
Terror análogo: definición, técnicas, exponentes, y por qué es el futuro del cine de género
Es difícil de creer que Skinamarink se estrenó hace solo dos años. Por las controversias y discusiones que sigue generando al día de hoy, da la impresión de haber tenido su premiere hace un par de semanas. Para algunos, es una auténtica obra maestra. Para otros, es una bizarría absoluta que carece de cualquier tipo de sentido. Sin embargo, ahí está, mostrándose con orgullo en los catálogos de Mubi y Shudder, dos de las plataformas de streaming más importantes del mundo entero.
Aún es complejo definir la magnitud de la grieta que la producción generó en el circuito de consumición del terror. Por lo menos, dejo dos conclusiones certeras. La primera, que sus espectadores habituales no están del todo listos para verlo evolucionar fuera de sus capacidades estereotípicas, ya desgastadas hace varios años. La segunda, un poco más optimista, es que Blumhouse, Atomic Monkey y Neon estuvieron muy atentas a la recepción de Skinamarink y, más por el revuelo que causó que por comprender a fondo su originalidad, pusieron en marcha sus propias versiones de las herramientas puestas en juego por Kyle Edward Ball.
Sí, es probable que las productoras comerciales no realicen buenos productos finales. Pero, ahora mismo, lo que más necesita el tipo de cine propuesto por Skinamarink es la mayor cantidad de exposición posible. Después, llegará el momento de corregir y afilar sus normas. Lo esencial de su presente es que consiga más exponentes y, principalmente, que el público común conozca de que se trata.

¿Qué es el terror analógico?
La diferencia central de esta clase de terror con el prototípico es su carencia obligatoria de una narrativa explícita. Contrario a la creencia generalizada, el terror analógico no es una amalgama de incoherencias sin orden ni principio. Si bien no utiliza una linealidad modélica de las escenas, como la que veríamos en cualquier blockbuster, emplea un metraje que, a pesar de ser brusco e irregular, alberga su propio sentido.
Para contar sus historias, se sirve de grabaciones y/o imágenes estáticas que se rigen por la estética del metraje encontrado y la televisión en la época de los 2000. A partir de estas herramientas, construye mensajes crípticos que no le permiten al espectador intuir lo que está por venir, logrando así un mayor impacto tanto en el susto tipo jumpscare como en el miedo psicológico.
La distorsión visual y auditiva de su diégesis es, quizá, su rasgo más prominente, que busca imitar las características intrínsecas de los famosos VHS. En este sentido, es común observar la apropiación por parte de las producciones de terror analógico de material en dicho formato, proveniente de anuncios de televisión, películas y series de la época.
Aunque, hasta la fecha, la única película comercial del género es Skinamarink, existen otros films comerciales que pueden servir como una buena introducción para adentrarse en el tema. Uno de ellos es The Blair Witch Project que, al ser contada a través de una cámara de video de los 2000, utiliza los instrumentos del terror analógico de manera inconsciente. Un ejemplo más afín es Kairo, que sí hace uso de dichas herramientas en pos de contar una historia sobre el avance de la tecnología de la manera más críptica posible.

Exponentes principales
Al revisar los exponentes principales del género, es importante dar cuenta de su característica esencial: haber nacido en Youtube. Hasta Skinamarink, ninguna producción de terror analógico había conseguido salir de la web, mucho menos llegar a la pantalla grande. Quizá, ahí radique el motivo de tanto revuelo: por un lado, quienes no conocían esta clase de creaciones criticaron Skinamarink por aparentar carecer de bases teóricas preexistentes, mientras que los fanáticos de las mismas se ofuscaron por tanto desconocimiento sobre ellas.
No through road
No Through Road data del 2009, apenas unos años después del nacimiento de la plataforma de videos mundial. Está basada en la leyenda urbana de Bunny Man, sobre un hombre ubicado debajo del Paso elevado de Colchester, en Inglaterra, que está vestido como conejo y ataca a los que pasan por ahí con un hacha. Su creador, Steven Chamberlain, también confesó haberse inspirado en The Blair Witch Project y la primera entrega de The Strangers. Su trama gira alrededor de un grupo de adolescentes que viaja hacia Stevenage, toma un atajo para hacer el camino más corto, y termina atrapado en un bucle temporal en el que son perseguidos por un hombre misterioso con un sombrero.
El título marcó un punto de inicio para el terror analógico por su utilización del metraje encontrado como un elemento no manipulado por un director, sino como el horror presentado en su forma más pura para atacar al espectador en puntos donde no lo espera. En otras palabras, todo aquello que el público logra predecir en el cine de terror son convenciones que los cineastas del género fueron estableciendo a lo largo de los años. En un metraje encontrado, no existe ninguna mano que modifique el material para organizar una narrativa. Es el horror en crudo, un objetivo central para el terror analógico, que fue establecido por primera vez por No Through Road.
Backrooms
Backrooms es, probablemente, la pieza más difundida del género. Con 57 millones de vistas en Youtube, la serie creada en 2022 por Kane Parsons (¡Qué acaba de cumplir 18 años!) ya fue adquirida por A24 para llevarla a la pantalla grande, con James Wan anotado como productor.
Los Backrooms son, según la leyenda urbana creada en 4chan en el 2019, espacios liminales y extra dimensionales a los que podemos acceder evadiéndonos de la realidad, ya sea a intencionalmente o de forma accidental. La producción de Parsons gira alrededor de Async, un instituto de investigación ficcional que descubre estos espacios y busca documentarlos para investigarlos, hasta que se encuentra frente a frente con los seres que los habitan.
En este relato observamos el segundo motivo del terror analógico: construir historias que, aunque profundamente cercanas a la ciencia ficción y el horror paranormal, puedan sentirse cercanas. Cuando Backrooms comenzó a viralizarse, miles de usuarios empezaron a postear sus propios conceptos e imágenes sobre los espacios liminales, y la mayoría coincidían en concebirlos como lugares existentes en nuestra cotidianeidad, solo que desprovistos del pasar humano.
Mandela Catalogue
Mandela Catalogue es la serie que mejor logró conceptualizar el concepto total del terror analógico. Originada por Alex Kister en el 2021, la producción relata la existencia de los alternates, entidades malignas que tienen su epicentro en el condado de Mandela y buscan reemplazar a los seres humanos en forma de doppelgängers de apariencia monstruosa.
Igual que Parson, Kister ideó su creación a los 17 años. Pensaba que el terror analógico podía causar un tipo de miedo que no se había visto hasta ese momento en la pantalla grande. Uno más relacionado con lo fisiológico, con la reacción del cuerpo frente al estímulo del horror. Así, cada segundo de su creación aúna todos los puntos fuertes que el terror analógico fue estableciendo con el correr de los años: el uso de material que coincida con el formato VHS, mensajes crípticos inquietantes, distorsión del sonido y de la imagen, y una trama profundamente cercana a la condición humana misma.
El gran éxito de estas tres producciones es haberle dado visibilidad a creadores ubicados fuera del circuito de entretenimiento industrial. La lógica comercial del terror es muy compleja, y muchos de los nombres que se encargan de los grandes blockbusters son puestos a dedo por James Wan y Jason Blum. Por eso, el terror analógico necesita expandirse, para que podamos escuchar esas voces actualmente opacadas por los hits funcionales a la taquilla, pero vacíos de contenido para el espectador.