"Por primera vez en mi vida no soy invisible". Blink Twice (2024) Zoë Kravitz

No parece justo definir el debut de Zoë Kravitz en la dirección como gratamente sorprendente, porque resultaría injusto para con su propuesta. Probablemente esa sensación refiera a la falta de expectativas respecto a la película que eran también las mismas que tenía a su rol en la dirección. Sin embargo, su ópera prima Blink Twice es un film de terror sutil, más cercano al thriller psicológico, que reelabora uno de los subgéneros que más necesitan ser repensados desde la óptica de mujeres en la dirección: el rape and revenge (violación y venganza).

Su estreno, a finales de agosto, logró duplicar la inversión hecha para la realización de la película y además cosechó críticas positivas de diferentes medios especializados del mundo. Coescrita junto con E.T. Feigenbaum y protagonizada por Channing Tatum, que además de ser su pareja produce el film, la distribución estuvo a cargo de Metro-Goldwyn-Mayer (MGM). Podríamos decir que, lejos de ser una propuesta independiente, el film de Zoë Kravitz debutó en las grandes ligas. Y, seamos sinceros, estuvo a la altura de las expectativas.

Su interés en realizar una película que represente el abuso de poder y la violencia sexual desde una óptica feminista, donde sobre todo NO se juzga a las victimas, da como resultado un film interesante en su forma y en su manifiesto, porque logra dejar en claro la importancia del alzar la voz y de trazar redes con quienes hayan, o esten, atravesando un trauma similar.

“Si estoy en peligro, parpadea dos veces”

Con esa frase Frida (Naomi Ackie) se vincula de manera coqueta y simpática con Rich (Kyle MacLachlan), el psicólogo de Slater King (Channing Tatum), el magnate millonario en cuya fiesta ella trabaja como mesera y que, como en una verdadera historia de amor cinematográfica, se interesa en ella. Lo que descubrirá, más tarde que temprano, es que la respuesta del psicólogo al parpadear dos veces no es un chiste, sino una advertencia.

Frida es una joven que está atravesando las crisis propias de los veintitantos. No tiene dinero para pagar el alquiler, su trabajo como mesera se combina con su labor como artista del nail art y, sobre todo, no tiene idea de lo que quiere hacer con su vida. Sentada en el baño con un sahumerio en la mano, en la casa que comparte con su mejor amiga Jess (Alia Shawkat), mira obnubilada un video en el que Slater se disculpa abiertamente por su comportamiento y declara que decidió comprar una isla como forma de alejarse del ruido y meditar sobre su vida. No sabemos qué sentimiento une a Frida con el magnate, pero sabemos que algo hay.

La declaración de Slater se une a lo referido en la placa inicial del film donde se le advierte al espectador, mediante una trigger warning (advertencia de contenido), sobre su contenido: es un thriller psicológico cuyo tema es el abuso de poder. Si bien es una pelicula ficcional, contiene representaciones de violencia que incluyen abuso sexual, resultando molesto para algunos espectadores. Esto hizo que en Estados Unidos la pelicula obtuviera una calificación R por incluir contenido violento, agresión sexual, uso de drogas y referencias sexuales.

Es esta advertencia lo que nos permite anticiparnos al desarrollo de los acontecimientos y poder leer la historia, de principio a fin, con un saber específico respecto a quiénes son los victimarios. Sabemos, rápidamente, que el abuso de poder y el ejercicio de la violencia estarán del lado de Slater King. Este gesto de anticipación, si bien puede resultar cuestionable para muchos espectadores, no sólo nos pone en alerta respecto a lo que vamos a ver sino que nos da una doble posibilidad: elegir si queremos consumir ese tipo de contenido y entregarnos, de manera temprana, un punto de vista desde el cual observar el film. La cuestión de los trigger warnings en películas que representan la violencia sexual y de género, algo similar ocurrió con It ends with us de Justin Baldoni, está en el foco del debate en varios medios importantes de Estados Unidos.

A propósito del estreno de Blink Twice, la periodista Kimberly Bond de Harpers Bazaar elabora una reflexión marcada por los interrogantes. ¿Es el uso de los trigger warnings un ejemplo de evitación? ¿No terminan promoviendo la autocensura? ¿Funcionan de manera efectiva?. Si bien no llega a ninguna conclusión certera, lo cierto es que pensar en el rol que ocupan en nuestros consumos cotidianos, desde la televisión hasta las redes sociales, es necesario porque determinan nuestra forma de acceder a ciertos contenidos.

La primera imagen que nos recibe es la de una iguana que, sin parpadear, mira fijo a la cámara. La función de esa imagen solo tendrá sentido una vez que una serie de verdades se revelen hacia el final del film. El coqueteo de Frida y Slater en la gala hará que ella no dude en aceptar la invitación que le hace a una fiesta privada en su isla. Con la ropa puesta, Jess y Frida se suben a un avión privado con otros invitados de lujo.

La llegada al lugar sólo puede definirse como paradisiaca. El clima, el paisaje, los dormitorios individuales, la ropa lista para ser usada, el perfume de gentileza en el baño de la habitación. Ambas están viviendo una vida que no podrían imaginarse, se sienten parte de algo mucho más grande: son vistas por primera vez en sus vidas. Desde el comienzo, dos situaciones se presentan que nos alertan y nos dejan pensando en la posibilidad de que algún peligro las espera. En primer lugar, la obligación de dejar los teléfonos celulares. En segundo lugar, el encuentro que Frida tiene con una mucama del lugar que al verla repite una y otra vez conejo rojo, conejo rojo. La extrañeza rápidamente es disipada por la vida de lujos que les espera.

El desarrollo de la película se construye mediante una serie de secuencias que se repiten una tras otra como forma de generar en el espectador la sensación de descanso y del correr de los días. A las conversaciones en la piscina, siempre le siguen cenas compartidas que finalizan en el consumo de drogas y alcohol. Los vínculos entre los personajes y sus conversaciones respecto al rol de la psicología, el tiempo, la memoria y los traumas nos irán entregando a cuenta gotas la información necesaria para comprender el conflicto del film y la resolución de los acontecimientos. Uno de los datos más importantes es que todo lo que ocurre hasta la presentación del conflicto es consentido y sin la presencia de encuentros sexuales entre ninguno de los asistentes a la fiesta. La cordialidad y las ganas de pasarla bien son la marca distintiva de un espacio donde todo está dado para el disfrute. Los días y las noches son un suceder de coqueteos entre Frida y Slater, charlas entre amigas y situaciones de tensión dadas por la intensidad con la que Sarah (Adria Arjona), otra de las invitadas de la fiesta, intenta intimar con Slater.

Lentamente, irán apareciendo una serie de situaciones que ponen a Frida en alerta. La plaga de serpientes que afecta a la Isla y que los empleados intentan frenar matando regularmente a los especímenes que aparecen, el descubrimiento de golpes en sus cuerpos que están ahí sin motivo aparente, la suciedad con la que despiertan cada mañana luego de las bacanales nocturnas a las que se entregan felizmente, los invitados que llegan para reunirse con Slater o las bolsas rojas que Stacy (Geena Davis) acarrea constantemente de un lado a otro de la isla. Será un quiebre en el modo en que Frida observe su entorno la desaparición de su amiga Jess luego de ser mordida por una serpiente. Cuando nadie parece conocerla o recordarla, a pesar de haber estado todos esos días ahí, Frida comienza a pensar en lo último que le dijo la noche anterior: hay algo raro en la isla.

Develar todo lo que ocurre luego de este episodio atentaría contra la sorpresa que Zoë Kravitz construye lentamente a lo largo del film. Aunque es cierto que nada nos toma desprevenidos, teniendo en cuenta la advertencia inicial y la serie de pistas que va dejando a la vista de Frida, el modo en que comienza a develar las verdades de la isla posee una carga de nueva información que funciona manteniéndonos atentos a lo que ocurrirá después. Las claves de lectura para resolver el misterio siempre estuvieron ahí, en las conversaciones íntimas con Slater, en los objetos que la rodean y que forman parte de su cotidianidad, como son las drogas y el perfume de desideria que utiliza cada mañana o, incluso, en sus propias uñas que siempre llevan el dibujo de un animal.

El manifiesto propuesto por Kravitz en relación al abuso de poder y a la violencia sexual es encarado desde la toma de posicionamiento activa de las mujeres del film, víctimas efectivas de lo que ocurre en la isla. Sólo lograrán comprender lo que ocurre en las noches cuando decidan actuar de manera conjunta. El trauma, representado por medio de una serie de imágenes inconexas que comienzan a acecharlas, será el tema central del último tercio de la película. El rol del recuerdo y del olvido jugarán será determinante en su resolución. Leer el film desde las lógicas del rape and revenge nos permitirá comprender no sólo el modo en que Frida y Sarah se empoderan ejecutando una defensa respecto a lo ocurrido sino también el modo en la que las mujeres, delante y detras de la pantalla, piensan y representan los traumas propios de la violencia sexual.

Blink Twice es un film tan cálido como salvaje que se intensifica hacia el final cuando se abandona el placer y la tranquilidad para dejar paso a la violencia y la desmesura. Y aunque la secuencia final, donde se concreta la venganza, puede resultar un tanto exagerada en sus proporciones el modo en que elabora la idea de trauma desde la necesidad de las víctimas de recordar lo ocurrido resulta interesante porque habilita nuevas discusiones sobre un mismo tema. Si aceptamos que la función del trigger warning en Blink Twice no es expulsarnos del contenido sino darnos un marco desde el cual leer la película, entonces seremos capaces de no dejarnos llevar por el hedonismo al que se nos invita para leer de manera directa las formas y estrategias que los abusadores emplean para salirse con la suya sin necesidad de ser recordados por sus actos o, en última instancia, tener que pedir perdón.

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