Todos hemos sentido ese instante que nos eriza la piel, que nos hace reír o suspirar. El Rey León (1994) nos regaló uno de esos momentos icónicos: Hakuna Matata. Simba, perdido en su culpa tras la muerte de Mufasa, encuentra refugio con Timón y Pumba, quienes le enseñan su filosofía de vida: “sin preocuparse es como hay que vivir”. La escena explota en colores, risas y una canción que se graba en el alma.

Pero, ¿es Hakuna Matata una filosofía liberadora o una invitación a escapar del pasado?
A primera vista, Hakuna Matata parece una evasión. Simba huye de su reino, de su dolor y de su responsabilidad, olvidando lo sucedido por miedo y culpa. Timón y Pumba, con sus días de gusanos y siestas bajo las estrellas, abrazan una vida que ignora las heridas del ayer. Esta filosofía puede sonar tentadora, pero también peligrosa. Evitar el pasado es ignorar las heridas en vez de sanarlas. El joven león vive en un paraíso temporal, pero su corazón no está en paz. Las cicatrices de su infancia –la muerte de Mufasa y la culpa que Scar le sembró– lo persiguen como sombras. Correr de los problemas no los resuelve; solo los aplaza. ¿Es esto vivir realmente? Huir así es como dejar una herida sin sanar: tarde o temprano, sangra de nuevo.
Cuando Simba adopta Hakuna Matata, lo hace como una filosofía de evasión: “no pienses, no mires atrás”. Es más fácil vivir el momento que preguntarse quién es uno mismo o resolver los problemas. Rafiki lo resume bien: "Oh sí, el pasado puede doler. Pero, según lo veo, puedes o huir de él… o aprender." Incluso cuando Simba llega, Timón lo introduce en esa mentalidad, no tanto para ayudarlo, sino para proteger su burbuja.

Recién cuando Simba decide volver y enfrentarse a su pasado, Timón queda expuesto: su comodidad era frágil. Eventualmente cambia, pero su Hakuna Matata inicial no era libertad… era huida disfrazada de filosofía de vida. ¿No es esta filosofía un espejismo que nos aleja de la paz verdadera?
Pero Hakuna Matata tiene otro lado, uno que brilla si lo miramos con cuidado, y ese lado es el de Pumba. A diferencia de Timón, Pumba no huyó buscando evitar su dolor, sino buscando un lugar donde pudiera ser aceptado tal como es.

El Hakuna Matata de Pumba no es una filosofía escapista, sino una forma de sanar. Pumba sufrió exclusión, pero no guardó rencor. En lugar de volverse amargado o cínico, buscó un entorno donde pudiera vivir en paz consigo mismo. Cuando dice “sin preocuparse es como hay que vivir”, no lo hace desde la negación de su historia, sino desde la aceptación: aprendió a reírse de sí mismo, a dejar atrás la vergüenza y a no permitir que el juicio de los demás determine su valor.
A diferencia de Simba o Timón, Pumba no está huyendo de su pasado, está en paz con él. No lo oculta, lo menciona con naturalidad, y eso lo hace emocionalmente más maduro que los otros dos. En resumen, el Hakuna Matata de Pumba es auténtico porque no es una máscara, es el resultado de un proceso de aceptación y resiliencia.
Pumba no solo evade; resuelve la vida con ingenio y calma. Vivir sin preocupaciones es confiar en que siempre hay una solución y que estar triste o de mal humor es un mal gasto de energía. Un buen paralelo es Forrest Gump, quien corre sin parar por un país entero (Forrest Gump, 1994). No huye de su dolor por Jenny o su infancia; corre para avanzar, dejando que el viento se lleve el peso del ayer.

Simba, al final, no se queda en Hakuna Matata. Vuelve a la Roca del Rey, enfrenta a Scar y reclama su lugar. Su pasado no desaparece, pero aprende de él: "El pasado –con sus aciertos y errores– nos forja, pero no nos define."
¿Significa esto que Hakuna Matata estaba equivocada? No necesariamente. Timón y Pumba lo ayudaron a sanar, a encontrar la calma para luego actuar. Sin esa pausa, ¿habría tenido el valor de regresar? La filosofía de “sin preocupaciones” le dio un respiro, pero fue su decisión de enfrentar el pasado lo que lo liberó. Entonces, ¿qué es Hakuna Matata? ¿Un escape cobarde o una forma de vivir con ligereza? ¿Es mejor aprender del pasado y enfrentarlo como Simba, con valentía? No hay una respuesta única. Cada uno lleva su vida a su manera, con sus aciertos y sus errores.
Como Simba, todos en algún momento tenemos que detenernos, mirar atrás… y decidir quién queremos ser. A veces, las historias bien contadas nos acompañan en ese viaje. Y la próxima vez que cantes Hakuna Matata bajo las estrellas, pregúntate: ¿estás huyendo… o estás encontrando la calma para seguir adelante?

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