Las emociones secretas y la ayahuasca son exclusivas de Queer

Para empezar, este es un resumen: definitivamente, Queer no es una película que pueda apreciar y, de hecho, me resultó una experiencia visual bastante incómoda, lo que explica mi baja calificación. Sin embargo, podría ser una película muy buena, porque Queer realmente podría ser bastante… queer.

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Escena de Queer

¿Una buena película que no me gusta? Suena contradictorio, ¿verdad? Pero este fenómeno ya lo viví al principio de mi recorrido cinéfilo, sobre todo cuando comencé a ver películas de autor durante mi formación. En la universidad, no había manera de que pudiera entender películas como Luz de invierno de Ingmar Bergman, El Desierto Rojo de Michelangelo Antonioni o Viva el amor de Tsai Ming-liang. Recuerdo que un día, después de una proyección que me pareció casi un ritual religioso, me atreví a decir: “No me gusta esta película, pero no niego que sea buena”. Un estudiante del último año, que estudiaba antropología cinematográfica e incluso hacía sus propias películas independientes, interrumpió de inmediato, diciendo: “No dudes de ti mismo. Si no te gusta algo, entonces definitivamente no es una buena película, aunque sea El Padrino”.

Ese compañero claramente hizo una afirmación demasiado arbitraria. A medida que crecemos, acumulamos conocimiento, ampliamos nuestros horizontes, recibimos educación estética y experimentamos cambios en nuestra perspectiva. Además, nuestro estado de ánimo mientras vemos una película, así como las coincidencias entre la historia y nuestras propias experiencias de vida, pueden cambiar nuestra percepción de un filme con el tiempo. Pero al menos por ahora, como hombre heterosexual en la mediana edad, Queer es una película difícil de digerir, sofocante y excesivamente recargada.

Esta película, con puestas en escena coloridas, baratas y forzadas, se divide en cuatro capítulos. Desde mi punto de vista, la primera parte es un vlog descontrolado sobre canciones de Nirvana mientras que la segunda es pornografía gay explícita. Debo admitir que soy el tipo de hombre heterosexual que podría ser condenado por el movimiento #MeToo. Estaría dispuesto a ver escenas íntimas entre lesbianas, pero me causa rechazo ver a dos hombres en la misma situación. Quizás, esta sea una señal de que aún no salí del clóset. La tercera parte expresa de forma mínima los rituales de ayahuasca psicodélicos y la cuarta intenta transmitir una profunda visión filosófica del cosmos. Como era de esperarse, le di una calificación de 3 sobre 10.

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Escena de Queer

Poco después de ver Queer, me topé con un travesti en una cafetería de mi ciudad natal, una chica transgénero de quien solía burlarme en privado como “la falsa mujer”—un término que no quisiera usar aquí, pero que refleja el tipo de lenguaje despectivo que a veces se utiliza en ciertos ámbitos. Escuché su conversación ajena sobre Queer y, entre tantos elogios, extraje dos ideas importantes.

Primero, esta chica que disfrutó de Queer cree que la historia de amor de una película gay sería igual de hermosa si los protagonistas fueran heterosexuales, una idea que también la comparten muchos espectadores heterosexuales. En mi opinión, esta similitud es justamente lo que los queers rechazan. Creo que los queers no están dispuestos a imitar los roles tradicionales de hombre y mujer en una relación heterosexual solo para ser aceptados socialmente. Tomando como referencia Llámame por tu nombre, Happy Together y Mi familia, esta persona argumentó que la razón por la que los públicos heterosexuales valoran estas obras maestras gays es porque los creadores alinean inconscientemente las historias con la zona de confort heterosexual. Por supuesto, esta persona queer reconoció que, a pesar de todo, estas películas son grandes obras que también la conmueven.

En segundo lugar, la frase “No soy queer” que se repite varias veces en la película, en realidad es una afirmación muy queer, una que exhibe una identidad a través de la autonegación. Mi interpretación de esto es que los queers se rehúsan a que los etiqueten y siempre anhelan liberarse de las definiciones ajenas. Claro, al decir esto, tal vez esté generalizando algo que los propios queers rechazarían. Queer está basada en la novela homónima de William S. Burroughs y, siguiendo la frase de “No soy queer”, tanto la novela como la película expresan algo más explícito con respecto a la identidad: “Soy incorpóreo”.

De hecho, la sensación de incorporeidad es parecida a la de tomar ayahuasca: quien la experimenta es transportado a un mundo caleidoscópico y vertiginoso, donde se siente invisible e intocable. En ese mundo, yo soy yo: ni heterosexual, ni queer, ni representado por ninguna de las letras del acrónimo LGTBIQ+.

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Póster de Queer

Por supuesto, mi perspectiva de Queer no fue fácilmente influenciada por esta persona queer tan expresiva y singular que vi en la cafetería. La escena del ritual de ayahuasca sigue siendo una de las peores representaciones visuales que he visto: no tiene la profundidad filosófica de El abrazo de la serpiente ni el asombro psicodélico de Bienvenido a Woodstock. Ni siquiera es tan cautivadora como Marina Abramovic In Brazil: The Space In Between, donde ella comparte sus experiencias con los rituales espirituales. Por cierto, hace casi medio año, exploré la selva amazónica y pensé en probar la ayahuasca, pero tanto mi nuevo amigo peruano como el guía de Iquitos me recomendaron que no lo hiciera. Me dijeron: “Hazlo solo cuando estés con alguien muy cercano que pueda llevarte al hospital ni bien pierdas el conocimiento”. Nunca he sido un tipo que busque iluminación física, mental o espiritual, así que rápidamente renuncié a esa idea fugaz. Pueden leer más sobre este viaje cinematográfico que hice en mi artículo llamado Fitzcarraldo: fantasmas del cine en una selva decadente (parte 4).

Pero después de escuchar la lógica de la crítica de esa persona, comencé a comprender que esos diseños artísticos forzados, las dimensiones temporales y espaciales desordenadas, la Ciudad de México artificial, las emociones tímidas y las audaces escenas de sexo que me parecieron desagradables en Queer, son precisamente las expresiones auténticas de la identidad queer. Es una lástima que se aleje tanto de mi zona de confort y que me resulte difícil aceptar esta expresión real queer. Tú eres tú, nosotros somos nosotros, o más precisamente, yo soy yo. La persona de la cafetería probablemente no esperaba que los entendiera.

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Escena de Queer

También quiero compartirles una experiencia interesante. Hace once años, un amigo me acusó en broma de ser homofóbico y, como consecuencia, la oficina de turismo de Ontario me invitó a visitar Toronto. Era el único heterosexual de un grupo de medios LGTBIQ+ convocado para participar y cubrir el WorldPride quinquenal. En ese momento, mis compañeros del grupo bromeaban con que la revista de viajes en la que yo trabajaba, ACROSS, era una revista transgénero, solo por su nombre. Tomé un vuelo directo desde mi ciudad natal hasta el gran desfile, donde vi grupos que exhibían su identidad con orgullo por las calles.

Hombres y mujeres vestidos como guerreros troyanos promocionaban sus marcas de preservativos. Las marcas de ropa interior se asociaban con Red Bull para distribuir bebidas gratuitas e instalar sistemas de enfriamiento para ayudar a los participantes a combatir el calor. Además, las oficinas de turismo de diversas provincias canadienses, así como sus contrapartes de Boston y Viena, repartían guías de turismo para la comunidad arcoíris de sus respectivas ciudades. En los folletos, el acrónimo que representa a esta comunidad se actualizó de LGBTQ a LGBTQI2-S. Quince mil participantes de 285 grupos llenaron las calles centrales, cada uno con sus propios lemas, carrozas, disfraces y bailes, e incluso atrajeron a la gente del bar que no quería perderse la segunda mitad del partido de Países Bajos contra México del Mundial de Brasil. La multitud superó las 100.000 personas. El evento parecía una mezcla entre una ceremonia olímpica y un congreso anual corporativo, con personas de Chile, Italia, Israel, Kenia, Corea del Sur, China y la "poderosa Tailandia" (como lo afirmaba su cartel), quienes exhibían sus características nacionales mientras gritaban sus lemas con orgullo. El personal de Air Canada, la Real Policía Montada de Canadá, la policía de Toronto, así como los sindicatos de la ciudad y las provincias, también aparecieron con sus uniformes de trabajo, y el grupo más popular de los bomberos les rociaba agua a los espectadores para refrescarlos, ya que estaban al borde de sufrir un golpe de calor.

Pero el LGBTQI2-S está compuesto por muchos grupos individuales. Entonces, entre este mar de personas, ¿quiénes son los queers que se niegan a integrarse con el resto? Tal vez los queers sean individuos independientes, vestidos con todo tipo de prendas extrañas, o tal vez sean todos los que estuvieron en Yonge Street.

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WorldPride 2014 en Toronto

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