¿Hasta dónde es capaz de llegar el ser humano en pro de sus ideales? Hemos visto, oído y leído infinidad de historias de personas que lo han hecho con acérrima pasión, desde los honorables, heroicos y valientes seres comunes y corrientes que contra todo pronóstico alcanzan el sueño de su vida, o logran salir adelante ante las peores adversidades, hasta aquellos que son capaces de las peores atrocidades con tal de defender lo que a su criterio es lo correcto.
Toda historia relacionada a la Segunda Guerra Mundial y al Holocausto judío es compleja y delicada a la hora de intentar retratarla o plasmarla en un libro, y mucho más difícil si pensamos en llevarla a la gran pantalla.
Y si una película lo ha hecho con increíble realismo y crudeza, y capaz de llegar al corazón, esta fue la gran obra El Pianista (2002), basada en el libro de memorias del pianista judío-polaco Wladyslaw Spilzman, una película que ha sido ampliamente galardonada a nivel internacional, incluyendo el Oscar a Mejor Director para el cineasta polaco Roman Polanski y a Adrien Brody como Mejor Actor, el más joven hasta ahora en obtener el premio a sus 29 años.

Es casi imposible no sacar a relucir tus propias emociones al verla, ya sea por primera vez o vayas por la duodécima. Desde ira, indignación, tristeza, desesperanza, hasta esperanza y nostalgia.
Verla te hace desear que ojalá esto sólo fuera una película, una mala historia producto de la retorcida mente de una extraña persona. Es decir, ¿a quién se le ocurriría crear personajes tan despiadados y sádicos como los militares nazis que allí aparecen? Pero lamentablemente, existieron. Hicieron un daño casi irreparable a su propia sociedad y a millones de familias de diversas naciones, culturas y religiones. Pero lo peor de todo es que cuesta creer que algo así haya pasado en la vida real, e inevitablemente uno se pregunte si existen hoy en día los mismos factores que condujeron a esa inhumanidad por parte de un gobierno totalitario.
En otra película que mencionaré brevemente ("La ola", Alemania, 2008) un profesor de secundaria decide hacer un controvertido experimento social con sus alumnos con la siguiente premisa: ¿Es posible que lo que pasó en nuestro país hace sesenta años pueda volver a ocurrir? Replicando un experimento original de hace algunas décadas, decide ‘fundar’ una nueva organización, con sus propias reglas, su propio líder, vestimenta, saludo, estandarte, etc. Pero no pasa mucho tiempo antes que se le escape de control y le explote en la cara.
Así que sí, puede volver a ocurrir; con otro nombre, otro uniforme, otro continente, pero puede volver a pasar.

“El pianista” no se trata sólo de las adversidades que afrontó Spilzman; de hecho, logra brillantemente que el público se enfoque en su supervivencia, en la ayuda que le prestaron quienes no eran judíos pero aun así arriesgaron su vida para ocultarlo de sus perseguidores, y en su inquebrantable voluntad de vivir. Muestra que la bondad se puede hallar hasta en los lugares más insospechados (el general alemán Wilm Hosenfeld también le brindó su ayuda para evitar la captura)
¿Que si vale la pena llorar por esta película? Por supuesto, aunque duela ver hasta dónde es capaz de llegar el ser humano por motivos egoístas y erróneamente patriotas, también es sumamente inspirador ver el efecto opuesto de la esperanza y la bondad. Creo que la más valiosa lección es que siempre valdrá la pena luchar hasta el final por estos valores.
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