El Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) empezó como algo relativamente pequeño, un marco dentro del cual películas como Iron Man (2008) o Capitán América El soldado de Invierno (2014) podían funcionar de forma autónoma y autoconclusiva y ser a su vez obras sólidas diegéticamente y entretenidas. Con el tiempo, este tipo de películas fue cediendo cada vez más ante otro, uno que prioriza la conjunción de muchos personajes y de un cambio en su universo a la historia de la obra en sí. Se podría categorizar a este tipo de película como “evento” y Deadpool y Wolverine está dentro de este grupo.
Luego de que 20th Century Fox fuera finalmente adquirida por Disney en 2019, las películas de superhéroes de aquel estudio dejaron de producirse. Ese universo había comenzado en el 2000 con X-Men, la cual resultó su franquicia más exitosa, con más de diez películas. Sin embargo, hubo también otros intentos más o menos logrados como Daredevil (2003) y Elektra (2005), Los 4 fantásticos (2005) o la trilogía de Blade (1998).
Wolverine fue el personaje más exitoso de todas aquellas películas, y la cantidad de obras que lo tienen como protagonista lo refleja. Su última aparición ocurrió en Logan (2017). Junto con Deadpool 2 en 2018 fueron las últimas obras aclamadas tanto crítica como popularmente de este universo paralelo al UCM de Disney. Luego, películas como X-Men Dark Phoenix (2019) o The New Mutants (2020) fueron el cierre fúnebre de una franquicia adquirida.

Pasaron unos años de silencio hasta el anuncio oficial de la película de Deadpool y Wolverine en 2022. Mientras, el propio UCM demostró estar en su peor momento con la pobre recepción de películas como Eternals (2021), Ant-Man and the Wasp: Quantumania (2023) o The Marvels (2023). Hasta que Deadpool y Wolverine se estrenó el 24 de julio pasado, batiendo récords y posicionándose favorablemente en taquilla. ¿Pero es este éxito una verdadera muestra de su calidad? ¿Significa un renacimiento para Marvel? En mi opinión, no exactamente.
Aciertos y flaquezas
La película sigue en la línea del humor metaficcional y bizarro de las dos entregas anteriores de Deadpool. Es un humor efectivo, aumentado aún más por el contraste carismático entre los dos protagonistas; la irreverencia del personaje caracterizado por Reynolds, y la solemnidad del interpretado por Jackman.
A la vez, funciona como una carta emotiva a lo que fue el universo de 20th Century Fox, aquellas películas que, a pesar de sus aciertos y sus flaquezas, fueron la puerta para el éxito del propio UCM. En ese sentido, en ningún momento de la película se siente que estuviera parodiando o burlándose de obras como Elektra, Los 4 fantásticos o Blade, sino que funciona como un sentido homenaje, un “me río con vos”, y no “de vos”.

Que la trama gire alrededor de la muerte del “ser de anclaje” del universo de Deadpool (Wolverine) y que esto cause su potencial destrucción funciona también como una metáfora de lo importante que era el personaje interpretado por Jackman para la franquicia, hasta el punto de que a partir de su muerte ya no haya habido de nuevo tantos éxitos como antes.
Por otro lado, hay secuencias que mezclan acción y comedia de una forma dinámica y bastante creativa, como la secuencia inicial de baile y batalla del protagonista con los huesos del Wolverine de Logan o el plano secuencia de ambos luchando contra un ejército de Deadpools al ritmo de “Like a Prayer” de Madonna. Eso se suma a una química palpable entre Reynolds y Jackman; se siente como si dos viejos amigos hicieran un último show juntos y lo disfrutaran al máximo.
Habiendo dicho todo esto, los puntos más flojos de la película son en mi opinión sintomáticas de muchas producciones anteriores; Doctor Strange en el multiverso de la locura (2022) y Spider-Man No Way Home (2021) como algunos de ellas. Este tipo de películas parecen estar pensadas más como “eventos”, que como obras. Funcionan como experiencias que entretienen, shows que se apoyan más que nada en la sorpresa, la espectacularidad y los cameos, pero que no envejecen bien a través de diferentes visionados.

Sí, las apariciones de Jennifer Gardner como Elektra, Wesley Snipes como Blade o Chris Evans como La antorcha humana son emotivas e inesperadas y funcionan a la vez como un homenaje al universo del cual forman parte. Pero una vez se tiene conocimiento de ese elemento, dejan traslucir una película que se apoya mayormente en el gag. A diferencia de Deadpool 1 y 2, la trama no va mucho más allá.
Otro problema que suele tener Marvel en los últimos tiempos son sus locaciones escasas y chatas. No hay mucha vida más allá de la pantalla verde y los interiores de estudio, y las pocas locaciones son usadas de manera muy escueta. Eso le quita fuerza a la obra.
¿Un nuevo rumbo o la reutilización de viejas fórmulas?
La película es a su vez autoconsciente de los fracasos recientes de Disney. En este último tiempo se dejó ver su nueva estrategia frente a los consecutivos tropiezos: querer retornar a los mejores días del estudio. Esto se demostró con el reciente anuncio de Robert Downey Jr. como Doctor Doom y la reincorporación de los directores Russo que dieron los mayores éxitos del UCM con Capitán América Civil War, Avengers Infinity War o Endgame. Sin embargo, creo que no se puede navegar por el mismo río dos veces, y en cualquier caso la mejora debe ir por otro lado.

Lo que más caracterizaba a aquellas películas era cómo se sostenían por sí mismas sin necesidad de que su ejecución tuviera como única finalidad incorporar a tal o cual personaje nuevo o hacer un cambio en el universo de tal forma que sirviera en alguna futura obra. El multiverso, manejado como hasta ahora, abre un abanico enorme de posibilidades pero mal utilizado quita creatividad a las obras, las cuales funcionan solo como eventos apoyados en tal o cual cameo. Creo que lo que debería hacer Marvel es centrarse más en las obras que en el universo conectado si quiere volver a triunfar.
Deadpool y Wolverine es un show gracioso y efectivo, una película que entretiene y que tiene muchas sorpresas para un primer visionado. Sin embargo, posee a su vez los mismos elementos que otras películas de un UCM que se esfuerza más en tender conexiones entre sus obras, ofreciendo apariciones estelares de personajes, que en construir una obra sólida y autónoma.
Nota por Alex Dan Leibovich | Periodista | Redactor en Clarín, Peliplat y Erramundos.
Publicado el 9 de agosto del 2024, 6.39 PM | UTC-GMT -3.
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