Si hay una temática en auge hoy en día, en todos los ámbitos, es el concepto de fake news, relativismo, simulación. Es posible que estemos ante la llegada inminente de una realidad en donde no se pueda distinguir el contenido hecho con Inteligencia Artificial de la realidad. Y en ese contexto, aparece una figura como Nathan Fielder, que toma la realidad como punto para la creación de series que son difíciles de catalogar, pero que orbitan el límite entre comedias, documentales humorísticos y hasta reality shows.
Él mismo se describe como una persona experta en incomodar a los otros, y sin dudas podemos registrar que al ver sus creaciones sentimos cierta exasperación, pero lo interesante es que también juega con la risa, y hasta con la emoción. Nathan Fielder es el productor ejecutivo de How to with John Wilson y co creador, director y protagonista de The rehearsal.
La premisa de la primera temporada de The rehearsal, estrenada en 2022, proponía una suerte de simulación de la realidad en donde Fielder ayudaba a distintas personas a ensayar cómo enfrentarse a situaciones difíciles antes de efectivamente vivirlas. Desde un hombre que quiere confesar una mentira ante sus compañeros de trabajo, hasta resolver una discusión entre dos hermanos, hasta ayudar a una mujer que quiere practicar su maternidad para decidir si quiere tener hijos o no.
Para resolver la mentira, por ejemplo, devenida de un hombre que le había mentido a sus compañeros respecto a sus logros académicos, Fielder contrata a un actor para interpretar a su compañero de trabajo y construye una réplica del bar donde va a tener lugar la conversación.
En la segunda temporada, tres años después, Fielder se propone resolver el dilema de los accidentes aeronáuticos. Según el propio director, después de revisar obsesivamente los registros de accidentes aéreos de años, su conclusión es que la mayor parte de ellos son resultado de una mala comunicación entre la tripulación.
En este temporada, entonces, el director decide correrse de los incómodos experimentos para ayudar a personas a anticiparse a la resolución de sus problemas cotidianos, y se mete de lleno en el profundo análisis de cómo los vínculos de poder entre los pilotos y copilotos conducen a problemas de comunicación, e inevitablemente, a fallas humanas (que podrían evitarse).
Para fundamentar su teoría, Fielder se reúne con una suerte de eminencia de la aviación, y luego de obtener su aprobación, comienza a recrear situaciones potenciales y recopilar información. Desde la construcción de una réplica del Aeropuerto Internacional de Houston, hasta la historia de una pareja con un perro y el acercamiento al Congreso para llevar un proyecto de ley.
Lo interesante es que esta temporada, a pesar de abarcar un tema tan universal, indaga en profundidad en las propias características de Fielder, Entonces, de alguna manera, cada vez que el director analiza un conflicto vincular entre un piloto y un copiloto, en verdad analiza su propia dificultad de comunicarse con el resto del mundo.
How to with John Wilson sigue al neoyorquino John Wilson, que en una suerte de misión de exploración de las contradicciones de la vida moderna, filma la vida de diversos ciudadanos neoyorquinos. Entonces, cada capítulo engloba la premisa de un tema aleatorio, por ejemplo: "Cómo mejorar tu memoria", "Cómo cubrir tus muebles", "Cómo cocinar el risotto perfecto", "Cómo invertir en bienes raíces", "Cómo recordar tus sueños", "Cómo limpiarse los oídos”.
A simple vista parecen temas simples, aleatorios, casi absurdos, pero la serie, bajo la idea de retratar la monotonía de la vida cotidiana, logra hacer un retrato de las contradicciones del comportamiento humano y el sentido de la vida.
Creo que el gran acierto de How To With John Wilson sin dudas son los testimonios que consigue. Como espectador, a medida que avanzan los capítulos, no conseguimos entender cómo el documentalista logra encontrar personajes tan extravagantes, casi como si por momentos dudáramos de que fuesen reales. Pero Wilson se acerca a las personas con genuina intención de escuchar sus historias, dejando totalmente de lado el juicio y entregándose a la escucha, el interés, el compartir un momento de (¿verdad?).
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