
Para ser sinceros, a esta segunda entrega no le guardaba un recuerdo tan favorable. La consideraba la más extraña de toda la saga. Una oveja negra por diversos factores. Sin embargo, quise volver a verla por curiosidad. Y ahora les traigo mi opinión…
¿Por dónde empezar? Pues desde que se abre el telón. Un doctor se lleva un virus letal en su cuerpo, corriendo el peligro de morir en 20 horas. Acto seguido, sube a un avión y se sienta junto a nada más y nada menos que Ethan Hunt, a quien le llama Dmitri. Al parecer son conocidos y por lo tanto confía en él. Sorpresivamente, resulta que ese no es Ethan Hunt… sino un hombre llamado Sean Ambrose usando una máscara, y que busca apropiarse de aquella peligrosa sustancia. Pone a dormir a todos los pasajeros y huyen del transporte.
Luego nos encontramos con el verdadero Ethan Hunt quien es tan asombroso, que escala un monte rocoso sin cuerda. ¡¿Se puede hacer eso?!
Continuemos, un helicóptero aparece y le lanzan un proyectil que no explota, sino que guarda unos lentes de sol que le dictan la nueva misión. Así que nuestro protagonista la acepta y va a España donde encontrará a una ladrona profesional a la que tiene que contratar. En este punto, descubrimos en qué se quiere enfocar Woo: un romance que surge de la noche a la mañana. No les miento. Ethan luego le dice que su función es fingir que reanuda su relación con Ambrose, para que así puedan tener acceso a la enfermedad modificada que robó.
Ahora me aparto de la historia para centrarme en las ideas y escenas que me gustaron y las que no me gustaron. Primero lo positivo: Los juegos de máscaras de son tan impredecibles, que por momentos dudaba de la identidad de los personajes. Es muy divertido y bastante imaginativo de parte del director. También las escenas de infiltración y de acción están bastante bien ejecutadas, en el especial al final.
Por otro lado, el guion está lleno de propuestas que no trabajan bien en conjunto, y por eso mismo, ofrecen momentos románticos acompañados de música trágica y momentos desenfrenados de acción y persecución, sin preocuparse por el uso de cámara lenta y por lo exagerado que pueda resultar para algún espectador serio.

Se va más allá de lo que los próximos directores estuvieron dispuestos a ofrecer. Y aunque puedo apreciar el estilo de John Woo y algunos momentos muy bien logrados, esta película me dejó un sabor agridulce. No es pésima, pero no consigue desarrollar una misión tan cohesionada como la cuarta, la quinta o la sexta. Si hay alguien interesado, atrévanse.
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