Call me by your name: Después de la última llamada

¿Pensará en mí? Era difícil evitar esa pregunta en su mente después de la ultima llamada, había pasado un año desde que Elio supo de Oliver y todavía buscaba la manera de desprenderse de su recuerdo.

Le dijeron que el tiempo todo lo cura, su padre la única persona con la que sentía cierta libertad para dejar fluir ese sentimiento que apretaba su pecho, y tuvo razón pero no fue el tiempo sino la distancia la que logró que poco a poco el dolor no fuera tan intenso.

Después de ese verano Elio decidió alejarse de los campos italianos, necesitaba espacio para encontrarse o eso se dijo, quizás buscaba escapar, todavía lo estaba descifrando cuando una mañana sin pensarlo mucho apartó un asiento en un vuelo con destino a Londres, dos días después con pocas pertenencias y un abrazo de sus padres abordó.

¿Pensará en mí? la pregunta aparecía cuando estaba en silencio y no estaba ocupado tratando de entender lo que sus nuevos compañeros intentaban decirle cuando el acento lo confundía. No había tenido el valor de contarles su historia, prefería el anonimato, le daba una nueva oportunidad de no sentirse tan roto, había amado como nunca, había amado por primera vez y no le gustaba esa vulnerabilidad.

Consiguió un empleo en un pequeño pug en Oxford Street, atendía la barra, algo a lo que no estaba acostumbrado pero que le atraía esa incomodidad y le gustaba ver a las personas que llegaban e imaginar sus historias, quizás algún día con suerte vería un rostro conocido.

Una noche de viernes llegó Lewis, lo notó desde que cruzó el umbral con su mirada chispeante y la energía que caracteriza a los estudiantes de arte, una mezcla entre curiosidad y nostalgia. Bastó intercambiar un par de frases para que se notara la química entre ellos, no podía dejar de ver sus ojos mientras le servía el siguiente trago y sin darse cuenta esa parte de su esencia que pensaba que había perdido meses atrás regresó, gracias a Lewis.

La noche termino con un número telefónico anotado en una servilleta, firmaba: con amor para Oliver. Caminó de regreso a casa con la nota aferrada con fuerza en su mano, como tratando de que la ilusión no se le resbalara entre los dedos, esa madrugada no durmió pensando en cual sería el momento correcto para llamar y qué lo haría lucir menos desesperado, no quería mostrar demasiado interés aunque tenía ganas de descolgar el teléfono inmediatamente.

Espero a la noche siguiente ya que la tenía libre y con un golpe de valentía y un sorbo de whisky barato llamó. Después de tres largos repiques que en su cerebro retumbaron Lewis contestó, su voz era tan chispeante como sus ojos, esos ojos… hablaron durante horas sin darse cuenta, de mucho y de nada, sin cruzar limites evitaron preguntas que pudieran dejar en evidencia sus intenciones.

Las largas conversaciones continuaron por un par de semanas, cada vez más profundas y personales, Oliver sentía que nuevamente podía abrirse, sentía ganas de conocer más a Lewis y que esta vez todo fuera diferente, quizás ahora si era el momento correcto.

Quedaron en verse un día, Lewis tenía una exposición de artes y quería que lo apoyará en el montaje. Oliver estaba tan feliz como asustado, entraría en el ambiente en su ambiente y seguramente conocería a sus amigos, todo iba bien.

Se preparó y llegó puntual a su cita, Lewis lucia algo distraído, tal vez por los nervios de la exposición se dijo Oliver, trabajaron juntos todo el día, entre miradas sostenidas y pequeños gestos de cercanía que trataba de descifrar Oliver buscaba a la persona con la que había estado hablando tantos días, pero mientras pasaban las horas y entre sus amigos la personalidad dulce y picará de Lewis se fue desdibujando hasta desaparecer.

Luego llegó Adam, la pieza del rompecabezas que faltaba para entender. Lewis presentó a Oliver con Adam entre sonrisas forzadas y evidente incomodidad, entre comentarios Oliver se dio cuenta que su función esa tarde se transformó en una herramienta para generar celos en Adam, en ese instante algo en él se apagó, simplemente desapareció.

Con mucha educación tomó su abrigo, se despidió de los presentes y se marchó, Lewis no se inmutó por su ausencia, fue solo un invitado más que se fue.

Caminó de vuelta a casa, esta vez con las manos vacías, se sorprendió a sí mismo al darse cuenta que no sentía tristeza ni dolor, solo contaba sus pasos y decidió firmemente continuar, en todos los aspectos continuar…

Llegó a casa y sirvió nuevamente el Whisky barato… ¿Pensará en mi?

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