La vejez y la fragilidad de la mente humana son temas que rara vez se exploran con la profundidad y la humanidad que Florian Zeller logra en "El Padre" (The Father). Basada en su propia obra de teatro, esta película nos sumerge en la desgarradora realidad de Anthony (interpretado magistralmente por Anthony Hopkins), un hombre que enfrenta la devastación de la demencia senil, mientras su hija Anne (Olivia Colman) lucha por cuidar de él sin perderse a sí misma en el proceso.

Desde el primer momento, la película establece un tono de inquietud, una sensación de que algo no está bien. Esta ambigüedad es un reflejo directo del estado mental de Anthony, quien se encuentra atrapado en un laberinto de recuerdos distorsionados y realidades fragmentadas. Zeller, en su transición de la obra teatral a la pantalla grande, siendo esta su ópera prima, logra algo verdaderamente notable: mantiene la esencia íntima del teatro mientras explora las posibilidades visuales del cine. El espacio del departamento, con sus paredes que parecen moverse y cambiar, se convierte en un personaje en sí mismo, un reflejo del caos interno de Anthony.

La elección de Ludovico Einaudi para la banda sonora es un acierto total. Su música minimalista y emocional complementa perfectamente el tono de la película, amplificando la sensación de pérdida y desesperación que penetra la narrativa. Cada nota parece resonar con la tristeza y la confusión que Anthony experimenta, llevando al espectador a un estado de empatía profunda.
En su deterioro mental, Anthony no solo pierde la capacidad de reconocer a las personas que lo rodean, sino que también se vuelve cada vez más hostil, especialmente hacia Anne. Este maltrato, aunque doloroso de presenciar, es presentado con una honestidad brutal que humaniza a ambos personajes. Anthony no es retratado como un villano, sino como un hombre asustado y perdido, atrapado en una mente que ya no le obedece. Anne, interpretada con una mezcla de fortaleza y vulnerabilidad por Olivia Colman, se enfrenta a la devastadora realidad de tener que tomar decisiones difíciles sobre el futuro de su padre, incluida la posibilidad de tener que internarlo, una acción que siente como un acto de abandono.

La relación entre Anthony y Anne es el corazón emocional de la película. A través de pequeños momentos, vemos la profunda conexión que alguna vez compartieron y cómo la enfermedad la ha desintegrado lentamente. La ausencia de Lucy (Evie Wray), la otra hija de Anthony, es un peso silencioso que se siente a lo largo de la película. Su recuerdo y la forma en que Anthony la menciona con frecuencia añaden capas a su dolor y su confusión.
Uno de los aspectos más inquietantes de la película es la manera en que Anthony percibe a las personas a su alrededor. Los rostros cambian, los nombres se confunden, y los roles se mezclan. Cuando llega a percibir el error, trata de enmendarlo, pero eso no basta; solo le crea aún más angustia y confusión. Por momentos, confunde aAnne con el rostro de la enfermera (Olivia Williams), y a veces cree que el hombre que ve es el novio de Anne, pero es su esposo Paul (Mark Gatiss). Sin embargo, Anthony cree recordar que Anne le dijo que se había divorciado, lo que lo lleva a confrontaciones llenas de confusión y angustia. Este juego con la identidad de los personajes no es solo un recurso estilístico, sino una representación del deterioro cognitivo de Anthony. En su paranoia y en su deseo de no ser controlado por cuidadoras, le dice a Anne que estas le roban, acusando a su última cuidadora de haberle robado su reloj, un objeto que se convierte en un símbolo de su deterioro, ya que la pérdida de tiempo es uno de los temas recurrentes en su lucha con la demencia. El espectador es llevado a un estado de incertidumbre constante, nunca seguro de qué es real y qué es producto de la mente alterada de Anthony.
El personaje de Laura (Imogen Poots), la joven cuidadora, es otro punto clave en la narrativa. Su relación con Anthony es compleja; aunque intenta ser amable y comprensiva, en un primer momento es recibida por Anthony con algarabía, algo muy poco habitual en él, aunque luego se torna hostil y agresivo. En un momento, Anthony le sugiere que Anne solo quiere internarlo para quedarse con su departamento. Este comentario, aunque infundado, revela el miedo profundo que siente Anthony de perder su autonomía y su dignidad, y llena de angustia a Anne, que no puede reaccionar ante tal acusación.

La supuesta presencia el actual novio (Rufus Sewell) de Anne, añade una capa más de complejidad a la situación. Sus interacciones con Anthony son un recordatorio de las tensiones que surgen cuando las dinámicas familiares se ven alteradas por la enfermedad. Aunque Paul intenta ser paciente, es evidente que la situación lo sobrepasa, lo que se refleja en su trato hacia Anthony. La escena en la que Anthony lo confunde con el exesposo de Anne es especialmente dolorosa, ya que expone la fragilidad de las relaciones cuando se enfrentan a una realidad tan abrumadora.
La actuación de Anthony Hopkins en "El Padre" es nada menos que sublime. Con una sutileza impresionante, Hopkins nos muestra la lucha interna de un hombre que se desmorona desde dentro. Hay momentos de ternura, de furia, de confusión, y cada uno de ellos es interpretado con una autenticidad que solo un actor de su calibre podría lograr. De hecho, ganó el Oscar a mejor actor por esta actuación.

Olivia Colman, por su parte, ofrece una interpretación igual de impresionante, en la que brilla en su papel de hija devota. Anne es un personaje complejo, atrapado entre su deber filial y su necesidad de cuidar su propia salud mental. Colman maneja esta dualidad con una precisión emocional extraordinaria. Su actuación es un constante tira y afloja entre la fortaleza y la vulnerabilidad, permitiendo que el espectador sienta su dolor, su frustración y su profundo amor por su padre. Su habilidad para transmitir estos sentimientos con tanta autenticidad hace que Anne sea un ancla emocional firme en medio de la tormenta que es la vida con un ser querido que sufre de demencia. A lo largo de la película, sufrimos junto a ella, entendiendo las difíciles decisiones que debe tomar y la carga emocional que lleva sobre sus hombros. Su actuación es tan intensa y matizada que es imposible no conmoverse con su lucha interna.
La película no rehúye la dureza de su tema. La demencia senil es una enfermedad cruel, no solo para quienes la padecen, sino también para sus seres queridos. "El Padre" no ofrece soluciones fáciles ni consuelo. En cambio, nos confronta con la realidad de la angustia y la desazón que significa perder a alguien que aún está físicamente presente, pero que se desvanece en la niebla de su propia mente.

"El Padre" es una película poderosa y emocionalmente devastadora que nos recuerda la fragilidad de la mente humana y la importancia de la empatía. Es una experiencia cinematográfica que probablemente dejará una huella duradera en aquellos que la vean, no solo por su temática, sino por las actuaciones impecables de su elenco y la dirección magistral de Florian Zeller. Es una película que, sin duda, se quedará en nuestra memoria.
La película está disponible para ver en Netflix.
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