Gracias a Dios los Óscar terminaron

Solía amar la temporada de premios. Ahora, la padezco.

Entonces, Anora acaba de arrasar en los Óscar, llevándose a casa cinco premios importantes: mejor película, mejor director (Sean Baker), mejor actriz (Mikey Madison), mejor guion original y mejor montaje. Debería haber sido una celebración. En su lugar, se convirtió en un baño de sangre. Los debates virtuales rápidamente siguieron un patrón muy familiar: una película gana en grande y, de repente, que te guste o no se vuelve una declaración sobre toda tu moral y valor intelectual. El Internet te exige que tomes partido y debes luchar por él como si tu vida dependiera de ello.

Sean Baker
Sean Baker

Por supuesto que el hecho de que Anora fuera la ganadora siempre iba a ser algo divisivo. No hay película en la historia moderna de los Óscar que haya salido ilesa. Cada año, transitamos el mismo ciclo: acusaciones de favoritismo, quejas de que a alguien se le "robó" su supuesto premio y la inevitable reacción a estas críticas. Pero, este año, se sintió incluso peor. Si te gustó Anora, se te etiquetaba como un pretencioso al que solo le importan los tesoros independientes. Si no te gustó, se te acusaba de ser un ignorante que no entiende el cine real. No había espacio para la matización. Solo líneas de batalla.

Conozco este juego. Estuve viendo cómo se desarrolla por años. Entiendo que los Óscar (y, con honestidad, todos los festivales de cine) son fundamentalmente máquinas políticas útiles para los intereses de la industria. Sé que ganar trata tanto sobre la campaña como sobre el arte. Lo que ha cambiado es que la audiencia fue arrastrada completamente al campo. Ya no somos espectadores de las maniobras políticas de Hollywood; somos soldados reclutados en una guerra sin fin de fanáticos, venganzas personales y pruebas ideológicas de puridad.

Es agotador.

Escribí dos artículos sobre Anora antes de que la temporada de premios incluso llegará. Pensé que era una de las mejores películas del año pasado. Sin embargo, para cuando los Óscar llegaron a su fin, me encontré hasta con dudas sobre decir esto en voz alta. No porque mi opinión haya cambiado, sino porque la conversación se había vuelto insoportable. De repente, la película que adoraba ya no era solo una película, era una prueba contundente, un problema divisivo, un campo de batalla. El discurso se había transformado de algo que amaba en algo que ni siquiera quiero mencionar aunque sea un poco.

Y eso es lo que más me molesta. Sí, el cine es algo con lo que nos involucramos, que analizamos y debatimos, pero debería hacerse de una forma que aliente el verdadero debate. En su lugar, se ha vuelto sobre hacer una declaración, elegir un bando y destruir a la oposición. ¿Siquiera seguimos debatiendo sobre el cine o solo nos quedamos atrapados en un reality show de política sin fin?

Tal vez es mi culpa por esperar que las cosas sean diferentes. El cine nunca ha existido de forma independiente, siempre estuvo impregnado de política, identidad, luchas de poder y narrativas culturales. Cada ganador principal de los Óscar refleja fuerzas más grandes en juego. Pero nunca se solía sentir así de sofocante. La máquina de la indignación es tan incesante ahora que parece imposible tener una conversación sobre una película sin que sea transformada en algo completamente diferente.

Anora

No solo trata de Anora. El punto es que hemos construido un sistema en el cual los Óscar no son solo una celebración del cine, sino la chispa que enciende meses de guerras virtuales. No importa qué película gane; el discurso ya está escrito. Algunos se indignarán. Otros afirmarán que la victoria es inmerecida. Otros acusarán a alguien más de tener un plan secreto. Y, luego, lo volvemos a hacer todo otra vez el año siguiente.

Ojalá pudiera fingir que estoy por encima de todo, pero sé que no es así. Me he involucrado en una cantidad razonable de debates cinematográficos. Puse los ojos en blanco por ciertos ganadores de los Óscar. Defendí pasionalmente películas que pensé que se pasaron por alto. Pero, en algún punto, es difícil no sentir que la alegría del cine en sí está siendo enterrada bajo todo el ruido. Extraño ser capaz de solo amar una película sin tener que preparar mi armadura para la batalla cada vez que hablo de ella.

Entonces, sí, estoy aliviada de que la temporada de premios haya terminado. Me alegra no tener que escuchar otra opinión sobre si Anora merece sus premios. Espero con ansias un par de meses en los que las películas puedan ser solo películas otra vez, al menos, antes de que comience el próximo ciclo. Porque sé que esto nunca termina. Regresaremos a lo mismo el próximo año, gritando al vacío sobre cuáles películas merecen estatuillas de oro y cuáles no.

¿Pero por ahora? Gracias a Dios que los Óscar finalmente terminaron.

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Comentarios 27
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Renata9193
Renata9193
 · 17 de marzo de 2025
Creo que entiendo lo que dices, a veces, es una cuestión de intensidad. Siempre y cuando no sea excesivo, es parte de la diversión.
1
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Pantalla Mágica
Pantalla Mágica
 · 24 de abril de 2025
Yo también estoy feliz de que se terminó. Qué temporada insoportable.
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marisoledad
marisoledad
 · 18 de marzo de 2025
Tienes toda la razón, siento que hoy en día no pasa nada sin que haya "discurso". No solo me hace sentir agotada, también empieza a ser muy aburrido. Ojalá llegue un día en el que veamos una película y la disfrutemos sin tener que debatir con todo el mundo...
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