
‘Hear no evil, see no evil, speak no evil’
Esta frase, derivada de las enseñanzas budistas de los tres monos Mizaru, Kikasaru e Iwazaru, que representan cada uno de ellos a las partes (hear no evil=no escuches el mal, see no evil=no veas el mal y speak no evil=no hables del mal), fue ligeramente modificada cuando llegó a Occidente hace varios años atrás. El poco sentido de esperanza y el desarrollo de las relaciones entre los seres humanos hicieron que le otorgásemos un sentido más…oscuro, por decirlo de una manera. En resumen, habla sobre “ignorar el mal comportamiento o las malas acciones”, un patrón que se repite desde este lado del charco básicamente desde siempre. Somos tan incrédulos y bondadosos por naturaleza que muchas veces no caemos en la cuenta de que tenemos al mismísimo mal respirando detrás de nuestra oreja. En lo personal, desde muy chico he sido lo suficientemente “traumado” por mi madre (en el buen sentido) como para decir que a día de hoy me calificó como un observador nato, y que leo a las personas desde el primer segundo en el que las miro.
En ese contexto me incline por pensar que si existía un solo actor capaz de hacerme olvidar por un rato de que Hollywood había tomado la pésima decisión de (nuevamente) concretar un remake de una gran película europea como lo fue la dirigida por Christian Tafdrup, ese era James McAvoy. Uno de los intérpretes más camaleónicos, atrevidamente salvajes y que entienden a la perfección cuál es el trabajo que tienen que hacer, sin más ni menos. Seré completamente sincero, no le tenía mucha fe al último intento estadounidense por apropiarse de los éxitos extranjeros, pero después de finalizar este incómodo viaje, ya no me siento tan mal al respecto. Y esto es en gran parte gracias a la absoluta entrega total del reconocido actor irlandés.

El acierto, o mejor dicho la astucia por parte Universal y Blumhouse, estuvo en que no fuimos muchos los que le dimos la suficiente atención a aquella pequeña y macabra obra del 2022 proveniente de las mentes escandinavas más frías y despiadadas. En lo personal fue algo traumatizante poder superar el final de la versión “original”, digámosle, de ‘Speak No Evil’. Sabía que, si algún día algún productor yankee decidiera darles un buen cheque a los creadores de esta obra para americanizarla en algún sentido, jamás se iban a poder atrever a sentenciarla con tal frialdad. Y así fue… hubo astucia, pero no audacia. Lo máximo que puede aspirar hoy el cine norteamericano en términos de riesgo pareciera haber sido hace seis años cuando Thanos concretaba su ‘snap!’ al final de 'Avengers: Infinity War' y convertía en polvo a la mitad de los personajes más carismáticos de la galaxia. Claro, la ansiedad de la gente hizo que un año después todos vuelvan a través de unos círculos creados por Dr. Strange y listo, final feliz.
Entonces ¿que tiene esta nueva versión para ofrecer que no tuvo la anterior? Absolutamente nada más que la mera curiosidad por ver dónde concluía todo, y claro, una gran actuación, como lo es la de McAvoy, digna de ser recordada por un tiempo considerable. Este último aspecto fue uno que en la primera no se sentía tan remarcado, a pesar de ser bastante decente el trabajo actoral. La historia es bastante conocida: una familia de clase media con problemas maritales conoce a otra en unas relajadas vacaciones en Europa, y son invitados por estos extraños a pasar un fin de semana en su casa de campo y olvidarse de todo. Una suerte de “anti-home invasion” en donde las víctimas no son obligadas a tomar sus decisiones, pero si manipuladas concienzuda y hábilmente para que las tomen.

La génesis del mal. Este concepto de quiénes somos o quiénes son aquellos a los que le permitimos entrar a nuestras vidas era lo que enriqueció al género con el estreno de la cinta danesa. ¿La gente es mala por naturaleza o porque se lo permitimos? ¿de que lado de la balanza pesa más la culpabilidad? En la versión norteamericana parece no haber mal, sino más bien una insinuación del mal. Es tan solo una pizca de las peores aberraciones que comete el ser humano a diario, pero resulta algo hipócrita si se piensa por un segundo. Mientras se escuchan historias de asesinos en serie y toda clase de criminales a diario en Estados Unidos, en Europa no puedo dar fe de ello. ¿En qué se inspiró el director Christian Tafdrup para su visión de la versión original? En una experiencia propia. Le sucedió lo mismo que a la familia de clase media con la única (y radical diferencia) de que nunca aceptó la invitación y fue esa incertidumbre del “que habría pasado” lo que le consumió por un tiempo hasta que decidió plasmarlo en un guion.
Pero el cambio más significativo se encuentra en el final de ambas obras. Así como sucede en El Resplandor, uno ya sabe que el mal está ahí, lo puede sentir. Pero lo que la hace diferente a la obra de Kubrick (y a la versión danesa) es que no se sabe en qué va a derivar todo lo que está pasando, claramente a menos que hayas leído la novela de Stephen King. Si, Jack Torrance muestra signos de estar totalmente desquiciado desde el inicio, pero ¿qué puede hacer el personaje que no se haya visto hasta el último cuarto de hora? La pregunta es la que debería haber inspirado al director James Watkins para poner a su obra en un nuevo panorama de los remakes. ¿A que le tienen miedo?
POR JERÓNIMO CASCO
Publicado el 15 de OCTUBRE del 2024, 21.50 PM | UTC-GMT -3
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