Speak no Evil (2022) frente a Speak no Evil (2024)

Puntas de lectura para enfrentar la (difícil) tarea de ver la remake sin morir en un análisis comparativo

En 2022 se estrenó el film Speak no evil de Christian Tafdrup. Luego de su nominación a mejor película en el Festival de Sitges y de una recorrida por diferentes festivales con excelentes críticas, el film se consolidó en la oferta cinematográfica de ese año como una bocanada de aire fresco dentro del cine del terror sin enmarcarse directamente en ninguna de sus fórmulas más clásicas pero logrando aterrar a cuanto espectador la viera.

Si el nombre Speak no evil suena recurrentemente estos días es porque en septiembre se estrenará en Argentina su remake que, con el mismo nombre, fue realizada en Estados Unidos. La cercanía temporal entre su versión original y el estreno de la versión norteamericana resulta llamativa, sobre todo por el reconocimiento que el film de Tafdrup logró en su paso por el Festival de Sundance. Antes de esbozar algunos lineamientos respecto al inminente estreno de la remake, y el efecto que ejercen dentro de la industria, será necesario focalizar en las premisas centrales del film de Christian Tafdrup.

No digas cosas malas

La versión original del film es una coproducción de Dinamarca y Holanda. Este dato, lejos de ser menor, es determinante para comprender la lógica de las relaciones entre los personajes del film ya que las mismas funcionarán como primer elemento vinculante entre las familias, especialmente por el rechazo y la distancia que sienten respecto a la cultura sueca.

La película cuenta la historia de una familia danesa que en unas vacaciones en Italia conoce a una familia holandesa con características similares a las suyas. Ambas parejas están atravesando sus treinta y tienen hijos únicos pequeños. Este primer encuentro será central para comprender el vínculo que se establecerá entre ellos, marcado por la identificación y, en algún punto, el aspiracionismo. Ya en su casa la familia danesa, conformada por Bjørn (Morten Burian), Louise (Sidsel Siem Koch) y su pequeña hija Agnes (Liva Forsberg), recibirán una invitación de Patrick (Fedja van Huêt) y Karin (Karina Smulders), la pareja holandesa, para pasar un fin de semana en su casa de campo. Si bien Louise encuentra esta situación un tanto extraña, Bjørn será quien insista para realizar el viaje. Algo en él se moviliza al entrar en contacto con Patrick, el patriarca de la familia holandesa. En una cena con amigos son alentados a realizar la travesía.

La necesidad de escapar de la rutina, y empujado por una crisis de identidad que se acrecentará a lo largo del film, hace que Bjorn maneje su auto varias horas para llegar al destino rural. Sin embargo nada es lo que parece. La casa, humilde y con pocas comodidades, es la primera advertencia que desoyen. Si ya están ahí “¿Qué es lo peor que puede pasar?”. Los anfitriones, rápidamente, comienzan a poner a prueba los límites y la paciencia de la familia invitada, ratificando la idea de que un fin de semana, lejos de casa y en presencia de desconocidos, puede convertirse en una verdadera pesadilla.

La convivencia desata las incomodidades y las diferencias entre ambas familias. La insistencia de Patrick para que Louise coma carne siendo vegetariana, el maltrato del matrimonio a su pequeño hijo discapacitado Abel (su condición será determinante para el desenlace del film), la insistencia por regular el comportamiento de Agnes y la salida nocturna sin niños al restaurant, pondrán a Louise ante la situación de pedirle reiteradas veces a Bjorn que abandonen la casa. El descubrir que Patrick duerme desnudo junto a Agnes será el evento determinante que hará que la familia se vaya. Sin embargo, deberán volver a buscar algo olvidado y, contra todo pronóstico, ceden ante los ruegos del matrimonio holandés para que se queden un día más.

Ver una película de terror implica, necesariamente, hacer un pacto con los personajes. Aunque entendamos que muchas de las decisiones que toman son sumamente cuestionables, debemos confiar en ellos con el objetivo de ser asustados. Si rompemos el acuerdo, la experiencia fracasa. Hay que creer que sus decisiones son lógicas en un universo donde todo está fuera de control. Esta aclaración, que podría ser considerada obvia, es determinante para la experiencia que Speak no evil nos propone. Sin embargo, a ella se le suma otra cuestión que será el eje vertebral del film. El comportamiento de Bjorn y Louise está profundamente determinado por el deber ser impuesto por su propia cultura.

El desenlace del film se inicia con la vuelta del matrimonio a la casa de Patrick y Karin. Su habilidad para manipularlos y obligarlos a permanecer se da a partir del cuestionamiento de su capacidad para proteger a Agnes. “¿Dónde estabas cuando tu hija lloraba de noche?”. Patrick y Louise saben que mientras su hija los llamaba estaban teniendo relaciones sexuales. Lo extraño de la situación es que el deseo entre ambos aparece a partir de un encuentro inesperado entre Louise y Patrick en el baño de la casa. Al sentirse puestos en evidencia, e incapaces de sostenerse en su propio deseo de huir, permanecen en el hogar para no contradecir a sus anfitriones. La última posibilidad de escapar desaparece cuando eligen comportarse educadamente ante una situación que los hace sentirse en peligro.

El nombre original del film es Gæsterne, cuya traducción al español es “Los Invitados”. La decisión del director de optar por un título meramente descriptivo juega a favor de la elaboración y del desarrollo de la intriga. Sabemos que el foco está puesto en el matrimonio danés, es a ellos a quienes acompañaremos a lo largo de todo el film. El título en inglés, que remite a la necesidad de ser educado (no digas groserias), pone en evidencia una de las líneas centrales de la película, aquella vinculada a la corrección de los personajes a la hora de habitar una casa que no es propia. Hay que comportarse, seguir las normas y deseos propuestos por el anfitrión. Lo que desata el horror es que ellos llevan estas máximas hasta las últimas consecuencias.

Lo que construye Tafdrup a lo largo del film nos llevará directamente a un desenlace que, aunque esperado, sólo puede ser definido por la brutalidad. La violencia que siempre estuvo presente, aunque moderada por la corrección, estalla en la cara de los protagonistas. Lo indecible y lo inimaginable se materializa como respuesta ante ese interrogante que, en las primeras secuencias, los convence de encarar la travesía. “¿Qué es lo peor que puede pasar?”. Justamente esto que están viviendo.

No hables con extraños

La versión norteamericana de Speak no evil se estrenará en Argentina con el título No hables con extraños. De la mano de Blumhouse y Universal Pictures, el film cuenta con la dirección de James Watkins conocido por la genial Eden Lake (2008), donde se abordan problemáticas similares en lo que refiere a la familia como espacio de perversión y al mal como algo intrínsecamente humano. El guión cuenta con la colaboración de Christian y Mads Tafdrup, encargados de la versión original. Su llegada a los cines se da con un alto grado de promoción, fundamentalmente porque James McAvoy es quien se encargará de interpretar al anfitrión psicópata de la historia, Patrick. El papel de Louise está a cargo de Mackenzie Davis que se reencontrará con Scoot McNairy, que interpreta a su esposo, luego de trabajar juntos en Halt and Catch Fire.

En los últimos meses se estrenaron dos trailers oficiales de la película que nos permitirán establecer algunas puntas de lectura vinculadas a la versión original. Este análisis podría resultar fructífero a la hora de abordar la remake si lo que queremos es dejar de lado cualquier tipo de estrategia comparativa. Si bien es inevitable analizar en términos de mejor/peor, sobre todo cuando el producto original es de gran calidad, la riqueza de la lectura estará en el modo en que se elabora la idiosincrasia y la cuestión cultural como columna vertebral del horror.

En el primer trailer se retoman las secuencias iniciales del film original. Es en vacaciones, en un espacio idílico, donde las familias entrarán por primera vez en contacto. Con el reencuentro en la casa de campo, surgirán problemas similares asociados a la puesta a prueba de los límites de cada uno de los integrantes. Louise come carne como forma de no contradecir a sus anfitriones y es su esposo, llamado aquí Ben Dalton, quien insiste en que pasarán un excelente fin de semana. La cena sin niños, las mentiras que median el vínculo y las problemáticas asociadas a la condición del pequeño hijo de la familia anfitriona junto con la violencia ejercida sobre él, también ocuparan un lugar de privilegio.

Lo que llama la atención es que en el segundo tráiler, dado a conocer hace pocos días, se perciben cambios respecto al personaje de Louise. No solo se construye como un objeto de deseo para Patrick, la besa y se insinúa reiteradamente pese a su incomodidad, sino como la primera que detecta el peligro que los rodea, accionando para proteger a su familia. Además, hay un incremento en la violencia. El trailer no escatima en la mostración de escenas de violencia física, persecuciones, escapes y explosiones. Una de las líneas que refuerza este elemento es la que Patrick le dice a Ben Dalton “Siempre quise una familia como la tuya ”. A las múltiples señales de alarma se le suma un sinceramiento del personaje principal que se lee como una amenaza directa a su integridad.

Si hacemos el ejercicio de ver la película original y posteriormente la remake será necesario guiar nuestra experiencia a partir de una pregunta que, en primera instancia, puede resultar antipática: ¿Qué se puede decir que no se haya dicho? Si logramos sortear esta cuestión que, inevitablemente, será nuestra compañera durante todo el viaje y abordamos sus diferentes acepciones, entonces podremos realizar una lectura de la nueva versión focalizando en la cuestión cultural como elemento central a analizar y en el modo en que ésta se traslada de un lado a otro del globo.

El eje vector del film de Tafdrup es aquel que focaliza en las diferencias culturales y la idiosincrasia propia de los personajes, lo que los lleva a comportarse de una manera y no de otra, desencadenando la psicopatía y el desastre. El análisis comparativo en los términos mejor/peor deberá ser reemplazado por aquel que privilegie una lectura atravesada por la localización de tropos presentes/ausentes en ambas producciones y, sobre todo, en el modo en que ciertos elementos se degradan o intensifican con el objetivo de elaborar la cuestión cultural como elemento central del film.

Teniendo en cuenta que la idiosincrasia escandinava es vital para el desarrollo del film original, y lo que permite que el desenlace se dé de esa manera y no de otra, ¿Que ocurrirá cuando se produzca el traslado de la historia a una cultura diferente como la norteamericana? Si tomamos los trailers como primer acercamiento, resulta inevitablemente señalar que el comportamiento de los personajes se modifica exponencialmente. La pasividad y la incomprensión son reemplazadas por la violencia y la lucha por el ejercicio del poder. Por otro lado, el incremento del componente sexual se hace visible en la notoriedad que gana dentro de la historia el personaje de Louise. ¿Cuánto se puede estirar la cuerda sin que se perjudique la esencia del film original?

En el libro Dead Ringers: The Remake in Theory and Practice, Jennifer Forrest y Leonard Koos abordan este fenómeno desde múltiples aspectos. Coinciden en que es un concepto que hace años carga con mala fama por ser considerado parte de prácticas comerciales hollywoodenses poco respetables. Si bien no es únicamente un fenómeno americano, lo cierto es que la percepción de Hollywood como una industria que privilegia únicamente lo comercial hace que la remake sea considerada un reflejo de lo peor de la producción capitalista occidental.

Si bien existen diferentes fundamentos por los que se realiza una remake, en términos generales prevalece la sensación de ser films parasitarios, que se alimentan de lo mejor de una producción original, o proyectos seguros. Por fuera del carácter peyorativo de estos conceptos, lo interesante de las remakes es que, en muchos casos, sirven para revelar y poner en evidencia no sólo diferencias de estilo de dirección sino, fundamentalmente, diferencias culturales sobre percepciones de clase o género.

¿Es posible inscribir en la remake un nuevo punto de vista sobre un mismo asunto o será necesario reelaborar completamente su propuesta vertebral? Será desde este enfoque donde el visionado de la versión norteamericana de Speak no evil cobre sentido, interés y riqueza.

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