Mi vida se basa en dos cosas: ver películas y hacer arte. Específicamente, me dedico a la animación y la ilustración, pero honestamente, hay días en que las frustraciones de vivir como artista llegan. Y cuando eso pasa, recurro a la primera cosa: ver películas.
En mis años viendo películas, me han encantado todo tipo de historias. De preferencia, las de aventura y ciencia ficción siempre han sido un gran escape. Pero hay un lado reservado en mis gustos para historias más reales y significativas a cierto nivel personal. Películas como Ed Wood, Lost in Translation y As Good as It Gets han tenido un gran impacto en mi vida, pero de entre todas hay una que destaca. Hablo de Inside Llewyn Davis. La película que me hizo darme cuenta de que sentir frustraciones y ser pesimista ante la adversidad es algo natural. Y es por eso que la volvería a ver mil veces más.
Protagonizada por Oscar Isaac, en el rol que lo hizo conocido, Inside Llewyn Davis es una pelicula que nos da un vistazo a la vida de un cantante de Folk fracasado lidiando con muchos problemas de su pasado, presente y potencial futuro.
Llena de canciones tradicionales, todas interpretadas en vivo por Isaac, la pelicula es una mirada existencialista no solo al mundo del Folk, si no al mundo del artista que no sabe otra cosa mas que hacer arte. Por mas deprimente que se pongan las cosas.
Ahora, no quiero condonar este tipo de actitudes o pensamientos negativos, pero siempre pasa en las películas que, cuando te presentan un personaje pasando por este tipo de situaciones o malestares, al final todo se le soluciona o aprende de sus errores. No con Llewyn Davis. Él es un hombre acabado, que no quiere nada con nadie ni con la vida. Y así se queda hasta el final. Pero lo importante es que algo hace que Llewyn no se rinda; él sigue adelante. E incluso el mismo Llewyn no sabe por qué esto pasa. A pesar de sus frustraciones y planes fallidos, él vuelve a tomar su guitarra y va de camino hacia la siguiente oportunidad, quejándose, lamentándose y esperando el peor resultado posible. Pero al final del día, él intenta algo.

¿Pero quiénes son los responsables de este filme? Nadie más que los hermanos Coen. Célebres creativos que nos entregaron historias como Raising Arizona, Fargo, No Country for Old Men y mi favorita de todos los tiempos, The Big Lebowski. Los hermanos Coen tienen cierta afinidad por protagonistas imperfectos o fracasados. Todas sus historias giran en torno a alguien que, o no ha hecho nada con su vida, o vive a costa de los demás. Pero que, en el fondo, son los héroes de su propio universo. Todos pensaban que El Dude en The Big Lebowski era un perdedor y un vago, cuando en su propio mundo, El Dude era rey. Y aunque su entorno lo desafiara, nada podía romper su postura indiferente ante los problemas de la vida. Quizás este es el caso de Llewyn, solo que más inclinado hacia el pesimismo.
En la película, Llewyn es un trovador del folk (inspirado en la real persona de Dave Van Ronk) en Nueva York a fines de los 60s. Durante un duro invierno, a Llewyn le toca arreglar cuentas de su pasado y tratar de seguir adelante con su vida. Trata de pagar por el aborto de su ex sin tener ni un centavo. Busca oportunidades de trabajo, solo para encontrar trabajo de corista o grabando canciones sin contenido "artístico", lo que para él es un gran insulto a su carrera. Busca la forma de empezar una carrera de solista y salir de la sombra del suicidio de su mejor amigo, con quien solía cantar. A lo largo de la hora y 39 minutos que dura la película, pasamos una semana en la vida de Llewyn, y vemos todos sus instintos de supervivencia. Se encuentra con muchos personajes pasajeros, que para Llewyn son oportunidades para obtener algo que le haga falta, ya sea cama, comida, un auto o trabajo. Y en esta odysea personal, Llewyn comienza a dudar de si mismo. Llega a reconsiderar otras cosas, da pasos adelante, echa pasos atrás, pero aun así, el y sus canciones son inseparables.

Las frustraciones de Llewyn llegan a tal punto que, en una escena, se emborracha e insulta a otra cantante de folk que estaba dando su presentación por primera vez en el bar que Llewyn frecuenta. Gritando a viva voz "¡ODIO LA MALDITA MÚSICA FOLK!", y peleándose con el dueño, Llewyn es correteado del lugar. Llegó a odiar lo que alguna vez amó. La relación de Llewyn con su arte se convirtió en una relación tóxica. Yo he sentido este tipo de emoción, aferrarme a algo que amo hasta llegar a odiarlo. Pero que, en el fondo, sabes que no puedes vivir sin eso. En otra escena, Llewyn le dice a su hermana que no puede dejar la música porque no quiere "simplemente existir". Y esa es la clave de la motivación de todos los artistas frustrados: el miedo a solo existir.

Entiendo a todas las personas que no resuenan con Llewyn Davis y que pueden llegar a odiarlo o sugerir que tiene merecido todo lo que le pasa. Pero como alguien que ha pasado por los mismos sentimientos de Llewyn en distintos ámbitos de mi vida, no puedo hacer otra cosa más que sentarme y estar con él por 1 hora y 39 minutos. Y escuchar sus canciones. Porque Llewyn Davis me enseñó que sentir rabia, pena, depresión y todo lo que conlleva el no tener tanta suerte en la vida está bien. No todos pueden mantener una sonrisa ante una tormenta. Ni tampoco responder con una tormenta más grande. A veces es mejor dejar que la tormenta te destruya, y en tu propio naufragio, tomar tus cosas, arreglar tu guitarra y seguir caminando, cantando tu canción hacia el mundo. Por muy melancólica que sea.
Y esa es mi razón para volver a ver Inside Llewyn Davis una y otra vez, cuando lo necesito. Porque es como visitar a un viejo amigo que sabe exactamente como te sientes. No trata de animarte ni ayudar a solucionar nada, simplemente te acompaña para no estar solos en la incertidumbre de la vida.
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