliento cuando corren o tienen a su disposición algún analgésico. Ellos se miran, burlándose, pero luego en complicidad, pero es claramente un chiste que se comparte con el espectador.

La película no solo brilla por esta dupla de estrellas y su química intacta desde la trilogía “Ocean's”, sino también por todo el provecho que la saca a su entorno. Hay una sobria utilización de los exteriores, de la ciudad como un lugar encantador pero lleno de recónditos, amplia y asfixiante a la vez. No son pocas las escenas que los personajes corren o manejan por espacios abiertos o calles desiertas, mostrando toda la luz y profundidad de campo que merece una producción que no quiso ahorrar en decorados o pantallas verdes.

Como estar ahí con ellos.

Como estos “lobos” del título, la ciudad es salvaje y solitaria como ellos. Son hombres de oficio, de experiencia, de heridas cerradas y, obviamente, actitud. En su cuerpo y sus rostros está lo genuino, por eso merecen desenvolverse en lugares reales, creíbles y tangibles.

El guion resuelve bien la intricada trama con el desarrollo de la relación entre estos polos opuestos. Volviendo al título original, “wolf” viene de “lobo” en singular, que en plural sería “wolves”. Pero “wolfs” es cómo llamamos a estos protagonistas, que son uno pero deben ser dos, para salvar sus reputaciones que forjaron en solitario. Por eso era importante destacar este detalle que se pierde en la traducción.

Hablemos entonces del director y escritor, Jon Watts, que antes de encargarse de una opulenta trilogía como las últimas de “Spiderman” con Tom Holland (y agachar la cabeza ante los “principios” de Marvel), era un realizador que supo hacer películas más austeras y enfocadas al género policial negro, como “Cop Car” (2015). Aquí regresa Watts como autor, en un tono más ligero y luminoso, no sin tener ciertas aristas moralmente difusas.

Tres lobos: Watts, Pitt y Clooney.

Y aquí es dónde vuelvo a centrarme en el tema de la distribución, en porqué Apple confió tan poco en el producto y lo relegó al “alquiler”, por así decirlo. No solo eso: en una jugada bastante sucia, le informaron a Watts que estrenarían su película por una semana en salas y, al mismo tiempo, salieron a arengar anuncio de una secuela, cuando Watts todavía no había ni empezado a escribir.

Esto resultó en un esperado choque de actitudes. Los principios contra otros. O la integridad de un autor contra la falta de escrúpulos de unos ejecutivos. Watts devuelve así el dinero que se le había pagado por escribir dicha secuela, alegando sentirse traicionado por Apple, y el futuro de la saga permanece incierto.

¿Pero por qué “Wolfs” tendría que ser una saga? Pareciera que ni el propio estudio vio la película o, si lo hizo, no la entendió. O peor aún, vio todo lo que la hace tan especial y desconfió de ella.

Puede ser que no les gustara la idea de que los protagonistas tomen la fría decisión, cuando sea necesario, de asesinar a un joven indefenso para respetar su código de honor. ¡Esos principios! O tal vez no tomaron en cuenta el maravilloso final, en que ambos parecen aceptar su destino y unirse finalmente en un tiroteo contra sus adversarios en el que puedan terminar muertos.

El film, casi rememorando ese freeze frame final de “Butch Cassidy and the Sundance Kid” (George Roy Hill, 1969), culmina con Clooney y Pitt disparando, cortando a los créditos en un final ambiguo pero para nada insatisfactorio. A tono con lo incierto del origen de ambos, no necesitamos tampoco saber qué sucederá. Pero, claro, si anuncian una secuela es cómo arruinan esta conclusión. ¡Bien por Watts entonces!

Chupala, Apple.

Ya habiendo escrito sobre principios, y “spoileado” el final en el párrafo anterior, es hora de ir concluyendo con algunas reflexiones.

  • Clooney y Pitt están brillantes, como es de esperar, pero George está unos cuantos escalones más arriba que Brad. Su personaje es quien equilibra mejor la oscuridad y la luz, quien tiene ese dilema entre seguir como lo ha hecho todos estos años o cambiar de rumbo, y lo refleja en su rostro magistralmente. Brad, por el otro lado, se divierte en el rol, lo cumple pero no porta el gravitas de su colega.
  • La fotografía, ya se ha dicho, es un lujo y aprovecha cada rincón de los interiores como de los exteriores. La ciudad es otro protagonista y Watts decidió en gastar cada centavo del estudio en cerrar esas calles para mostrar a personas reales corriendo por lugares reales. Lo mismo con todas las hermosas luces que entran en juego con el clima nevado que predomina en la noche.
  • Después de tantas películas que saltan en el tiempo, con montajes vertiginosos, es lindo ver una historia que sucede en tiempo real. Arrancando de noche y finalizando con un desayuno al amanecer.
  • También se agradecen ver tiros, muchos tiros, y personas siendo perforadas por esos tiros, luego de tanto rayo por aquí o poder mental por allá.
  • Watts hizo lo que pudo con su trilogía de “Spiderman” y creo que allí incluso hizo un gran laburo como autor por sobre su rol de director por encargo (sobre todo en la primera), pero es loable verlo volver a sus raíces con un film sin dudas más grande en presupuesto.
  • Y qué pena que los estudios se hayan encariñado tanto con la opinión del público, porque ahora hay que servirle todo en cucharita haciendo ruido de avión.
¿Hacia dónde vamos con el cine?

Fea la actitud la cual logra que las películas sean menos cinematográficas y más didácticas. Que haya personajes más planos, que no se permitan dudar o flaquear, que sean siempre lo que deben ser o lo que espera alguien que sea, pues no vaya a pasar que simpaticemos con gente de dudosa moral. Y por favor, que no nos dejen con un final abierto porque quiero irme a casa con todo el moñito cerrado.

En fin, los principios han cambiado tanto que recuerdan al viejo y glorioso chiste de Groucho Marx: “estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

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