Personalmente soy una persona que empatiza mucho con lo que ve en pantalla, por lo que los directores no tienen que esforzarse mucho si quieren hacerme llorar. Pero ninguna película logro sensibilizarme tanto como “A. I. Inteligencia Artificial”. La cinta es dirigida por Steven Spielberg y sigue la historia de David, un robot creado para ser un hijo y programado para amar a quien le lea ciertas directivas.

Una madre en duelo por su hijo, quien se encuentra internado, decide leerle a David estas directivas y criarlo como a un hijo, pero cuando su hijo biológico se recupera las tensiones entre ambos chicos lleva a la mujer a abandonar al robot en el bosque. Como si pensar en un niño abandonado por su madre no fuera ya lo suficientemente triste el abandono al final de un viaje en auto remite indiscutiblemente a lo que sufren algunas mascotas que son dejadas por sus dueños, haciendo la escena aún peor.
A partir de acá David tendrá un solo objetivo, inspirado en la historia de Pinocho que le leyó su mamá, va a buscar a la Hada Azul para pedirle ser un niño de verdad, lo que el considera que va a cambiar la opinión de su madre. Su viaje es tan atrapante como desolador (las lágrimas no faltan en ningún momento de esta película), pasando por un carnaval donde matan robots, una ciudad al puro estilo Las Vegas y una Nueva York inundada.

Finalmente mientras se encuentra atrapado en una nave hundida bajo el mar, David encuentra al hada, la cual no es más que una estatua, pero eso no impide que le pida su deseo una y otra vez durante años hasta que su fuente de poder se acaba. Por un momento al escuchar al narrador parece que este es el final de la historia, un final oscuro y desolador que supuestamente es el que Kubrick le hubiera dado de haberla dirigido el mismo.

Por suerte Spielberg decide darle un final distinto, uno que debe ser el más agridulce de la historia del cine. Luego de 2000 años, David y su compañero de peluche son encontrados, en lo que ahora es un océano congelado, por unos EXTRATERRESTRES (o bueno, robots tan avanzados que parecen aliens). No voy a mentir, la primera vez que vi la película también me hizo ruido el meter esta especie de alienígenas de la nada en una historia sobre androides humanoides. Esta decisión suele ser de lo más criticado de la cinta, criticándole al director el meter una de sus obsesiones en lo que básicamente es un Deus Ex Machina.
Pero pese a lo extraña que puede ser su incorporación su papel en la historia esta claro, ser el hada azul de esta versión moderna de Pinocho.
Los “Aliens” intrigados por los humanos, a quienes David pudo conocer, y compadeciéndose de la historia del robot, le ofrecen revivir por un día a su mamá. De esta forma, si bien no logra volverse un niño de verdad, logra pasar todo un día con ella, en las palabras del narrador “el día más feliz de su vida”. Finalmente la película termina con ella diciéndole que lo ama antes de quedarse dormida, con el acostándose a su lado.

Me destruye cada vez, lo ambivalente que es todo en esos últimos 7 minutos. Por un lado por supuesto que me hace feliz que David obtenga por fin lo que quería, pero por el otro no puedo no pensar en que solo va a durar unas horas, imagínate ser un niño que solo puede pasar un día con su mamá. Sumado a eso el final es ambiguo, el narrador dice que David va a por primera vez a “ese lugar donde nacen los sueños”, significa eso acaso que los robots futuristas le dieron una muerte misericordiosa? como toda muerte eso seria triste, pero hasta cierto punto más reconfortante que el saber que al día siguiente se levantaría sin su mamá y sin un propósito que cumplir.
Como sea, a pesar de esa cuestionable decisión de los extraterrestres y de que no haya una sola vez que no me haga llorar, IA me parece una de las mejores películas dentro de su genero y una en el top 5 de Spielberg.
¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.