Cuando la muerte te lleva “De la calle a Harvard”

El dolor y la tragedia como combustible para el éxito

Elizabeth Murray, una psicóloga y escritora nacida en Estados Unidos en 1980, quien dedicara su vida adulta a enseñar a otros a transformar sus duras realidades en fuente de energía para la automotivación, se convirtió en la inspiración directa para la producción de un film que, basado en su historia de vida, nos muestra las duras realidades sociales y personales que pueden doblegar o fortalecer a las personas, y del que te quiero hablar para ahondar en cómo el duelo por la pérdida de un ser querido, puede tomar diversas formas, según el contexto particular de nuestras vidas y de las circunstancias propias de la relación a través del tiempo.

Homeless to Harvard (2003), en su título original en ingles, bajo la dirección de Peter Levin, encarna a Elizabeth y su dramática historia de vida a través de la impecable protagonización de Thora Birch, pero como era de esperarse, por tratarse de una película biográfica, poco o nada le interesó a la academia, pasando desapercibida ante las opciones de galardones en su época, sin embargo, la relevancia de la historia, muy por encima de las opiniones técnicas que se puedan desarrollar en cuanto a un análisis cinematográfico, la mantienen presente entre las referencias argumentativas motivacionales que existen, lo que representa por sí mismo la consagración máxima del verdadero propósito de este este género cinematográfico, veamos ahora sus diversos por qué.

La suerte existe… la mala suerte también.

Nadie escoge en dónde, cuándo, ni cómo venir al mundo, tampoco a través de quién hacerlo, y todos esos azarosos factores resultan ser los engranes con los cuales comienzan a marchar nuestras historias de vida. Para algunos, la buena estrella les otorga un cálido y amoroso recibimiento, y no me refiero propiamente a que las condiciones económicas les cobijen también en una cuna de oro, ya que el lujo y estatus no son garantías completas de cobertura para las verdaderas necesidades de una nueva personita en desarrollo. Me refiero más bien a los aspectos morales, afectivos, psicológicos, educativos y sociales, justo todo lo que tiene mayor poder de influencia sobre nuestra psique, y de lo que nos cuenta Elizabeth en su película.

En su contexto particular, Liz, como prefiere ser llamada, es un ejemplo fiel de lo que representa la mala fortuna de haber nacido de padres completamente carentes de la salud mental y, por ende, de la conciencia que se requiere para satisfacer las necesidades básicas indispensables de cualquier niño; la mala suerte fue su niñera, la drogadicción de sus padres era la sonaja que en vez de calmarla le alertaba, y la inmundicia era su única despensa.

Cuando además el entorno no ayuda...

Semejante grado de negligencia parental, a su vez, suele ser reflejo directo de comunidades con elevados índices de conflictos desatendidos, marginación y pobreza, y el Bronx es el Condado de Nueva York más citado como ejemplo de ello y de Liz.

Pese a tener una hermana un poco mayor a ella habiendo padecido las mismas carencias, la marcada diferencia de personalidades orientó a ambas hacia contemplaciones completamente diferentes sobre la realidad que las envolvía, pero en especial sobre las posibles soluciones que les permitirían continuar sobreviviendo ante una inminente desintegración familiar, y una sociedad que poco o nada tenía de diferente para brindarles.

Como era de esperarse, la influencia del propio entorno en el cual se encontraban Liz y su familia, reforzaba la conducta autodestructiva de la madre, producto de un cuadro de esquizofrenia derivado a su vez del maltrato y abuso infantil que ella misma habría sufrido en manos de su padre, es decir, del abuelo materno de Liz, revelando un legado transgeneracional que tampoco era nada alentador, mientras que por el lado paterno, la herencia genética parecía poder brindar un recurso que la propia Liz no habría contemplado: la posibilidad de tener Altas Capacidades. Su padre, un hombre cuya inteligencia y memoria le habían dotado de un notable nivel de cultura, superior a las falencias educativas de los demás miembros de la comunidad, por asuntos completamente desestimados en el desarrollo de la trama puntual en la película, habría sucumbido también al autoabandono, las drogas y su muy baja autoestima.

La complicidad del sistema.

Aunque bien ya lo había referido, el tinte filosófico que presenta la película, me obliga a recordarte que está basada en hechos reales de la vida de una mujer que, a nuestros días, sigue ayudando a miles de niños, jóvenes y adultos, con su maravilloso ejemplo de autosuperación. El peso narrativo que aporta semejante realidad, hace que hablar de los aspectos técnicos del filme se convierta en una innecesaria banalidad, por lo que seguiré avanzando en los detalles que ayudan a comprender la esencia de lo verdaderamente importante.

En su viaje De la calle a Harvard, Liz deja entrever con bastante claridad las ineficiencias propias de los sistemas y el Estado, responsables de velar, mediante las múltiples políticas públicas ya existentes para su época, por proteger a las personas en condiciones de vulnerabilidad, sea la causa que fuere, y con mayor ahínco hacia los niños, convirtiéndose en cambio para Liz, en una fuente de males aún peores de los que ya padecía con sus padres, aún después de haber sido diagnosticados también de portar el VIH. La escuela, no escapada de esta absurda realidad de peligros agregados por el propio sistema que la habría marginado desde pequeña, siendo más seguro para Liz ser ella quien escapara de la escuela. Su mente era más brillante que cualquier otra, pero aún no sabía cómo ver la luz.

La nobleza detrás de un amor no correspondido.

Los pocos recuerdos positivos que Elizabeth Murray habría tenido la dicha de recibir de su madre en su infancia más temprana, como en todo niño, se convirtieron en las improntas por las cuales se guiaron la mayoría de sus inocentes decisiones, incluso la de amar incondicionalmente a sus padres y aferrarse al único sueño de que algún día todo volviera a estar bien. Su firme esperanza en el único final feliz que podía caber entre tanta carencia, no obstante, la mantuvo cerrada a la posibilidad de reconocer la verdadera naturaleza cruel de la irresponsabilidad de sus padres, viéndolos compasivamente como víctimas y a sí misma como inmerecedora de la obligación que ellos tenían – como todos padres – de cubrir las necesidades de ella y su hermana, manteniendo por encima de todo la pureza de su amor, hacia quienes sólo le habrían colmado de traiciones.

Un punto de quiebre mortal diferente para cada quien.

Hasta ahora, todo lo que te he planteado, al igual que en la película, no apunta en lo absoluto a otra opción que no sea la más lógica y obvia, de que con semejante drama y la inmadurez propia de una criatura que no ha podido acceder a otra realidad distinta a la suya, el curso del destino que le depara sería precisamente el mismo que vivieron y le brindaron sus padres.

¡Pero no! Tras el abandono absoluto de su padre y el haber quedado bajo el reparo exclusivo de las calles, sobrevino la previsible muerte de su madre, quebrando por completo el círculo de dependencia emocional que Liz conservaba como única atadura, al verse confrontada con el absurdo que alimentaba su esperanza.

La muerte física de la madre, se convirtió en el punto de no retorno, pues en la vida de una aún adolescente Elizabeth Murray no quedaba más que ella misma y las páginas en blanco de su destino, descubriendo que en realidad no estaba condicionada a nada que ella misma no decidiera o aceptara. No tenía por qué seguir a su único ejemplo, no tenía por qué autocondenarse y no tenía por qué complacer a nadie, más que a sí misma… y su brillante talento por pulir.

El proceso de duelo, como nos enseña Liz a través de su historia, puede ser también liberador. La partida de un ser querido y la confrontación con las consecuencias de su ausencia, son únicas y diversas para cada quien, pero poco se contempla como un recurso de transformaciones positivas, siendo incluso que en la mayoría de las sociedades se llega a cuestionar la falta de demostración del sufrimiento y la depresión esperadas ante la pérdida. Que el sobreviviente no las exteriorice como se espera, no significa que no exista un dolor interno, sino más bien, que la persona ha logrado convertir el dolor y la tragedia por su pérdida, en una poderosa fuente de combustible para trazarse y alcanzar nuevas metas que le permitan trascender más allá de los hechos compartidos con el fallecido y su historia pasada, comprendiendo que su propia vida aún continúa y tiene el derecho inalienable de crecer hacia una versión cada vez mejor de sí mismo.

En el caso de Liz, que su círculo vicioso personal, sostenido por las incapacidades, manipulaciones y adicciones de los padres, se desintegrara al morir la madre en el preciso instante en el que ocurrió todo – no antes, tampoco despuésfue un despertar consciente que le abrió los ojos ante las realidades alternas que podía aprovechar y que estaban disponibles para ella, si tan sólo se esforzaba lo que fuera necesario y que muy posiblemente no habría podido ocurrir de otro modo. Esta nueva actitud de Liz ante sí misma y la vida, además de ponerla en el camino correcto, también la llevó a encontrar a las personas correctas, especialmente a los maestros que sí fueran capaces de comprender las realidades que perturban a los estudiantes y les llevan a desertar de un sistema que suele atar de manos e insensibilizar a los docentes, pero ya ese es un tema para otra película sobre la que espero poder hablarte pronto, mientras tanto, te pido que conserves la idea sobre cómo nuevamente un maestro se convirtió en un agente de cambio al valorar los esfuerzos de Elizabeth Murray, permitiéndole llegar De la calle a Harvard.




🌟 Gracias por haberme leído hasta el final, espero haber logrado despertarte el deseo por ver la película, si aún no lo has hecho, o de volverla a ver y compartirla si ya la conocías.

🌟 ¿Has tenido también tú alguna experiencia de cambio motivada por la muerte de algún ser querido?

🌟 Cuéntame qué más considerarías relevante en la historia tras esta película, con gusto estaré leyendo tus opiniones en este reflexivo compartir.



💝 Te invito a ver esta película con el corazón abierto, pues no fue creada para entretener,

sino para enseñarnos a reflexionar y meternos en la piel de los otros. 💝

📽️ ¡Haz click aquí para verla!



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