El final no es todo en una película pero hay que reconocer que un buen final eleva la experiencia cinematográfica. Dedicamos antes un artículo a los tipos de finales que podés leer acá, pero hoy nos vamos a dedicar a explorar un final “perfecto”. ¿Es posible esto?
Espíritu sagrado es la ópera prima de Chema García Ibarra y tiene un guion preciso como un reloj y no deja lugar al famoso final abierto que muchas veces salva a las películas de tener que dar algunas explicaciones. Pongamos los elementos de tramas y subtramas por separado para entender luego cómo te entretejen:
Por un lado tenemos la desaparición de una niña en el pueblo de Elche. Nos enteramos porque su madre acude a los medios de comunicación y muestra a su otra hija, gemela de la desaparecida, para que la gente tenga de referencia por el parecido. Además muestra una mochila con la cara de un gatito y explica que su hija llevaba una mochila igual pero en ese caso al dibujo de gato le faltaba un ojo. Esto es importante porque más adelante nos ayudará a identificar al objeto y además la palabra “ojos” se repite muchas veces durante la trama y es parte del misterio entender qué significa.

Por otro lado tenemos un pequeño grupo de personas que pertenecen a una secta ufológica llamada OVNI Levante, regida por la astrología, la numerología y la conspiranoia cuyo líder, además dueño de una inmobiliaria, fallece repentinamente.
José Manuel (Nacho Fernández) hereda las responsabilidades del líder y es, a su vez, el tío de la niña desaparecida llamada Vane y su hermana gemela, Vero. A través de él confluyen el costado de ciencia ficción y la trama policial, el grupo de OVNI Levante parece acercarse a un momento de revelación y de la niña no hay rastros… ¿hay una conexión posible? ¿Sería terrenal o sobrenatural?
La madre que conecta
En paralelo sabemos que la madre de José Manuel y Charo (Joanna Valverde) a su vez abuela de las niñas, es una mujer con demencia senil que en el pasado solía trabajar como médium en el pueblo. Las vecinas siguen pidiendo ayuda de ella haciendo alusión a su gran poder para interpretar visiones pero ella ya no está en condiciones de ayudar. Lo único que intentan sus hijos todo el tiempo es que les ayude con el paradero de Vane, la hacen tocar fotos y le piden aunque sea una palabra pero lo único que repite la señora es “ahí viene el león”, que parece no tener sentido y es la última cosa en definirse.

Estas dos líneas se presentan con una puesta en escena que podemos reconocer como «rejtmaniana» o asociada con Luis Buñuel. Tiene rasgos de comedia que hacen base en la expresión monocorde y, desde allí, resalta los detalles absurdos, la incoherencia, y se apropia de lo que se presupone inorgánico.
Hasta la mitad la trama avanza de forma alternada el misterio policial y la preparación del ritual de esta especie de secta. Se dan situaciones simpáticas y uno podría imaginar que quizás la resolución sería una especie de milagro de ciencia ficción o algo por el estilo, que la concreción del ritual por algún motivo podría incidir en lo que respecta a la aparición de la niña… no lo sabremos aún.
Pero en determinado momento, más hacia la mitad del relato, todo se empieza a tornar más sórdido. Entra en escena un nuevo personaje, un hombre que se reúne con José Manuel y le empieza a dar instrucciones para apurarlo a concretar un plan. La forma en la que este hombre empieza a decir que es el espíritu del líder fallecido en un nuevo cuerpo, la poca solidez para responder algunas preguntas nos empieza a dar indicios de que está usando la creencia de José Manuel para inducirlo a hacer algo que aún no entendemos.

Y así empieza el tramo final, el tercer acto es la síntesis de todas las pistas que se dieron durante el relato. Vemos a José Manuel descartar la mochila de Vane y las cosas se enrarecen aún más. Luego lo vemos tener una conversación con la otra niña, Vero, en la que le explica que ella es parte del ritual, parte del plan de OVNI Levante. Inmediatamente la percepción del espectador se disocia de la construcción de fantasía construída hasta el momento y se encienden las alarmas. Comprendemos que el tío de las niñas está asociado directamente a la desaparición de su sobrina y que está por hacer lo mismo con la otra niña.
Motivado por sus creencias fue parte del secuestro de ambas que se relaciona directamente a una red de tráfico de niños para vender sus ojos (allí se resuelve el misterio de ese símbolo).
Luego del shock de una de las escenas más incómodas del cine de los últimos años, equivalente a las sensaciones que produjo luego Mantícora (Carlos Vermut). Un vacío desolador y escalofriante al correr el velo de todo lo que parecía una comedia oscura hasta transformarse directamente en un drama áspero.
Los temas
Para el último tramo, el punto de vista se distancia de los personajes y los expone en su irracionalidad insostenible, aparecen personajes como «facilitadores astrales» o «escultores de emociones» con discursos muy reconocibles en el mercado contemporáneo de la superación personal y la búsqueda del trascender espiritual. También hay personajes creyentes, médiums y clarividentes, obsesionados con el ojo de la providencia.
Pero la película, progresivamente, espía a través de la cortina nebulosa en la que están sumergidos los personajes para avispar la percepción de estos fenómenos y la forma en que calan las prácticas new age y las pseudociencias en las dinámicas de las fake news, los algoritmos y las redes sociales. Algo que podemos ver, sin ir más lejos, en el crecimiento del pensamiento terraplanista o, cuanto menos, el crecimiento de su exposición.

Vero se salva porque las líneas racionales y terrenales se imponen. Se disuelve todo misterio y entendemos cada pista que fue dada durante el desarrollo. El propio director menciona que la escritura del guion fue parte de un proceso largo, de muchos meses en los que se encargó de atar cada línea y no dejar nada a libre interpretación.
Dicen que los magos manipulan la atención de los espectadores, algo así como una estrategia distractora hasta el golpe de efecto en el desenlace del truco, y Chema García Ibarra hace algo así. Es fácil, y hasta recomendable, dejarse llevar por la narración sin buscar los hilos. Lo cierto es que no se ven y uno de los valores de la película es su forma impredecible y la excelsa progresión dramática que la convierten en una obra sorprendentemente consagratoria para ser inicial.
Como cierre perfecto, esas palabras que pronunciaba el personaje de la madre, “ahí viene el león”, parece que va a ser el único cabo suelto, pero de pronto cuando llega la policía a la casa de José Manuel y su madre para detenerlo, vemos afuera como se levanta un enorme inflable con forma de esfinge en la puerta. Este pequeño gesto lo que hace es dejar un único pliego que da lugar a creer que quizás algo de lo mágico existe, algo que no estaba explicado por la acción humana, una visión genuina.

¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.