Uno de los efectos más sorprendentes de los teléfonos inteligentes en la sociedad moderna puede ser su capacidad para registrar de forma rápida y precisa los acontecimientos que nos rodean, incluidos los actos de violencia. Cuando un asesino en serie publica videos de sus asesinatos en las redes sociales, de la misma manera que compartimos lo que sucede en nuestra vida diaria, ¿te sentirías tentado a verlos? Red Rooms profundiza en las complejidades de la psicología humana, explorando por qué nos atraen las imágenes brutales y cuánta depravación podemos tolerar realmente.
No hay violencia en la pantalla, pero su impacto se siente profundamente
Kelly-Anne es una modelo reconocida y ganadora frecuente en los casinos de póquer en línea, y vive una vida de lujo en un imponente rascacielos. A pesar de su aparente éxito, decide dormir fuera del juzgado a medianoche, ansiosa por ser la primera en participar en el juicio del siglo. Este juicio de alto perfil ha conmocionado a Canadá: involucra a un asesino que mató brutalmente a tres niñas, torturándolas, agrediéndolas sexualmente y desmembrándolas antes de grabar los actos y ofrecer las imágenes para visualización paga en la dark web. Kelly-Anne está obsesionada con este juicio. ¿Qué la impulsa?
Red Rooms presenta a un asesino escalofriante que no parece para nada amenazante. A pesar de tener una clasificación +18 por violencia, la película no lo muestra empuñando un cuchillo ni muestra escenas sangrientas. En cambio, se lo puede ver al asesino sentado en silencio en una cabina de cristal en la audiencia judicial, con el rostro impasible y sin pronunciar una sola línea. Red Rooms desafía las convenciones típicas del thriller: la película no contiene escenas violentas. Se espera que el público tema o desestime al asesino basándose en la violencia, pero su presencia pasiva en una sala blanca y austera durante el juicio puede hacer que los espectadores se pregunten: ¿realmente cometió los asesinatos?
El horror de esta película es sutil e indirecto, comienza con una sensación de alienación e inquietud. Primero vemos que Kelly-Anne tose y da vueltas en la oscuridad, sin poder dormir. El gorro que lleva en la cabeza es una pista extraña que revela que está durmiendo en un callejón oscuro. A medida que la escena cambia, ella regresa a su opulenta suite del ático, mostrando su riqueza. Abre su computadora para responder correos electrónicos del trabajo, lo que demuestra su trabajo e ingresos estables, utiliza un asistente de voz para las respuestas, lo que indica su conocimiento de los sistemas de información, y juega al póquer en línea, aparentemente ganando sin esfuerzo. A pesar de su aparente estabilidad financiera y alto estatus social, ¿por qué elige dormir en la calle?
Kelly-Anne lo tiene todo, pero le falta compañía. Su mansión no tiene cuidador y su habitación está en penumbra. Su única interacción es con un asistente de voz mecánico, y estas interacciones son más órdenes que conversaciones. Kelly-Anne rara vez sonríe y sus únicas emociones visibles se capturan en fotografías de sus sesiones de modelaje. No muestra alegría por ganar partidas de póquer ni entusiasmo por conseguir empleo. Su vida, vista a través de la lente de un estudio, revela su riqueza pero oculta su verdadero yo. Luego, el enfoque de la película se centra en descubrir el origen de la obsesión de Kelly-Anne con el juicio. A través de las caricaturas del fiscal y las declaraciones del abogado defensor, la película explora la atrocidad del crimen desde ambos lados. El fiscal detalla la vida y el sufrimiento de las víctimas, mientras el abogado defensor cuestiona si el acusado es realmente culpable.
Red Rooms logra crear una sensación de horror a través de monólogos de los actores y suaves movimientos de cámara sin representar ninguna violencia real. Aunque nunca vemos la brutalidad, su presencia se siente profundamente.
¿Por qué la obsesión por un asesino en serie?
La obsesión de Kelly-Anne con el asesino en serie se convierte en un misterio convincente. ¿Podría ser una de esas mujeres que se enamoran irracionalmente de criminales notorios? Casos como estos no son infrecuentes: películas como El loco de la motosierra: la masacre de Texas y El silencio de los inocentes muestran admiradoras de personajes infames como Ted Bundy, quien incluso se casó con una de sus fans durante su juicio; Charles Manson, quien dirigió una secta y estuvo involucrado en el asesinato de Sharon Tate; Richard Ramírez, el "Night Stalker" responsable de 14 asesinatos; y los hermanos Menéndez, quienes mataron a sus padres. Estos notorios asesinos tenían seguidoras femeninas que les dedicaron sus vidas, y algunas incluso tuvieron hijos. Entonces, ¿Kelly-Anne es una de estas mujeres enamoradas? La respuesta sigue siendo un misterio hasta el final de la película.
En Red Rooms, también conocemos a Clementine, una chica aparentemente inocente que, como Kelly-Anne, asiste a la corte a diario. A diferencia de Kelly-Anne, Clementine profesa abiertamente su admiración por el criminal, creyendo en su inocencia y alegando que la justicia ha sido injusta y apresurada al condenarlo. Se siente obligada a estar presente para presenciar la justicia en acción. ¿La obsesión de Kelly-Anne refleja la de Clementine? ¿Es ella también una devota admiradora del asesino? La película nos mantiene en vilo hasta el final.
Sin espadas ni sangre, pero aterradora
Si bien Red Rooms carece de escenas violentas, esto no significa que la película esté dedicada a la acción. Sin los elementos tradicionales del thriller (como víctimas que huyen de los atacantes, protagonistas perseguidos por agresores desconocidos o enfrentamientos dramáticos con un asesino), la película podría parecer perder los momentos culminantes cruciales típicos del género. Imagínense El silencio de los inocentes sin el enfrentamiento final entre Clarice y Buffalo Bill, seguramente perdería gran parte de su apasionante entusiasmo.
Sin embargo, Red rooms logra llevar el suspenso al máximo sin ninguno de estos típicos enfrentamientos. La película consigue crear una atmósfera intensa sin armas, gritos, sangre ni víctimas. Mantiene una narrativa limpia mientras genera inquietud continuamente, culminando en un susto poderosamente efectivo.
La película puede verse como un thriller que desafía el género pero que a la vez se mantiene fiel a la esencia de este, al utilizar un enfoque poco convencional. La película concluye su final de una manera clara y estimulante, que permite múltiples interpretaciones. La verdad detrás de la obsesión de Kelly-Anne adquiere muchas capas y, si bien el final está abierto a interpretación, no queda sin resolver; en cambio, proporciona espacio para una exploración significativa.
Este es uno de los thrillers más notables de los últimos años. Evita complicar demasiado la trama o utilizar técnicas estilizadas para confundir a la audiencia. Si bien los espectadores comprenden la progresión de la historia y el desarrollo de los personajes, el final impredecible los mantiene entusiasmados, haciéndoles querer descubrir qué sucede a continuación.

¡Comparte lo que piensas!
Sé la primera persona en comenzar una conversación.