
Esa es la frase más cercana para describir lo que pasa cada vez que, de manera intencional o sorpresiva, me encuentro con la maravillosa oportunidad de disfrutar de esta película. Y es que desde la primera vez que la vi, me di cuenta de que no sería una película más que ver, sino que esta se convertiría en un excelente regalo que jamás me cansaría de abrir, con la misma alegría y expectativa como si se tratara de la primera vez. “Patch Adams”, una joya que no deja de brillar a través del tiempo.
Admito que la primera vez que la vi, llamó mi atención por el hecho del papel protagónico de Robin Williams, uno de mis favoritos y por quién siempre sentiré una profunda admiración. Al principio, vemos a un hombre de edad adulta y sin ningún sentido o propósito para vivir, con la indiferencia hacia sí mismo que lo conduce a una vida triste y vacía. Pero de pronto, Hunter encuentra en la persona y el lugar menos esperado la razón más especial y bonita que puede existir: ayudar a las personas, y es aquí donde vemos la transformación de Hunter a “Patch” Adams, marcando el inicio de una fantástica historia.
Ahora nos encontramos con un hombre bastante adulto para ir a la universidad y estudiar una de las carreras más desafiantes en el plano académico: medicina. Pero lo cierto es que Patch ha encontrado el empuje y la inspiración que va más allá de cualquier comprensión y que se basa en una de las cualidades más hermosas que puede existir: el amor. Por eso, no existe prejuicio ni precedente alguno que le impida a Patch iniciar su carrera como doctor.
Como cualquier otro estudiante, Patch empieza a enfrentar los escenarios comunes de la vida universitaria: amistades, compañeros de estudio sobresalientes y competitivos, y amores que florecen en las aulas de clase, pero el reto más grande vendrá desde el ente más importante: la institución. Por años, la medicina se ha ganado su reputación de ser una carrera dura y exigente, algo que Patch está dispuesto a cambiar con un arma especial: el sentido del humor, algo que causará bastante revuelo desde los cimientos de la misma universidad hasta la vida de muchos pacientes y estudiantes.
Desde el primer momento de la película, la historia nos enseña que nunca es tarde para encontrar el sentido de nuestra vida, y siempre habrá algo por alcanzar y hacer realidad tus sueños. Cuando dicha convicción se afirma en tu corazón, no existe nada que pueda opacar el brillo de semejante poder. Incluso ante la meta más imposible de lograr, podrás encontrar la manera de trazar tu propio camino y lograr el objetivo que hace un tiempo atrás jamás llegaste a considerar.
Patch Adams no es una típica película que trata de humorizar algo tan serio como lo es el estudio de la medicina, más bien nos presenta un enfoque distinto a la hora de ver el trabajo y lo que hacemos por los demás, disfrutar nuestra profesión e involucrar a las demás personas con el respeto y la consideración debida, resaltando el valor humano por encima de todo. No sé trata de una crítica al sistema educativo, sino un llamado a la consciencia de todos los que desean dedicar sus vidas en esta maravillosa carrera.
En esta película nuestro protagonista no se presenta como un estudiante súper dotado o con una inteligencia sobresaliente, ya que su carta de presentación es la de un estudiante audaz, interesado por el bienestar de los demás. Goza de buenas amistades, tiene la vida que cualquier estudiante llega a tener, solo que en el caso de Patch, él mismo ha decidido pintar su experiencia de forma única, algo que a lo largo de la película le generará ciertos problemas hasta con la autoridad reconocida del decano de la universidad.
Pero no todo es estudio y medicina en esta historia, sino que también hay espacio para el amor. Carin Fisher es la chica por la que Patch ha llegado a fijar sus ojos y su corazón, algo que desde el principio no es nada fácil para Patch. Aún así, nuestro protagonista no se da por vencido, y a través de frases y poesías logra ganarse el amor de una mujer que dormía en un pasado oscuro y traumático, y que ahora vive un presente totalmente distinto gracias al encantador trato que nuestro protagonista le ha brindado.

Con el amor de Carin y su determinación de brindar su apoyo a los pacientes de una manera más amable y directa, Patch continúa con sus planes, acciones que una vez más le traerá algunos problemas, y darán paso a lo que, desde mi punto de vista, es la escena más triste que he visto en una película: la muerte de Carin a manos de un paciente que tenía problemas de salud mental. Esto me partió profundamente el corazón, y reconozco que cada vez que veo esta película el sentimiento fluye con la misma intensidad de aquel primer momento. Es que, hasta me pongo en el lugar de Patch y se me destroza aún más el corazón de tan solo pensar en perder al amor de tu vida de la forma como Patch perdió a Carin.
Estos minutos de la película son un sobresalto y una prueba para Patch, quien a punto de quebrarse encuentra en una profunda reflexión la chispa para encender nuevamente ese deseo y anhelo por ayudar a los demás. Una última prueba por parte del decano traerá ante nosotros una defensa en la que Patch Adams hace una exposición en la que presenta el sentido del humor, no como una burla para la carrera de la medicina, sino como una opción real en la que la conexión doctor-paciente puede fluir de forma especial y en base al amor. La película cierra con una imagen que de seguro nuestro querido Patch Adams visualizó desde el primer momento en el que decidió convertirse en un doctor.
Esta película contiene el mensaje más bonito que puede existir, el personaje con la determinación de alcanzar sus sueños y la escena más triste que haya podido ver. “Patch Adams” es una película que jamás dejaría de ver y que como buena opción siempre estará entre mis primeras selecciones, una cita a una magistral historia que nunca deja de inspirar en mi esa misma actitud y disposición de seguir adelante y obtener el éxito de una vida llena de propósito y con mucho amor.

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