En una escena clave de la película en su inicio, el Cardenal Lawrence (Ralph Fiennes) afirma: Si solo hubiera certeza, y no hubiera duda, no habría misterio. Por ende, tampoco necesidad de fe. Pidámosle a Dios por un Papa que dude. Por un Papa que, en sus equivocaciones, pida perdón y siga adelante"
Fuertes declaraciones de quien se encarga de dirigir y llevar adelante el cónclave, que no solo tendrán sus repercusiones en el resto de la película, sino que también la resumirán en su totalidad.

La puesta en escena propuesta por Berger para esta película es muy clara: hacer claro énfasis en la monumentalidad y el poder que contiene la iglesia en sí misma. Simetrías perfectas constantemente, verticalidades arquitectónicas resaltadas en cada plano, colores saturados y primarios en el decorado/vestuario y el reiterado uso de lentes angulares se unen para conformar una imagen que funciona de antítesis total al guion y los personajes que lo atraviesan. La película se puede resumir con la simple fórmula dialéctica de Hegel: tesis + antítesis = síntesis.
Traducido: monumentalidad + incertidumbre = iglesia
Ahora… Que síntesis tan atrevida, no? Digo, para cualquier cristiano…

De ahí parte, a mi parecer, la concepción de Cónclave. El mostrar algo tan agigantado, tan importante o célebre en el mundo, algo que emana (aunque hay excepciones) tanto respeto, como algo, a su vez, inestable, mundano. Ver que los obispos fuman, sienten celos, buscan poder, rezan, se enferman, sienten curiosidad y disfrutan del chisme. Humanizar la iglesia y mostrarla como otra institución politizada y con sus intereses particulares (no muy distinto a la propuesta del mismo director en All Quiet on the Western Front (2022). Demostrar que, como diría mi abuela (?): no todo lo que brilla es oro. No todo lo que parece estable, organizado, oficial, planeado, en realidad lo es. Cualquier fenómeno social se construye sobre eso, la incertidumbre. Y la solidez es solo una fachada. Claro: podrás cerrar puertas gruesísimas, poner guardias en todos lados, bajar persianas y controlar electrónicamente todo el Palacio Vaticano, pero siempre va a haber un vitreaux que se pueda romper de un simple y clásico piedrazo.

Pero lo mas interesante de la síntesis de Berger no es la síntesis en sí misma, sino lo respetuosa que termina resultando a la cultura que analiza. Porque la incertidumbre siempre fue y será vista como una debilidad ¿Qué otro sinonimo mejor a “incertidumbre” existe que no sea “seguridad”?
No es una película que ofenda ni incluso pueda llegar a desprestigiar esta institución. Y no lo es por la sencilla propuesta de Berger de mostrar a los obispos como… personas. Si, puede que tengan intereses egoistas o posiciones ideológicas que no compartan los espectadores (de hecho, creo que está lleno de eso). Pero en sus argumentos y procedimientos ante los momentos mas decisivos del cónclave, la seriedad y respeto con el que se desenvuelven demuestran una clara intension tan humanamente egoista como se puede sentir el espectador al entrar a sus redes sociales cada 10 minutos para chequear los likes que tuvo su historia beboteando.
El balance del guion a la hora de construir a todos sus personajes es sublime, hasta tal punto que nos sentimos raros ante la opinión de cierto obispo que cree que Lawrence es el ideal (en cierto modo, el obispo mas “limpio” de todos los presentes, o al menos eso aparenta) para heredar el papado.

Es muy, pero muy difícil lograr semejante apreciación de la naturaleza humana, y más aún lograr que un público masivo la entienda tanto como para disfrutar la película y salir sin odiar ni amar a ningún personaje. Por eso aplaudo no solo a Berger por su escritura y dirección, sino también a todo su elenco, en especial a Fiennes, por entender esta síntesis y expresarla tan espectacularmente.
Igualmente, como dijo el Cardenal Lawrence: “duden”. Duden de lo que acaban de leer. Puede que yo no tenga ninguna razón. O puede que sí. Piensen por su cuenta, y después lo debatimos.
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